Con mucho dolor, hoy me toca despedir desde esta página a un amigo que me gané con el tiempo: Cristian Márquez.
Nacido en el barrio de Pueblo Nuevo, allí donde la calle Jorge Newbery hace el codo con Coronel Borges, hizo el preescolar en el jardín de la escuela San José. Inclusive, allí hizo primero inferior en ese entonces.
Ingresó a las filas de Ciclista Juninense donde estaba el “Goga” Rodríguez como entrenador de inferiores. Jugó hasta los 18 años porque luego le tocó la Marina, en la época del servicio militar obligatorio.
De regreso a nuestra cuidad, comenzó a estudiar Profesorado de Educación Física. Y justo al unísono Tito y Quique Biurrun lo invitaron a ir a jugar a Sirio Libanés de Pergamino, donde fue campeón por tres veces consecutivas.
Cuando vuelve a Ciclista jugó hasta los 26, -en 1984- salió campeón después de 20 años integrando el equipo que dirigió Frisina.
Tras entrenar a los Premini, los Mini y los Preinfantiles en Ciclista, pasó a Sarmiento, donde hizo un despegue importante. De ahí a El Linqueño, volvió a Sarmiento, estuvo en el CEF Nro. 20 de Chacabuco, otra vez en Ciclista, donde empezaban con los regionales, y después Argentino de Junín.
Los mejores momentos como entrenador los vivió en Argentino.
Empezó jugando el torneo local y fue campeón. Entró al regional y fue campeón. Jugó el provincial de clubes y ascendió. Disputó la antigua Liga Nacional “C” y ascendió a la “B”. Y la “B” fue una categoría de tránsito, meramente necesaria para subir al TNA, resolviéndolo en cuestión de meses. Imposible de repetir en los anales de la historia juninense. Y no ascendió a la “A” con Argentino por muy poquito.
Le entregó la posta Adrián Capelli, pero dos años después se dio el gusto de dirigir al Turco en la Liga Nacional “A”. Digamos que tuvo que salir al Toro en una temporada de “turbulencia”, sucediendo a Chiche Japez hasta fin de año y luego asumió Carlos Bualó. Estuvo once partidos de los cuales ganó cuatro, el primero de ellos nada menos que de visitante del Obras Sanitarias de Dominé, Del Sol y Lázzaro Borrell (85-83).
El señor de los tiempos muertos
Cristian Márquez fue uno de los primeros desmembramientos macarianos (de los entrenadores que nacieron de la mano de Roberto Macario o que tuvieron gran influencia de él).
A mi criterio, Márquez (y Capelli) fue uno de los mejores entrenadores del país –frío y calculador para frenar los partidos-.
En un reportaje que le realicé hace años, le pregunté específicamente sobre los mal llamados minutos y se explayó: “El tiempo muerto computado, más conocido como minuto en la jerga popular, es un arma de doble filo. Vos pedís un minuto equivocado y beneficiaste al otro equipo inmediatamente".
"Se piden en caso de suma necesidad. Cuando uno está mal y el otro se escapa, no hay salida, hay que frenar el juego para acomodar el equipo".
"Yo he visto muchos minutos de grandes entrenadores que han favorecido a los rivales. Su equipo va subiendo en el rendimiento y, de inmediato, suena la chicharra para pedir minuto. Lo que uno se imagina que es del que anda mal, pero se lleva la sorpresa que es del otro que anda bien. Y ahí es cuando el que está mal lo pasa por arriba de nuevo".
"Y les he preguntado por qué y me han contestado que los jugadores estaban cansados. Si los que ganan están cansados, los que pierden entonces están en la lona y eso es lo que hay que aprovechar, sacar ventaja del juego en todo sentido”. Un maestro.
Cristian decidió ayer irse por los caminos que no saben de retorno y lo vamos a extrañar. Fuera la hora que fuera, siempre tenía un minuto para hablar de básquetbol, para aconsejar, para tender una mano si era necesario.
Se nos fue un tipazo, pero seguramente su legado basquetbolístico estará siempre vigente.
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