Como no conocí a Eusebio y con el correr del tiempo escuché infinidad de historias y anécdotas del “Caballero del Camino”, quise ir un poco más allá. Hablé con uno de sus legados, Helena Marcilla, sentados en la plaza que lleva su nombre, con un crepúsculo de testigo y al fondo la coupé Nº 4, que subían al trailer para ir a descansar nuevamente al taller, hasta la próxima acelerada.
Inicialmente dijo: “Es un orgullo venir todos los años, encontrarse con la gente, recuerdo al Gaucho Linguido cuando recitaba, ahora lo reemplazó un chico con unas palabras muy lindas que me emocionaron mucho”.
- Dijo ´Caito´ Legnani, en esta plaza, que solo Eusebio puede reunir esta gente a tantos años de su muerte...
- Si es algo que no sé qué decirte, en Recreo (Santa Fe) también le rinden su homenaje, no solo en Junín, tengo material de muchos lugares que tienen el recuerdo de papá. A pesar de los años que pasaron, la gente no se olvida, vienen a la plaza, me da una sensación de alegría, venir todos los 14 de marzo y volver a encontrarme con todos.
- ¿Cómo es para vos, un 14 de marzo, desde el desayuno en adelante?
- Siempre me preguntan eso, siento como que él está conmigo, que desayunamos juntos, como que lo siento, que lo palpo, que está ahí presente, a pesar que no lo conocí porque yo tenía un año y medio cuando falleció, todo lo que sé es por lo que me contaron.
- De eso que te contaron, ¿qué lo enojaba más a Eusebio y que lo ponía contento?
- Pienso que lo que más le gustaba era ser solidario, de ayudar y ayudar, quizás no se preocupaba tanto por él. Era buen mecánico, le gustaba las carreras, pero por sobre todo quería ayudar a la gente. No sé qué lo ponía mal o no le gustaba. En realidad, soy un poco parecida, no me gustan que me hagan destacar, sentirme importante por ser la hija de Marcilla, creo que él era también así. Todos me cuentan que fue humilde, sincero y fundamentalmente solidario.
COMENTARIOS