MANO A MANO
“Toti” Iglesias: “Pude ser partícipe de los momentos más importantes del club con goles"
En la segunda parte de la nota, el “Toti” rememora los días de gloria para Sarmiento y seguramente de todo Junín que, según Iglesias, estuvo constantemente pendiente del equipo. La vuelta olímpica, los partidos en la “A” y su amor por la gente “verde”.
El 8 de noviembre de 1980 no es un día cualquiera en la historia de Junín. Sarmiento tenía en sus manos la posibilidad de gritar campeón y ascender por primera vez a la máxima categoría del fútbol argentino. El “Eva Perón” estaba colmado como nunca, toda la ciudad estaba detrás de ese equipo que estaba a un paso de la hazaña. El destino haría del “Toti” un “ser supremo” para el hincha verde, no sólo por haber sido la figura del equipo en aquel torneo, si no porque con el gol que marcó a los cuarenta minutos del segundo tiempo logró unir en un grito a todo un pueblo futbolístico que festejó el arribo a la “A”.
-Llegó el choque con Chacharita y si ganaban eran campeones, ¿Cómo fue esa semana y el clima en la cancha?
-Impresionante. Estuvimos toda la semana concentrando en la laguna, porque en la ciudad no se podía vivir, era algo histórico y la gente estaba muy pendiente del equipo. Cuando llegó el día, teníamos muchos nervios y al ver la cancha de esa forma no lo podíamos creer, explotaba, creo, que como nunca.
-Ese gol tuyo contra Chacarita que les dio el campeonato y el ascenso, ¿pensás que fue uno de los más importantes de tu carrera?
-Sin duda, si yo en vez de hacer 25 goles hacía 24, a lo mejor no ascendíamos y se perdía el trabajo de todo un año. El más lindo seguro que no fue (risas), ni me acuerdo con qué la metí, pero fue importantísimo en mi vida y en la del club.
-¿Qué se te viene a la cabeza de cuando el árbitro terminó el partido y eran campeones?
-Recuerdo que iba dando la vuelta olímpica con Ortega y Bravi, agradeciéndole a Dios esto que me estaba pasando, me acordaba de cuando llegué a Junín buscando un futuro y todo lo bueno que había vivido en ese tiempo. Por eso le agradecía la oportunidad que me había dado, no podía haber sido mejor. Miraba la tribuna y la cancha se venía abajo, toda la ciudad estaba ahí, es algo indescriptible, creo que pocas veces viví algo así.
El Metropolitano de 1981
Comenzaba una nueva etapa para el club, jugar en la “A” no era sencillo y el grupo sintió el cambio. Los resultados no se daban, el equipo no estaba sólido como en la “B”, aunque el “Toti” siguió su camino goleador para ayudar a Sarmiento en la brillante resurrección de la segunda parte del torneo, que además lo llevaría a ser pretendido por los principales equipos del fútbol nacional.
-Llegó la primera división: imagino un cambio importante en sus vidas, en el juego, ¿En qué pensás que falló Perfumo en esa primera etapa que no les fue tan bien?
-Mirá, es duro el cambio de categoría para cualquier equipo y nosotros no fuimos la excepción. Perfumo arrancaba cómo técnico y creo que un poco se confió, pensó que era más fácil. En primera ya no te alcanzaba sólo con voluntad y ganas. Además, para muchos de ese plantel era la primera experiencia en la “A” y nos costó. Empezamos a pagar los errores y a darnos cuenta que con la primera falla perdíamos el partido. Nos llevó una rueda madurar. Vino Pizarro como técnico y fue más práctico en el planteo: apostó más a no regalarse. Perfumo, en cambio, venía más con el plan de jugar bien, tocar la pelota y bailar al rival. Nosotros creíamos que podíamos hacer eso, pero nos dimos cuenta que ese no era el camino. Entonces con Pizarro cambiamos mucho, a Gareca le decía “usted cabecée y rómpale la cabeza al central” y yo pensaba: “este muchacho está loco” (risas). El apuntó a la lucha, a no regalar nada y empezamos a sumar: en la segunda rueda perdimos muy pocos partidos y nos salvamos del descenso.
