A veces las vueltas de la vida deportiva hacen pasar a un hombre de héroe a villano o viceversa. Podría ser éste el caso de Adrián Capelli, quien logró ser idolatrado por la gente de Argentino y Ciclista –rivales basquetbolísticos que trascienden la frontera juninense– por lograr con ambos equipos el ascenso a la máxima categoría del básquet nacional.
Un técnico laborioso, inteligente y respetuoso que llevó de su mano al básquet local a lo más alto ganándose el cariño de dos parcialidades antagónicas. Arrancó en este deporte como jugador, pero luego comenzó de muy joven su carrera como entrenador y reconoce que “siempre tiraba más dirigir que jugar” y resalta: “Soy un agradecido de los jugadores que he dirigido”.
-¿Hay alguna razón por la qué preferiste dirigir?
-Ninguna en particular. Te soy sincero: a los 22 años, cuando empecé a dirigir, me comenzó a gustar cada día más y opté por esto. Arranqué haciendo las dos cosas juntas, pero día a día me iba inclinando más por ser entrenador. Me gustaba más y llegó un momento en el que tenía más ganas de dirigir que de jugar.
-Cuando quedaste a cargo del plantel profesional de Argentino, ¿qué sentiste?
-Una alegría muy grande. La dirigencia del club se la jugó por mí dándome la oportunidad y traté de aprovecharla al máximo. Era una linda responsabilidad y un crecimiento en lo personal. Es algo que no voy a olvidar porque ellos apostaron por mí para que diera mis primeros pasos.
-Vos les devolviste esa confianza dándoles el ascenso…
- Puede ser (risas). Haber ascendido fue una alegría muy grande. Pensá que en mi primer año al frente de un platel profesional logré semejante objetivo, no es cosa de todos los días. Con el correr del tiempo te vas dando cuenta de lo que lograste. Fue hermoso cómo se dio todo y más estando a cargo de un gran plantel con gente maravillosa.
-¿Te quedó una espinita clavada porque se les escapó el campeonato en los últimos segundos?
-Un poco el sabor amargo te queda de no haber podido salir primero. En realidad, el objetivo principal era ascender y se logró. Fue una alegría inmensa y el campeonato hubiese sido la frutilla del postre, pero nada más.
Su cruce de “vereda”
Luego del magnífico logro conseguido con argentino en 2003, Adrián Capelli dirigió al equipo en la “A”, aunque un año después dejó el cargo y pasó a Independiente de Pico para salvarlo del descenso. En la temporada 2004-2005, el hombre que había depositado en la Liga Nacional al equipo “azul” llegó a Ciclista para darle al otro equipo de la ciudad su único ascenso.
-Por tu paso a Ciclista, ¿tuviste algún reproche de la gente “turca”?
-No, creo que la gente sabe cómo soy. Obviamente nunca dejás conformes a todos, pero la mayoría hasta el día de hoy me trata muy bien. De un lado y del otro me brindan cariño.
-Tranquilamente el día de mañana podés volver a dirigir cualquiera de los dos…
-Sin duda. Imagino que las puertas de ambas instituciones están abiertas porque dejé una buena imagen. Mostré lo que puedo dar, el sacrificio que pongo en cada entrenamiento y, además, siempre me manejé con mucho respeto.
-Es extraño lo tuyo de haber conseguido dos ascensos con los dos equipos rivales de la ciudad…
-Sí, puede ser. No sé cuántos entrenadores han logrado ascender con los dos equipos de la ciudad. En lo personal, me llena de orgullo porque son cosas que van a perdurar de por vida y me hicieron muy feliz.
-¿Encontrás alguna diferencia entre un ascenso y otro?
-Mirá, cada torneo es distinto y cambian muchas cosas. Seguramente hubo diferencias en cuanto a la forma de jugar y cosas relacionadas con lo táctico, pero sentimentalmente fueron los dos muy importantes y festejados por igual.
-El descenso con Ciclista en la temporada 2006/07, que fue muy ajustado y a sólo un punto de diferencia con Obras, ¿sentís que fue una de las mayores tristezas que te dio el básquet?
-Sí, es una de las cosas que a uno le queda grabado y son difíciles de olvidar. Así como los ascensos son recordados, los descensos no se borran fácilmente y más por cómo se dio é‘ste. Sin embargo, me deja tranquilo saber que en otro torneo con la cantidad de partidos ganados esa temporada hubiésemos estado peleando arriba. Por otro lado, creo que hubo algunos manejos raros en ese torneo que no fueron muy claros. Aunque estoy satisfecho por el trabajo que se hizo y por eso el club volvió a confiar en mí y en la gente que me acompaña.
-El día en el que Bulchi convirtió ese famoso doble que sentenció a Argentino, ¿sentiste alegría por un lado y tristeza por lo que vos viviste en el club?
-Obviamente. Son muchos sentimientos que se mezclan, pero los que me conocen sabe óomo vivo los partidos. Ese día lo festeje mucho por cómo se dio el juego y todo lo que se habló en la semana desprestigiándome: me cayó muy mal. Jamás voy a querer dañar a la gente de Argentino, al que no lo entienda así le pido disculpas, pero nunca sería mal intencionado con ninguno de los dos. Ambos me han dado muchísimo, me hicieron crecer, ser muy feliz y le dieron de comer a mi familia, por eso, sería incapaz de faltarles el respeto. Estando de un lado o del otro siempre voy a querer ganar, pero jamás me burlaría.
-¿Pensás que pronto vas a tener la posibilidad de dirigir un equipo en la Liga Nacional que no sea de Junín?
-Yo tengo la tranquilidad de decir que en cada temporada que he estado traté de dar lo mejor. Ahora sólo pienso en tener nuevamente trabajo en cualquier categoría lo antes posible ya que es la primera vez que me pasa estar desocupado y para el que le gusta la adrenalina, no es lindo estar sin hacer nada: la “A” me gusta pero tampoco me enloquece.
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