BÁSQUET

Valentín Burgos: Estamos con ganas de llevarnos ese premio de los play off

Comenzó a jugar al básquet en el club Alma, del barrio Caisamar de Mar del Plata. Luego pasó a Unión y sin escalas a Gimnasia de Comodoro Rivadavia, entre otros clubes que jugó posteriormente.

Nací en Mar del Plata, el 1 de septiembre de 1992 en el barrio Caisamar (zona de Constitución). En ese momento era el boom de la ciudad, cuando supuestamente todo estaba bien. Después vino el 2000 y se desmoronó todo. Viví hasta los 12 años, después nos mudamos más hacia el centro y a los 18 años nos establecimos definitivamente en la zona de la nueva terminal. Es una ciudad hermosa. He  jugado por muchos lugares como Córdoba, Santa Fe, que son  muy lindas ciudades, pero a Mar del Plata no la cambio por nada.

Comencé a jugar al básquet en el barrio Caisamar, con un grupo de amigos donde habían abierto un club de barrio que se llamó Alma. Era como un apéndice del club Quilmes. Duró un año y algunos meses, luego se disolvió. Ahí un grupo se fue para el club Quilmes y otro seguimos a los entrenadores que teníamos en ese momento. El grupo mío se fue a Unión de Mar del Plata en la categoría premini. O sea que hice un año y pico en Alma y después pasé a Unión.

Hice todas  las inferiores. Premini, mini, preinfantiles, infantiles y cadetes menores. Teníamos un muy lindo grupo. Estaba el gran Pato Garino con nosotros. Ganamos muchos torneos locales. En el segundo año de cadetes jugamos el Torneo Argentino y salimos campeones. Le ganamos la final a Atenas de Córdoba con cuatro jugadores de selección Argentina. Fue como la frutilla del postre.

Jugué solo dos partidos de primera, eran todos mayores y muy buenos. El club no usaba tanto los cadetes y juveniles. Estábamos más que nada para rellenar el equipo. Me fui justo en el momento que empezaba a entrenar y a tener minutos.

Me fui a Gimnasia de Comodoro Rivadavia. Mi papá era amigo del Huevo Sánchez, compartían una peña. Él le hizo el contacto con el Beto Martínez que era el asistente de Gimnasia. Me fui a probar una semana en enero y terminaron siendo dos años y medio. Fui con un bolsito y me tuvieron que mandar los enseres desde Mar del Plata.

La vida en Comodoro era difícil. Tuve la suerte al principio de caer en una gran familia, los Paincho, que era el jefe del equipo. Todavía me quedaba un año de escuela y mi vieja quería que sí o sí la terminara. Ellos me apadrinaron. Estuve viviendo desde enero hasta abril en casa de ellos. Cuando comencé el colegio me mudaron a un departamento con otros dos juveniles. Pero esos cuatro meses me sirvieron mucho porque estuve muy acompañado. Era mi primer experiencia, un lugar muy lejos donde comparado con Mar del Plata es una ciudad muy agreste donde no tenes muchas cosas para hacer. Pero fue un gran cambio en el cual la pesé muy bien.
Jugué Liga Nacional. Esa media temporada fue más de adaptación donde entrené mucho con el equipo y los compañeros me acompañaron. A la siguiente temporada ya tuve más minutos, había un americano de base titular que era mayor y se me hacían los espacios para poder jugar. Ese año también integré la preselección Argentina que iba al Mundial de Letonia. En marzo comencé con unos dolores fuertes en la rodilla, tuve que frenar para operarme del tendón rotuliano y perdí continuidad.

De ahí me fui a jugar el Torneo Federal a Hispano Americano de Río Gallegos. Fue difícil la decisión  porque bajar de la Liga al Federal no es fácil. Pero me sirvió para volver a tomar ritmo, para sentirme mejor física y basquetbolisticamente. Hicimos una buena temporada llegando a las instancias finales. Se nos escapó el ascenso en una de las finales con Concepción del Uruguay.

Pasé a Barrio Parque, Córdoba, que había ascendido al TNA.  De ahí hice una seguidilla de ocho años en el TNA. Pasé a Sport Club de Cañada de Gómez, luego a Huracán de Trelew donde llegamos a semifinales y perdimos contra Platense. Y a la temporada siguiente me fui a Comunicaciones donde tuve que operarme nuevamente de la rodilla. Luego estuve dos años en Centro Español de Plottier, donde el primer año llegamos a semifinales con un equipo de mayoría de jugadores de Neuquén. A la otra temporada quedamos afuera con Deportivo Viedma en cuartos de final.
Me siento muy bien en Argentino. En realidad los últimos cuatro años me tocaron clubes  que son una gran familia. Acá la temporada pasada el acompañamiento de la gente fue tremendo. De local es uno de los pocos clubes donde la gente acompaña siempre, vayas como vayas. Tuvimos la suerte el año pasado de hacer una gran campaña y esta también lo es. Estoy muy contento y por eso renové el vínculo. Hay una excelente relación con Matías y con todo el cuerpo técnico.

Al principio de temporada estábamos con un objetivo que era salvar la categoría. Estamos a un paso. Ahora también estamos a un paso de play off. El equipo está muy bien y tenemos ganas de llevarnos ese premio.

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