Carra en la Ciudad de las Diagonales y en la actualidad.
Carra en la Ciudad de las Diagonales y en la actualidad.
BÁSQUET

Cuando el club El Linqueño se metió en el corazón de Gimnasia y Esgrima La Plata

El base tuvo la oportunidad de lograr ascensos con el Lobo platense desde muy temprana edad.

Dialogamos con Gastón Carra, base recordado en el Lobo por su paso durante los primeros años del Mens Sana en la Liga Nacional. El oriundo de Lincoln rememoró su paso por el conjunto de calle 4 y mostró la marca que dejó Gimnasia en su vida, dado que llegó como un chico y se fue siendo hincha, tal cual él lo afirmó:
"En 1983, después de jugar un torneo invitación, me ve un reclutador de River y fui a una prueba y había quedado en el equipo. Pero mis padres por temor, porque recién se estaba saliendo de la dictadura, no estaban de acuerdo que yo me fuera tan joven. A fines de 1984, esperé el llamado y nunca llegó, pero sí llegó el ofrecimiento de Gimnasia. Algo tuvo que ver Bravis López, pero no me acuerdo más que eso. Estuve entrenando unos días, donde me recibió Roberto Bianchi y quedé. En ese momento yo era juvenil y ese fue mi comienzo en el club".

- ¿Qué recordás del ascenso a la Liga Nacional?
- Los ascensos fueron varios, porque Gimnasia empieza desde el regional en esa época. Ganamos ese Provincial, ganamos la B y llegamos en la Liga A. Fue todo muy lindo, muy exitoso, porque además de ganar los ascensos, ganamos el torneo de Primera división de Capital Federal, que era fuertísimo, ganamos el torneo de juveniles que también era buenísimo, nos enfrentamos con jugadores que obviamente jugaron la Liga y con el paso de los años nos fuimos reencontrando. A la distancia uno se da cuenta de las cosas que logró y que a la vez éramos muy chicos.  Estábamos encolumnados detrás de Pichi Cerisola, del Burro Crivaro, que tenían 21, 22 o 23 años. En la primera etapa estuvo Carlos González, Lepe Guitart, jugadores de Selección Argentina y con mucha experiencia, que eran obviamente el sostén. Después éramos un grupo de jóvenes con mucha química y muy talentoso, de hecho, todos jugaron mucho tiempo la Liga, Pichi Cerisola, el Burro Crivaro, el Chino Zulberti, Alejandro Allegretti, Ricardo Lorio, Vargas. Pero a la distancia todos esos compañeros seguimos teniendo un vínculo que lo generó esa mística, ese club tan lindo que es Gimnasia. Después estábamos todos los juveniles que éramos Fabián Renda, Suárez Viguera, Levene, Juan Pontelli. Se armó un grupo de amigos realmente y fue tan intenso porque siempre fuimos ganando y llegar a la A fue la frutilla del postre.

- ¿Cómo viviste esas dos temporadas en la Liga?
- Fue un sueño hecho realidad, porque en la época nuestra no se veía mucho básquet en los diarios. Era muy chica, muy escasa la información. Obviamente, en mi carpeta de la escuela yo tenía a uno de mis ídolos que fue Pichi Campana, y al jugar la Liga nos enfrentamos con todos esos genios Milanesio, Campana, Richotti, el Loco Montenegro, Uranga, Aréjula, Rafaelli, Duffy, todos jugadores que uno de chico idolatraba. Verlos y tenerlos frente a frente fue muy lindo y a la vez un desafío muy grande. Tiene que estar mucho el convencimiento de que uno puede estar a la altura de enfrentarlos y desafiarse, así que fue un sueño realmente. Voy hablando y voy recordando. Me acuerdo que en un partido contra Atenas en Córdoba el entrenador era Pichón Sfeir y yo entro de titular marcando a Pichi Campana, y cómo explicar eso. Pichi venía con un promedio de 35 o 40 puntos por partido y tuve la suerte de defenderlo bien, obviamente las defensas son de equipo, y lo bajamos a 18 puntos. Te cuento así porque es uno de los recuerdos que tengo importantes de esa época, y después perdimos en suplementario. Después me acuerdo un partido contra Richotti en Gimnasia, íbamos ganando cómodos y faltarían cinco o seis minutos, y Richotti hacía su juego de penetración, o se detenía y se plantaba de tres puntos, y cada vez me lo tiraba más lejos, hasta que el último lo tiró casi de mitad de cancha y por suerte la pude tapar porque por poco lo tenía que marcar dentro del vestuario. Jugar dos temporadas en la A fue increíble, realmente.

- ¿Qué recuerdo te queda a la distancia sobre ese paso?
- El recuerdo es el más lindo. Cuando estás en un club y dejás de estar, y el tiempo pasa, te das cuenta de que lo más importante es el pertenecer a un club y, sobretodo, lo que queda son las relaciones. Si fuiste buena persona y tenés un grupo lindo, lo que queda son recuerdos maravillosos, y nunca he dejado de agradecerles y tenerlos en mi recuerdo al club y a la familia. Yo me fui de muy chico de Lincoln y vivía cerca de la casa de Gabriel Levene, que jugaba en juveniles con nosotros, y su casa era un lugar de reunión permanente porque también estaba Fernando, que jugábamos juntos y pasaban todos los amigos, una familia divina que siempre la recuerdo con el corazón. El otro que cuando llegaba el fin de semana y uno se quedaba solo, estaban las pastas que nos hacía Elena, la mamá de Fabián Renda, su familia maravillosa, o haber ido a comer a la casa del Burro Crivaro. Después tuve la suerte de jugar con Fabián (Renda) la Liga Nacional B acá en Linqueño, como también nos reencontramos acá en Lincoln en esa Liga Nacional B. Entonces quedan cosas muy marcadas en la piel, en el corazón. Obviamente soy hincha de Gimnasia, lo miro siempre al fútbol, me quedó grabado a mí y obviamente a mi hermano, que nos seguía, viajó mucho con nosotros cuando él pudo porque su estudio lo permitía y nos acompañaba. Los chicos lo tenían como uno más del equipo y estoy muy agradecido con eso. Cuando nos fuimos de la Liga Nacional fue un sacudón para todos, en el medio de todo el problema que hubo, yo era chico y no tomaba dimensión hasta que me tuve que despedir de mi hermano, que él se iba a una guardia a trabajar y yo ese lunes me iba a Pico Fútbol. No me olvido más ese abrazo de «hasta acá llegamos» y empieza otra etapa. 

- ¿Qué sentimiento te quedó por el Lobo?
- Soy hincha de Gimnasia, y fijate cómo es mi carrera que yo me voy a Pico Fútbol, después dejo de jugar un tiempo y vuelvo a mi club. En Pico estuve dos años y por un accidente familiar tuve que dejar. Después de varios años vuelvo a jugar y se da la situación de que se da una situación parecida en Argentino de Junín ganando todo, y perdemos la semifinal del ascenso a la A contra Gimnasia, ese fue mi último partido de TNA. Mi último partido fue en Gimnasia, que nos elimina, y yo miraba a la gente cómo festejaba y un poco estaba festejando yo también, más allá de que uno compite, queríamos ganar, y que en Argentino tengo otra gran familia, un club donde me trataron también de maravilla, perdí con amigos, y ese fue mi último partido profesional.

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