BÁSQUET

Daniel Norberto “El Mago” Aréjula

Recientemente elegido por los lectores de Democracia como el mejor basquetbolista juninense de todos los tiempos, habló sobre su infancia y su carrera deportiva.

Como la mayoría de los chicos de mi camada, el barrio era el día a día, nuestro medio de vida, nuestra vinculación. Tiene que ver con la formación que fuimos teniendo todos, porque se valoraba mucho la amistad.

En el caso mío comenzó la vinculación con el deporte. Jugaba al fútbol con los chicos del barrio, me encantaba tanto como el básquet. Pero hice natación y vóley en Jorge Newbery. Nadaba crol y estaban en el grupo César Merlo y Rebuffo. Era la época en que los clubes de Buenos Aires venían a competir a Junín o viajábamos nosotros. Me gustaba mucho la natación. Todo hasta los 12 años, después me dediqué solamente al básquetbol.

Tenía a una cuadra y media a Ciclista y a una cuadra y media, Los Indios. Dentro de los amigos del barrio el 90% eran todos jugadores de Ciclista. Yo fui para el otro lado. No solamente competíamos en lo que eran estrictamente los clubes, sino que había rivalidad en los partidos que se jugaban en las veredas, en las ventanas de las casas viejas. Era como que se improvisaban los aros. Ya a los 12-13 años, con otro físico, jugábamos en la calle igual que en el club  y la gente se paraba para vernos.

Pasaba mucho tiempo en la cancha de básquetbol. En verano era el lugar más fresco de Junín, el club Los Indios, para dormir la siesta. Salía de la escuela, almorzaba y esperaba que Pirulo Di Cienzo saliera del trabajo y me pasara a buscar para ir al club tipo 2 de la tarde. Hacíamos lanzamientos al aro y luego tiraba una colchoneta y me acostaba a dormir la siesta.

La mayoría de las veces entrenaba solo.  Tiempo después comenzó a venir Pablo Gianelli, que vivía también cerca del club. Mínimamente estaba seis horas en el club.

Nunca salí campeón con las divisiones formativas –salvo el mini- y en primera sí. Logramos el título en 1977 cuando Darío Racero nos incluye en el plantel junto con Gandolfo y Scaglione.

En esa época cuando terminábamos de entrenar nos bañábamos en el club. Pero como éramos menores estábamos en otro vestuario, distinto a la primera. Pero una vez que empezó el torneo, comenzamos a ganar. Hacia mil años que el club no lograba un título. Y como habíamos sido una llave del cambio en el plantel, nos autorizaron a bañarnos con los más grandes. Es como que nos aceptaron. Después logramos un par de títulos más, entre otros cuando vino Charles Mac Keller en el ´80.

Además jugábamos por la zona. Hubo un torneo tres ciudades que también ganamos. Es que no había otro tipo de competencias más que las que se podían generar entre los clubes. Los torneos más importantes a nivel país eran los Provinciales y los Argentinos.

A principios de 1981 me fui a River. Pero en 1979 me vino a buscar Ferro y me llevó por una gira de dos meses a Europa. Ya estaba Carlos Gandolfo en Ferro, con Miguel Cortijo y Pratto. Estaban Cisneros, el Tano Ferello, un equipazo. Ferro fue como Selección Argentina a recorrer el viejo continente. Fue una experiencia espectacular.

En realidad no me quise ir de Junín. Me parecía que tenía que disfrutar más cosas en mi ciudad. Yo ya estaba en la Selección Argentina Juvenil, en la preselección mayor que clasificó para las Olimpiadas de Moscú (que después no fueron). Yo fui el último corte. Como juveniles quedaron Mauricio Musso y Gabriel Milovich. Tatote era figura en ese momento.
En 1980 jugué un panamericano con la selección juvenil y ya estaba incorporado a la de primera. Es que tenía competencia nacional e internacional estando en Junín, no necesitaba irme de la ciudad.

A la vez empecé a estudiar Educación física en Lincoln y en 1981 me vino a buscar River. Ya estaba Tatote allá y eso pesó mucho en la determinación final de irme a Núñez. No me arrepiento para nada de la decisión –aún no siendo hincha- porque en ese momento fue la decisión correcta. Fuimos campeones Argentinos en 1983. En 1984 comenzó la pre-liga y perdimos la final con San Andrés. No ganamos la Liga, pero fui campeón con Ferro Carril Oeste en 1989.