-Con Gareca formaron una de las mejores duplas que tuvo Sarmiento, ¿Cómo te entendías con el “Tigre”?
-Muy bien, éramos complementarios uno de otro. Yo era muy veloz, iba por afuera y sabía definir, el “flaco” era de ir por el medio y cabecear muy bien. Como Palacio y Palermo (risas).
-Tuvieron un partido decisivo contra Estudiantes para salvarse del descenso, ¿sabías que hiciste el gol para subir a la “A” y esa tarde marcaste el gol para dejar al equipo en primera?
-No (risas), después de tantos años nunca me había fijado en ese detalle tan importante. Ahora me doy cuenta porqué la gente me quiere tanto (risas). Por suerte, pude ser partícipe de los momentos más importantes de la historia del club haciendo goles trascendentales. Lo único feo de eso fue que no pude volver con el grupo para festejar. Yo me quedé en Buenos Aires y después me contaron que la gente nos estaba esperando en Chacabuco y que no se podía circular con el micro. No poder vivir eso, fue mi única deuda.
-¿Qué viviste en Sarmiento que en otro club no?
-El ver a toda una ciudad compenetrada con el fútbol, con lo que hacíamos cada fin de semana. La gente te hacía sentir bien constantemente, te demostraba cariño, te alentaba en la calle. No sé, en Racing también me demostraban afecto, pero cuando iba a la cancha o si me cruzaba a algún hincha, pero en Junín era a cada rato, te invitaban un lechón, al otro día un asado. A mí me pasaron cosas increíbles: un día me tocaron timbre y era un hincha que me dijo “a la tarde pasá por la gomería que te regalo las cuatro llantas de magne-sio para el auto” (risas). Después mi mujer iba a la pollería y le decían “este pollo va de regalo por el gol contra tal equipo” (risas). Eso no es de todos los días y no ocurre en cualquier lugar. Son recuerdos im-pagables, los momentos más lindos de mi vida.
-Otra alegría debe haber sido que la gente haya elegido tu nombre para una de las canchas del anexo…
-Obviamente, la gente de Junín no para de darme alegrías y de agradecerme, son cosas que la plata no te da, eso te da la pauta de que algo le diste a toda esa gente, es algo que cuando pisé Junín por primera vez nunca imaginé. Si se los contás a alguien de Capital te dice: “mirá qué bien”, y ahí queda. Pero que después de 28 años me reciban así me emociona.
-¿Si los tenés delante qué les decís?
-Como dice la bandera: “Eternamente gracias”.
-Llegó el choque con Chacharita y si ganaban eran campeones, ¿Cómo fue esa semana y el clima en la cancha?
-Impresionante. Estuvimos toda la semana concentrando en la laguna, porque en la ciudad no se podía vivir, era algo histórico y la gente estaba muy pendiente del equipo. Cuando llegó el día, teníamos muchos nervios y al ver la cancha de esa forma no lo podíamos creer, explotaba, creo, que como nunca.
-Ese gol tuyo contra Chacarita que les dio el campeonato y el ascenso, ¿pensás que fue uno de los más importantes de tu carrera?
-Sin duda, si yo en vez de hacer 25 goles hacía 24, a lo mejor no ascendíamos y se perdía el trabajo de todo un año. El más lindo seguro que no fue (risas), ni me acuerdo con qué la metí, pero fue importantísimo en mi vida y en la del club.
-¿Qué se te viene a la cabeza de cuando el árbitro terminó el partido y eran campeones?
-Recuerdo que iba dando la vuelta olímpica con Ortega y Bravi, agradeciéndole a Dios esto que me estaba pasando, me acordaba de cuando llegué a Junín buscando un futuro y todo lo bueno que había vivido en ese tiempo. Por eso le agradecía la oportunidad que me había dado, no podía haber sido mejor. Miraba la tribuna y la cancha se venía abajo, toda la ciudad estaba ahí, es algo indescriptible, creo que pocas veces viví algo así.
