El calor intenso puede ser mucho más peligroso de lo que se cree comúnmente y no sólo traer consecuencias indeseadas para la salud a cualquier edad, sino que incluso puede provocar muertes, en especial a las personas mayores de 65 años, que son las más vulnerables a las altas temperaturas.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las temperaturas extremas del aire contribuyen directamente a las defunciones por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, sobre todo entre las personas de edad avanzada.
En ese sentido, y a modo de ejemplo, en la ola de calor que sufrió Europa en el verano de 2003, se registró un exceso de mortalidad cifrado en 70.000 defunciones.
En la Argentina y en muchos otros países se acerca el verano, y con él, las altas temperaturas.
Si bien el organismo humano tiene la capacidad de mantener constante la temperatura corporal, incluso en presencia de variaciones ambientales, a medida que envejecemos se producen cambios en la termorregulación y en la percepción de la temperatura por varios motivos:
1) La piel se adelgaza y se desnaturalizan los receptores cutáneos de la temperatura, por lo que los ancianos pueden tener dificultad para percibir con certeza si tienen frío o calor.
2) Experimentalmente, se ha demostrado que con el envejecimiento, se presentan déficits de adaptación a las temperaturas externas, por lo cual en épocas de altas temperaturas, las posibilidades de sufrir un “golpe de calor” son muy altas.
3) La cantidad de agua corporal disminuye a edades avanzadas.
4) También disminuye la capacidad de retención de orina, razón por la cual muchos adultos mayores no quieren tomar agua.
5) Algunos antihipertensivos que suelen tomar los adultos mayores podrían aumentar el riesgo de deshidratación.
¿Cuáles son los síntomas del golpe de calor?
En el golpe de calor, la temperatura corporal se eleva por encima de los 40 grados, el pulso se acelera, y pueden producirse cambios en el estado de conciencia (somnolencia), la sudoración cesa y la piel se observa seca, caliente y enrojecida. Otras manifestaciones a tener en cuenta son dolor de cabeza, sensación de fatiga y sed intensa, náuseas, vómitos y/o calambres musculares.
Por su parte, en la deshidratación hay confusión, se seca la boca o se torna pegajosa, baja la presión arterial y puede aparecer irritabilidad, sudoración excesiva, respiración agitada, pulso débil pero rápido, vértigo, calambres, cefalea, entre otros síntomas.
Frente a los síntomas descriptos, lo ideal es concurrir rápidamente a la consulta médica en el centro de salud más cercano.
“En Hirsch, Centro de Excelencia para Adultos Mayores y Rehabilitación, los residentes tienen atención permanente las 24 horas del día y se previenen los golpes de calor y la deshidratación mediante la hidratación continua y la refrigeración de los ambientes. Pero son millones los ancianos que viven solos, o que no tienen cuidadores permanentes, por lo cual es muy importante que ellos mismos o sus familiares tomen las precauciones necesarias”, apunta Moisés Schapira, director médico del establecimiento pionero en el país.
Sin embargo, si hubiera un caso de urgencia, si una persona siente mareos o se desvanece hay que acostarla en un lugar fresco, bajo techo.
Se debe ofrecer líquido abundante a efectos de rehidratar, pero nunca infusiones calientes ni muy dulces.
Un chorro de agua en las muñecas proporciona alivio. Si la temperatura corporal aumenta, hay que sacar la ropa de la persona afectada, pasar una esponja mojada por la cara, y, en lo posible, dar un baño con agua fría.
También es útil utilizar paños fríos y bolsas de hielo en la cabeza.
Para evitar los efectos del intenso calor se recomienda:
- En la medida de lo posible, tener siempre una botellita de agua a mano.
- Tomar duchas o baños frescos (no helados).
- Evitar las multitudes.
- Usar ropa que le quede suelta, de algodón que permita la transpiración (las fibras acrílicas dificultan la transpiración y retienen más calor) y de colores claros.
- Protegerse del sol poniéndose un sombrero o usando una sombrilla.
- Usar cremas de protección solar, factor 15 o más.
- Tomar bastante agua antes de comenzar cualquier actividad al aire libre. Beba agua adicional y/o jugos de frutas durante todo el día.
- Evitar el uso de bebidas alcohólicas, aquellas especialmente dulces y las infusiones calientes.
- Evitar comidas muy abundantes; ingerir verduras y frutas.
- Programar sus actividades al aire libre para horas no muy calurosas; como antes de las 10 o después de las 18 horas.
- Evitar juegos en espacios cerrados sin ventilación y lugares de extremo calor.
- Tener en cuenta que si se padece patología respiratoria o cardíaca, hipertensión arterial, diabetes, obesidad o enfermedades crónicas, los riesgos se multiplican.
VIDA SANA
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