En artículos de Internet, en revistas y libros; entre amigos y familiares se suele proclamar el poder de determinados alimentos para prevenir algunos tipos de cáncer. El tomate para el de próstata, el pescado para el intestinal, el té verde para varios. Según versiones que circulan, el consumo incidiría notablemente en la aparición o no de la enfermedad. ¿Qué hay de cierto en todo esto?
Existe tanta cantidad de información, como de opiniones contrapuestas. Cada tanto aparece un supuesto estudio de una universidad de Estados Unidos o de Europa en el que se afirman los beneficios de determinados productos. En muchos casos, la “garantía” que induce a confiar en la investigación se apoya en que el nombre de la institución (desconocida para la mayoría) suena prestigioso.
Hasta el momento, ningún estudio avalado por la ciencia logró demostrar la influencia positiva y directa que ejercería el consumo de alimentos específicos en la prevención de la enfermedad.
Aunque se recomienda una dienta sana y equilibrada, existen pocas pruebas de que las frutas y los vegetales tengan efectos protectores y que los grasos sean malos.
Lo único que puede afirmarse con seguridad es la importancia de controlar el peso para disminuir los riesgos, y los efectos positivos de la actividad física en relación al cáncer de colón. Lo demás, todavía descansa bajo la categoría de “probable relación”.
La Organización Mundial de la Salud recomienda la ingesta de frutas, verduras y mantener una dieta sana para prevenir la enfermedad, pero no garantiza la incidencia real ni fomenta el consumo de esos alimentos que el boca en boca promociona como “súper poderosos”.
Con rigor científico
Sí existen datos convincentes de que el sobrepeso y la obesidad aumentan los riesgos de cáncer, como también el elevado consumo de alcohol, las aflatoxinas, y algunas formas de pescado al salazon (deshidratados) y fermentados. Y entre los factores con efecto protector, la OMS señala los efectos positivos, probados, de la actividad física para el cáncer de colon.
La doctora Alicia Stagnaro -coordinadora del departamento de oncología del Hospital Español y del Instituto Fides- explica que determinar la incidencia real y exacta de los alimentos sobre el organismo demanda un estudio complejo y de muchos años.
Advierte que en muy pocas investigaciones que circulan se puede constatar la veracidad. A su vez, alerta que muchas veces los informes esconden intereses económicos.
En relación a la influencia de alimentación sobre la enfermedad, Stagnaro opina: “No hay una sola causa para la aparición de tumores. Varios factores conjugan para provocarlos, y uno de ellos puede ser la dieta”.
Explica que continuamente se producen cambios a nivel genético en las células, y que el organismo se defiende de las transformaciones que lo podrían perjudicar. La alimentación cumpliría un rol importante en esta defensa.
“No es fácil demostrar la incidencia real de los alimentos, pero se sabe que todos los excesos son malos, y que hay productos más nocivos que otros: como los edulcorantes y los ahumados, que si se consumen en cantidad podrían alterar las células”, sostiene Stagnaro.
Se caen algunos mitos
En abril de este año, en la reunión de la American Association for Cancer Research, en la que participaron más de 18.500 investigadores, se presentaron indicios de que el café podría reducir el riesgo de algunos cánceres, y sobre los posibles beneficios de la vitamina D. No se planteó mucho más en relación a la alimentación y la enfermedad.
En 1997 las conclusiones habían sido diferentes: el World Cancer Research Fund y el American Institute for Cancer Research presentaron un informe afirmando que las dietas ricas en frutas y vegetales podían reducir la incidencia de cáncer en más de un 20 por ciento.
Según se dijo en ese momento, los vegetales verdes contribuirían a evitar los cánceres de pulmón y estómago. El brócoli, el repollo y los repollitos de bruselas ayudarían a prevenir los cánceres de colon y tiroides. También las cebollas, los tomates, el ajo, las zanahorias y los cítricos parecían tener un papel importante.
Sin embargo, el resultado de los casos que se siguieron fue bastante desalentador. Aunque se podría deducir beneficios sutiles de algunos productos, los investigadores reconocieron que las pruebas no podían considerarse convincentes en este sentido.
También se debilitó la idea de que los alimentos grasos son causa directa de cáncer, como la recomendación de comer más fibra. Dos meta-análisis publicados en 2011 llegaron a conclusiones encontradas: en uno se marcó un pequeño efecto de las carnes rojas sobre el cáncer de colon, y en el otro ningún lazo claro.
La oncóloga Fabiana Marmissolle sostiene que alrededor del cáncer y la alimentación abundan los mitos, las hipótesis y escasean las certezas. A pesar de esto considera importante mantener una dieta equilibrada desde la infancia. “Hay elementos o nutrientes que pueden colaborar en la prevención manteniendo la inmunidad elevada. En este sentido son buenas las frutas naturales y secas, las verduras, y los pescados”, dice la especialista, y recomienda consumir alrededor de 5 frutas y verduras no cocidas por día.
MITOS ALREDEDOR DE LA ENFERMEDAD
Dudas sobre la influencia de los alimentos en la prevención del cáncer
Abundan los “estudios” que proclaman productos “súper poderosos”. Mitos, hipótesis y certezas.
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