Estuve en River hasta 1987, después me fui 2 años a San Andrés.  Estando en un Campeonato Argentino en Paraná, me fue a hablar León Najnúdel y me dijo que estaba armando un equipo de punta en Ferro para la Liga. Fue dura la negociación. Ferro era un club modelo, con un presupuesto a rajatablas y tuvo que incidir León Najnúdel para que me contrataran. Hasta nos pagaban con recibo de sueldo. De hecho tengo los aportes hechos en la caja de jubilaciones.

Cuando terminó esa temporada fue el año de la hiperinflación y Ferro fue uno de los clubes más afectados. Fue la bancarrota de Ferro y se desarmó el equipo.

Se hizo una liga corta en 1990 que se jugó de enero a mayo para poder nivelar el calendario que sigue hasta la actualidad. Ahí me contrató Peñarol de Mar del Plata.

Luego me llamaron de Venado Tuerto para el TNA. Allá estaba Marcelo Duffy. Logramos el ascenso.

Me fui a Olímpico de La Banda con Esteban Camissasa y Miguel Cortijo. Había un solo americano que habíamos llevado de River por conocerlo. Fue la época que Wolcowisky y Simoni jugaban como juveniles en el Chaco. Esa época del TNA era muy fuerte. Ganamos la primera fase de punta a punta y tras el receso largo nos enteramos que la dirigencia había cambiado el americano porque se les encantó. Trajeron uno muy problemático y nos quedamos en la semifinal con River. Nos sacó un partido en Santiago y nos ganó los dos en Núñez. Ese año ascendió Independiente de Pico.

Me quedé mucho tiempo solo viviendo en Santiago del Estero. Al otro año tuve propuesta de Madryn, Mendoza y Misiones. En Misiones estaba dirigiendo Rubén Magnano.

Decidí dejar de jugar profesionalmente para no estar tanto tiempo fuera de casa. Tenía 32 años y podía seguir jugando. La idea era jugar hasta los 35 que en ese tiempo parecía mucho y hoy es absolutamente normal.

Al año y medio volví a Junín. El primero que quizo generar algo conmigo fue César Merlo en Ciclista. Pero no tuvo el apoyo en ese momento para armar un equipo competitivo. Lo hizo más adelante.

Empezamos con Los Indios con el grupo de chicos que había. Hicimos un año una experiencia en el Regional. Me acuerdo que en Chivilcoy jugaba Stevie Anderson –que después jugó Liga Nacional-. Llegamos a la primera instancia. Al año siguiente lo traje a Marcelo Duffy para que nos diera una mano. Ganamos el regional y para la “C” no vino Duffy pero lo traje a Esteban Terzoli. Se reincorporó Ricardo Lorio, Mauro Puertas, que ganamos la “C”.

En la “B” se demoró mucho Los Indios en decidirse jugarle. Yo estuve a punto de irme a Buenos Aires un mes para hacer una buena pretemporada. Pero se decidieron sobre la hora. Terminaron descendiendo.

Ese año que jugaron la “B” yo quería seguir jugando y con un grupo de chicos que estaban en la misma situación mía nos fuimos a 9 de Julio. Hablamos con Muñoz Sagesse, Osvaldo González y el Chango Poggi para poder volver a que 9 de Julio compitiera en primera después de varios años sin actividad. Se recicló la cancha y se compró el tablero electrónico. Fue el primer paso y después siguió la competencia en el club hasta la actualidad.

Me acuerdo que traje a Marcelo Duffy, en Argentino estaban César Pastorino y Gastón Zagrodny, o sea que se hizo un torneo lindo.

Cuando terminó Los Indios de jugar la “B” volví al club y jugamos un torneo que era como un repechaje para los descendidos. Vino Esteban Camissassa. Perdimos la final en Pilar. Me acuerdo que dirigió D´Atri de Chivilcoy y nos mató en la última pelota que le hicieron una falta grosera a Camissassa y no cobró nada. Había tres dirigentes de Los Indios que lo corrieron por toda la cancha y después alrededor de la pileta de natación del club. Ahí fue cuando D´Atri dijo que mientras el dirigiera un equipo de Junín no iban a ganar nunca. Y le duró 20 años la palabra.

Estoy muy contento con que la afición basquetbolista me haya elegido a mí como el mejor de todos los tiempos, pero en realidad Junín sacó siempre grandes basquetbolistas que llevaron la bandera juninense bien alta por el país y el mundo.