El día que Argentina le ganó a la Unión Soviética con un “cachetazo” de Tatote sobre la chicharra
El Combinado Nacional asombró al mundo venciendo a URSS en 1979 por 88-87 con una genialidad del basquetbolista juninense.
Ocurrió el 29 de agosto de 1979 en cancha de Obras y Argentina le ganó 88-87 a la URSS con un cachetazo sobre la chicharra del basquetbolista juninense José Luis Pagella.
Pasó hace poco más de 40 años. Hoy, mientras la generación dorada y los muchachos de China nos malacostumbraron al éxito, nos olvidamos de que en una época competir contra los mejores era una quimera. No solamente por el hecho de ganarles, sino porque era dificilísimo clasificarse para los dos grandes torneos: Mundiales y Juegos Olímpicos.
Por eso, rememoramos uno de los grandes triunfos del básquetbol argentino en la etapa pre Liga Nacional. Ocurrió en el estadio de Obras Sanitarias (que hacía muy poquito tiempo se había inaugurado), el miércoles 29 de agosto de 1979. Por la Copa Intercontinental, la Argentina recibía a un equipo de la Unión Soviética cargado de figuras, donde sobresalía una estrella por sobre el resto, Sergei Belov, y una torre inmensa como Vladimir Tkachenko. Esa Copa, que no tuvo gran repercusión histórica (no se jugó muchas veces), la disputaron cuatro equipos de Europa y cuatro de América. Se realizaban dos giras (una de los europeos por América y viceversa) y allí se completaban todos los partidos. En la edición de 1979 jugaron la URSS, Yugoslavia, Italia y Bélgica por Europa y Argentina, Brasil, Puerto Rico y Canadá por América. “Para nosotros no era nada normal jugar contra ellos en esos tiempos porque muy pocas veces pudimos jugar un Mundial y nunca un Juego Olímpico –recuerda Carlos Raffaelli, la máxima figura del básquetbol nacional en esa época-. Yo había tenido la chance de enfrentarme a la Unión Soviética en un Mundial extra que se jugó en Perú en 1973, porque ni siquiera nos chocamos en el Mundial de Puerto Rico en 1974”.
La cuestión es que era Obras el estadio y Argentina-URSS, el partido. “Fue todo muy parejo. Ellos tenían a Tkachenko y a varias otras torres, mientras que nosotros, salvo Luis González, teníamos muy poca estatura –dice José Luis Pagella, el hombre de esa noche-. Chocolate Raffaelli fue el mejor jugador de ese partido y nuestro máximo anotador, pero si te cuento mucho más te estaría mintiendo”.
Raffaelli, humilde, no recuerda su producción particular del día ni quién lo defendía, aunque sí que “cuando te tocaba jugar contra tipos de la altura de la Unión Soviética, ibas a la cancha a ver qué pasaba. No podías armar demasiada estrategia contra eso, porque nosotros no teníamos gente alta”.
Con muchísimo esfuerzo y jugando un gran partido, la selección local llegó con alguna chance al final, pese a que restando cincuenta y un segundos perdía por 6 (86-80). Una seguidilla de buenas acciones y recuperos permitió colocarse a un punto (86-87), cuando se produjo la jugada clave del partido. Salto en el aro del ataque argentino. Tkachenko y sus 2.20 por el lado soviético y el Runcho Prato y sus 198 centímetros por el lado argentino. Quedaban 4 segundos apenas. La pelota salió despedida de las manos del árbitro y allí Prato aprovechó un segundo de desconcentración del gigante para robarle el salto. La pelota salió hacia la izquierda y entre Carlos Romano y Jorge Martín se molestaron para tomarla, por lo que el tiro apresurado del tucumano fue mal pisado. La pelota rebotó en el aro e increíblemente superó a Belov, que estaba bajo el cesto. Detrás suyo apareció Tatota Pagella para cachetearla contra el tablero y meterla. Al mismo tiempo, el reloj llegaba a cero. Victoria argentina por 88-87.
La primera reacción del héroe juninense fue darse vuelta para mirar el tablero, que marcaba el tiempo finalizado y el resultado a favor de su equipo. No lo podía creer. Simplemente atinó a saltar y comenzar el alocado festejo con los cuatro compañeros que estaban en ese momento con él: Prato, Romano, Martín y Luis González. “La jugada la recuerdo perfectamente –dice Pagella-. Cuando rebotó la pelota en el tablero, no tenía ni idea de cuánto tiempo faltaba y por eso solo intenté cachetearla. Recuerdo que hubo una protesta de ellos porque decían que había sido fuera de tiempo, pero no prosperó”. En realidad, algunos sospecharon que el reloj comenzó a correr tarde, aunque luego, el periodista Osvaldo Ricardo Orcasitas, de la revista El Gráfico, se tomó el arduo trabajo de tomar la secuencia fotográfica, de acuerdo a la cantidad de fotos por segundo que podía tomar la cámara de Marcelo Figueras, sacar el tiempo que había transcurrido. El cachetazo había sido legal.
Si bien la Copa Intercontinental no fue un torneo que duró mucho, el triunfo argentino en ese partido fue, y lo será a esta altura para toda la historia, el único de un equipo mayor de nuestro país sobre la Unión Soviética en campeonatos oficiales. “Nosotros estábamos pasando un muy buen momento –comenta Pagella-. De hecho, al año siguiente conseguimos la clasificación en Puerto Rico para los Juegos Olímpicos de Moscú, a los que después no fuimos por el boicot, pero creo que fue el techo de esa camada”.
Para la Argentina de entonces, no solamente era un sueño vencer a la URSS, sino que también era muy difícil obtener victorias ante equipos como Brasil, Puerto Rico o Canadá en el ambiente americano. Incluso en aquel Preolímpico de 1980 se consiguieron notables triunfos ante Brasil y Canadá, pero se perdió ante el local.
La victoria ante la Unión Soviética quedó registrada para siempre, más allá de que en la revancha el equipo de Alexander Gomelski ganó por casi 40 puntos. “Durante un tiempo, el compacto del triunfo se pasaba en los cines entre película y película. Yo nunca lo pude ver, pero me lo dijeron varios”, dice Pagella, que unos días después, el 4 de setiembre de ese 1979, cumpliría 25 años. El partido había sido televisado a todo el país y su repercusión, importante. La Argentina no ganó la Copa, claro, ni pudo ir a Moscú en 1980. Pero la historia que marcó ese 29 de agosto no se la quitó nunca nadie.