Ayer se fue uno de los grandes modeladores de divisiones inferiores que dio el fútbol juninense: Salvador Armando Chiaravino. Promotor de ciertas actitudes fundamentales en los jóvenes, “Chiara” nunca se limitó al simple cumplimiento del aspecto deportivo, sino que incursionó en la importancia de la educación y en una gran cantidad de datos e informaciones diversas que ellos debían aprender, más allá de la pelota y la preparación física. Tenía 77 años.
Fue un histórico de las inferiores, solo comparable a la saga que protagonizaron, en distintos momentos, maestros como Edgar Aramburu, José Rusiñol, Héctor Mosca, el Negro Carlos Castro, el Gordo Lucio Moyano, Luis Alaniz, Héctor Tablada, Dionisio García, Emilio Ramos, WaldinoUrquiza y Cuca Galeano, entre tantos otros. No es exagerado puntualizar que toda su vida permaneció ligada al potrero y muy cerca de los chicos, como un segundo padre, tanto en lo deportivo como en la vida de todos los días.
Su rica historia de trotamundo de la pelota siempre estuvo estrechamente ligada con los colores celestes de Defensa, aunque se inició en B.A.P. y anduvo dejando enseñanzas por River Plate y Deportivo Baigorrita. Sin el librito bajo el brazo, pero sí con las consignas bien claras y definitivas. Lo suyo fue humildad y sencillez a la extrema potencia, sin marketing ni aureolas de sabiondo a contrapelo.
Por su adhesión al Partido Comunista, que empezó a masticar empujado por aquel gran dirigente que fue Antonio Lemaggio, sufrió persecuciones y pérdidas de trabajo durante la dictadura. En una charla con el periodismo local, aclaró: “En mis inicios apoyaba al radicalismo por Moisés Lebensohn, un señor con todas las letras. Lebensohn fue un gran líder, lo seguía en todos los actos. Fue una época muy dura, la policía lo perseguía y después de los actos se lo llevaban preso. Eso era lo malo que tenía el peronismo. Una vez vino el lujanero Federico Monjardina un acto a participar junto a Lebensohn y por defenderlos en la plaza de Villa Belgrano, nos corrió la policía y nos mató a palos. Con el comunismo tuve muchos problemas y nunca me pudieron agarrar con nada, simplemente lo mío fue opinar sobre lo que estaba bien y sobre lo que estaba mal. Apenas eso. Pero igual me echaban de los laburos por mi idea política. Esto también me pasó con el peronismo. En la época de los milicos, Alfredo Memoli (NR: ex presidente de Defensa) fue quien siempre me defendió. No me acuerdo la cantidad de veces que me fue a buscar a los cuarteles. Yo vivía en calle Coronel Suárez, a una cuadra de la SIDE, que estaba enfrente de la heladería Cognini, donde ahora está Gas Junín. Iban a mi casa a arreglar pelotas y yo les ponía el pie en la puerta para que no la abrieran del todo, porque tenía pintada una pared completa con la cara del Che Guevara y no querían que la vieran. Muchos de mis amigos hoy ya no están: Cachito Urra, Sánchez. Todavía me pregunto: ¿Por qué los mataron?, ¿por qué los hicieron desaparecer? Eran unos pibes bárbaros...”.
En algunas de las tantas conversaciones que tuve con él, solía explicar el estilo de fútbol que amaba, renovando el ejercicio dialéctico que supone confrontar sus ideas con las de otras corrientes futboleras circulantes. “Chiara” siempre defendía algunos valores irrenunciables que hoy prácticamente no existen, como la exaltación de la fantasía, las utopías y el compromiso que generaba jugar bien al fútbol, con la irrenunciable gambeta incluida. Así se expresaba, en una nota que publicó el diario deportivo Olé, a raíz de una recorrida por los más valiosos técnicos de pibes del país:“Llegué a la conclusión de que a los entrenadores se los juzga por diferentes virtudes. En primer lugar, por la sensibilidad futbolística que tienen, la capacidad de observación, la virtud de trasladar ideas y conceptos, lo creíble que pueden ser a todos los ojos de los niños y adolescentes, la convicción, la experiencia, la inteligente y, esencialmente, el carisma. Creo que se puede llegar al triunfo de distintas maneras. Pero la peor forma es dudando, cambiando en forma permanente (hoy marco al hombre, hoy marco en zona, hoy mixto, hoy con dos, hoy con tres, hoy toco, hoy no toco). De esa manera no se llega nunca al jugador y, por ende, a ningún lado. Entonces, me parece que hay que exhibir una profunda convicción de lo que uno pretende llevar a la práctica. Hay que tener ideas claras, saber expresarlas y trasladar confianza, no dudas, pero pateando a la tribuna esa idea loca y estúpida del “resultadismo”. Yo elegí este camino de la enseñanza a los pibes porque siempre tuve adentro una manera de sentir el fútbol. No mejor ni peor. Distinta a muchos entrenadores”.
En rigor, Chiaravino ha dejado un extraordinario legado, una pasión por el modelaje de pibes y una pasión por el trabajo responsable que nos gustaría que trascienda y alcance a las nuevas generaciones de entrenadores.
ADIÓS A UN GRAN REFERENTE
Murió Salvador Chiaravino, un maestro en la formación de jóvenes futbolistas
Enorme entrenador, que siempre arriesgaba en la base de su lirismo: ser coherente con lo que enseñaba y con lo que pensaba sobre el fútbol.
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