El Metropolitano de 1981
Comenzaba una nueva etapa para el club, jugar en la “A” no era sencillo y el grupo sintió el cambio. Los resultados no se daban, el equipo no estaba sólido como en la “B”, aunque el “Toti” siguió su camino goleador para ayudar a Sarmiento en la brillante resurrección de la segunda parte del torneo, que además lo llevaría a ser pretendido por los principales equipos del fútbol nacional.
-Llegó la primera división: imagino un cambio importante en sus vidas, en el juego, ¿En qué pensás que falló Perfumo en esa primera etapa que no les fue tan bien?
-Mirá, es duro el cambio de categoría para cualquier equipo y nosotros no fuimos la excepción. Perfumo arrancaba cómo técnico y creo que un poco se confió, pensó que era más fácil. En primera ya no te alcanzaba sólo con voluntad y ganas. Además, para muchos de ese plantel era la primera experiencia en la “A” y nos costó. Empezamos a pagar los errores y a darnos cuenta que con la primera falla perdíamos el partido. Nos llevó una rueda madurar. Vino Pizarro como técnico y fue más práctico en el planteo: apostó más a no regalarse. Perfumo, en cambio, venía más con el plan de jugar bien, tocar la pelota y bailar al rival. Nosotros creíamos que podíamos hacer eso, pero nos dimos cuenta que ese no era el camino. Entonces con Pizarro cambiamos mucho, a Gareca le decía “usted cabecée y rómpale la cabeza al central” y yo pensaba: “este muchacho está loco” (risas). El apuntó a la lucha, a no regalar nada y empezamos a sumar: en la segunda rueda perdimos muy pocos partidos y nos salvamos del descenso.
-Con Gareca formaron una de las mejores duplas que tuvo Sarmiento, ¿Cómo te entendías con el “Tigre”?
-Muy bien, éramos complementarios uno de otro. Yo era muy veloz, iba por afuera y sabía definir, el “flaco” era de ir por el medio y cabecear muy bien. Como Palacio y Palermo (risas).
-Tuvieron un partido decisivo contra Estudiantes para salvarse del descenso, ¿sabías que hiciste el gol para subir a la “A” y esa tarde marcaste el gol para dejar al equipo en primera?
-No (risas), después de tantos años nunca me había fijado en ese detalle tan importante. Ahora me doy cuenta porqué la gente me quiere tanto (risas). Por suerte, pude ser partícipe de los momentos más importantes de la historia del club haciendo goles trascendentales. Lo único feo de eso fue que no pude volver con el grupo para festejar. Yo me quedé en Buenos Aires y después me contaron que la gente nos estaba esperando en Chacabuco y que no se podía circular con el micro. No poder vivir eso, fue mi única deuda.
-¿Qué viviste en Sarmiento que en otro club no?
-El ver a toda una ciudad compenetrada con el fútbol, con lo que hacíamos cada fin de semana. La gente te hacía sentir bien constantemente, te demostraba cariño, te alentaba en la calle. No sé, en Racing también me demostraban afecto, pero cuando iba a la cancha o si me cruzaba a algún hincha, pero en Junín era a cada rato, te invitaban un lechón, al otro día un asado. A mí me pasaron cosas increíbles: un día me tocaron timbre y era un hincha que me dijo “a la tarde pasá por la gomería que te regalo las cuatro llantas de magne-sio para el auto” (risas). Después mi mujer iba a la pollería y le decían “este pollo va de regalo por el gol contra tal equipo” (risas). Eso no es de todos los días y no ocurre en cualquier lugar. Son recuerdos im-pagables, los momentos más lindos de mi vida.
-Otra alegría debe haber sido que la gente haya elegido tu nombre para una de las canchas del anexo…
-Obviamente, la gente de Junín no para de darme alegrías y de agradecerme, son cosas que la plata no te da, eso te da la pauta de que algo le diste a toda esa gente, es algo que cuando pisé Junín por primera vez nunca imaginé. Si se los contás a alguien de Capital te dice: “mirá qué bien”, y ahí queda. Pero que después de 28 años me reciban así me emociona.
-¿Si los tenés delante qué les decís?
-Como dice la bandera: “Eternamente gracias”.