El calor agobia en la Capital Federal y cada uno que camina por la vereda parece estar en su mundo. De pronto, las miradas giran hacía un colectivo que intenta estacionar en la puerta de un hotel céntrico del que comienzan a bajar vestidos de azul "hombres gigantes", según describe una señora que, a la vez pregunta, ¿son jugadores de básquet? Efectivamente: es el plantel de Regatas Corrientes que regresa de su entrenamiento matutino y, allí, entre los más altos, aparece Damián Tintorelli diferente al "Tinto" que partió de Junín a los 16 años rumbo a Paraná para comenzar su carrera profesional.
Más robusto y espigado que aquel chico que jugaba en Los Indios y con toda la experiencia encima de su paso por Italia, Ben Hur y la Selección nacional. Pero si algo mantuvo intacto el muchacho que creció en las canchas de la liga local es la amabilidad y la simpleza de un pibe de pueblo. "Me gustaría terminar mi carrera en Junín para jugar ante mi gente", expresa el pívot.
¿Te emocionó cuando en Los Indios te entregaron una plaqueta por tu trayectoria?
-Mucho. Me hizo muy bien recibir el afecto del club donde nací: ahí hice toda la parte de aprendizaje, la época más linda en la que uno está todo el día en el club, se divierte jugando y hace muchos amigos. Fue hermoso que se hayan acordado de mí.
-Yendo por parte, ¿Cómo se dio lo de Echagüe?
-Fue por un campus que se hizo; viajé con un par de chicos más de Junín por medio de "Pepe" Moreno. Tenía 16 años: me hicieron la prueba y me ofrecieron quedarme. Ahí empezó a ser una etapa más profesional. Hasta ese momento, nunca había pensado llegar tan lejos.
-¿Te costó irte o aceptaste rápido?
-Quería irme enseguida, no pensaba en nada más. El "Negro" Mansilla que era mi entrenador en Los Indios, fue cauto y me habló para asesorarme porque aún era muy chico: eso me ayudó. Lo mismo hizo con mi familia para explicarle lo positivo de esta oportunidad. Siempre se lo agradezco a él y a mis viejos porque el paso a Echagüe fue la puerta a todo lo demás.
-¿En qué creciste yéndote a vivir con seis chicos de tu edad a una pensión?
-En todos los aspectos. Ya no tenía a nadie que me cocinara o me planchara la ropa: eso te ayuda a crecer. Recuerdo una vez que dijimos: ¡Vamos a comer unos panchos! Uno de los chicos en vez de poner el agua empezó a cocinar las salchichas en una sartén (risas). Anécdotas como esas hay miles, que son las que te ayudan a ir madurando. Los seis estábamos en la misma y compartíamos todo. Una experiencia bárbara en la que crecimos un montón y llegamos todos juntos al plantel profesional.
Su llegada a Europa
En el 2002, le llegó la oportunidad de viajar a Italia para sumarse al Cimberio Aironi Novara (los halcones de No-vara). Con 21 años seguía creciendo en el mundo del básquet. "Arranqué de cero y me costó adaptarme, pero me que-dé muy conforme con lo que pude dar", analiza.
-¿Fue más costosa la adaptación en Italia?
-Sí, costó más. Pasó todo de repente; fui a un campus y querían que me quedara en ese momento: no pensaba que iba a ser todo tan rápido (risas). Fue un golpe grande porque pasé de jugar TNA a Italia con jugadores muy duros, tres americanos por equipo, pero me fui adaptando. Para mi puesto en la cancha Italia es complicado porque es muy físico, se juega más uno contra uno. Pero de a poco fui creciendo. No fue fácil porque tuve que cambiar mis costumbres y demás, Por suerte me trataron muy bien y me esperaron: fueron cinco años muy buenos.
-¿En qué sentís que cambiaste como jugador yendo a Italia?
-Técnicamente mucho, porque allá el 4 entrena como si jugara de 3. Se practica constantemente la penetración, el amague, las fintas, etcétera. Lo mismo para defender. Eso te ayuda un montón para tus movimientos y no estar tan estacionado en el juego. Físicamente también, porque es gente muy grande, al principio me llevaban puesto para todos lados (risas). Fue un trabajo duro pero que dio sus frutos.
-En el momento de volver al país, ¿qué cosas analizaste para hacerlo?
-Quería tomar un poco más de protagonismo por decirlo de alguna manera. Quizás no es lo mismo aportar viniendo desde el banco que arrancar desde el inicio. En Europa estás más tapado por el nivel que hay. La vuelta a Ben Hur era muy positiva; era un equipo muy competitivo con Julio Lamas como técnico: me hizo mucho bien regresar a la Argentina.
-¿En Regatas pensás que alcanzaste uno de tus mayores picos de rendimiento?
-Puede ser. Tuve buenas actuaciones y le aporté cosas al equipo. Creo que aún puedo dar más. Está temporada tuve algunas complicaciones con distintas lesiones, pero pienso que cubrí las expectativas que tenían sobre mí cuando me trajeron.
-¿La Liga Sudamericana fue tu mayor logro como jugador?
-Sin duda. Fue algo impresionante por todo el contexto que hay en ese torneo. La forma en que lo vive la gente, cómo estaba la cancha el día de la definición, jugar fuera del país... Algo maravilloso. Va a ser imposible olvidar esa noche que obtuvimos el título.
La Selección
A mediados del año pasado recibió un llamado sorprendente para él. Le comunicaban que había sido citado al Seleccionado. "Nunca me lo hubiese imaginado", admite.
-Cuando te enteraste que iba a estar en el preselec-cionado argentino, ¿Qué sentiste?
-Orgullo. Me enteré viajando para Junín: ya estaba de vacaciones, me llama un periodista para preguntarme qué sentía, le dije: me estoy enterando por vos (risas). Fue muy lindo, fui a entrenar y me puso muy orgulloso, espero volver algún día. Sé que es difícil porque hay muchos jugadores de jerarquía pero uno el sueño siempre lo mantiene: hay que seguir trabajando y mejorar para que se repita la convocatoria.
-¿Alguna vez te llamaron de Argentino o Ciclista?
-Sí, cuando estaba en Italia. Les agradecí la intención pero estaba muy bien allá. Mi idea es terminar jugando en mi ciudad ante mi gente porque nunca lo pude hacer. Sería muy lindo.
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