Sentados frente a una persona que, con un ojo observa la hoja y con el otro “pispea” nuestros gestos en busca de veracidad. Como si fuese un careo, la verificación de aptitudes en la entrevista personal dependía de alguna referencia y de la intuición de quien nos evaluaba. Una situación obsoleta, hoy el “adn” laboral de una persona se conforma de una serie de elementos que distan mucho de una fría y distante hoja A4 con foto 4 x 4.
Hace poco tiempo tuve oportunidad de evaluar algunos perfiles mediante la lectura del tradicional CV. De las cosas que más me llamaron la atención fue el hecho de no encontrar un correlato entre lo que prometían esos párrafos y la realidad. Acaso nuestra ciudad y el acceso inmediato a las redes sociales nos permiten corroborar si lo que se dice es real o sólo un relleno de palabras para completar el formulario de intención.
“Voluntad de progresar”; “deseos de crecer”; “curioso emprendedor”. Un sinfín de frases que al ser cotejadas con un perfil en redes sociales no hacían más que alejar al candidato de la posibilidad. Está claro, la realidad supera los formalismos y la única carta de presentación veraz por estos días radica en el armado de un mapa de actitudes sociales expresadas en los medios de referencia o en los intercambios reales.
La inquietud de esta columna surge en el diálogo con una chica de 18 años radicada en Chicago a quien le consulté si en el colegio les hablaban sobre redes sociales. La respuesta no sólo fue afirmativa sino que además me expresó que las autoridades tenían muy en cuenta el comportamiento social, tal es así que si encontraban fotos comprometedoras (en situación de consumo de alcohol por ejemplo) era probable que tuviesen inconvenientes para el acceso a la universidad.
Sin hacer juicio de valor sobre el avance de empresas o instituciones sobre nuestra “vida privada” que nosotros mismos hacemos pública, esta situación es una realidad. Nuestro perfil ya no comprende límites y estamos expuestos a una evaluación permanente. Tenemos que ser seductores, formales y divertidos. Frescos, espontáneos e inteligentes. Todo junto o en el mejor de los casos ser reales y de ser así llevarlo al CV. Muchas veces es más valorada la sinceridad: “no tengo experiencia alguna pero muchas ganas de aprender”. Quizá esa declaración funcione como frase que independiza a cualquier postulante del esfuerzo de la farsa.
Se acabó el tiempo de las técnicas tradicionales de investigación o búsqueda de personal. Es tiempo de verificaciones empíricas. El acceso a la información está al alcance de todos. Ya no hay “relleno” de contenido en las promesas sobre un producto o persona. Quizá el paradigma sobre el cual la gente ubica al marketing personal no esté relacionado con la falsedad sino con la construcción veraz de una propuesta diferencial y, por estos días decir la verdad es arrancar con ventaja.
MARKETING APLICADO
Curriculum Vitae
Entre aptitudes y actitudes, las presentaciones contemporáneas superan el formato impreso.
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