“Beto Cabrera” era todo lo que, según una publicación en la revista El Gráfico, tuvo que decir León Najnudel cuando le preguntaron quién era el mejor jugador de la historia de Argentina. Porque antes de Ginóbili, Scola, Nocioni y compañía estuvo Alberto Cabrera, uno de los más significativos nombres en la historia del país.
Seis veces campeón bahiense con Estudiantes, 12 veces campeón bonaerense con Bahía Blanca, nueve veces campeón argentino con la Provincia de Buenos Aires, una vez campeón del argentino de clubes con Olimpo y una vez campeón sudamericano con Argentina.
Tal era su talento que hasta el Real Madrid de España alguna vez lo quiso. Tal fue también su grandeza que ni siquiera necesitó salir de su provincia para ser uno de los más grandes de todos. Le dijo que no a los blancos, pero también al Palmeiras de Brasil. Su único equipo fuera de Bahía Blanca fue Gimnasia y Esgrima de la Plata.
Recibió el primer Olimpia de Plata en 1970 y luego repitió en 1973 y 1974, estuvo ocho años defendiendo la celeste y blanca (desde 1966 hasta 1974), jugó dos mundiales y unos Juegos Panamericanos, disputando un total de 71 partidos en los que promedió 13.3 puntos. Por si eso fuera poco, en 1999 fue elegido el deportista del siglo en su querida Bahía Blanca.
Al comienzo era petiso y un poco gordo, pero trabajó duro y demostró que a base de entrenamiento y constancia todo llega. Fue uno de los primeros playmakers de la historia nacional. Fue una de las primeras leyendas. En Estados Unidos tuvieron a Erving antes que a Jordan. En Argentina tuvimos a Cabrera antes que a Ginóbili.
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