Un chirlo en la cola, el coscorrón en la cabeza o una tirada de oreja son algunos de los “correctivos” a los que muchos padres recurren cuando tienen que retar a sus hijos. Algunos lo hacen convencidos de que es la mejor manera de criarlos, otros lo repiten sin culpa ni demasiado análisis. Según datos difundidos esta semana por Unicef, uno de cada cuatro padres reconoce usar estos métodos, en una frontera muy delgada -y a veces no del todo clara- entre lo que es un reto severo o lo que puede ser directamente un maltrato físico. ¿Cuál es límite? ¿Cuál es la manera apropiada a la hora de castigar o retar a un chico?
La violencia contra los niños no es un tema nuevo y suele mostrar datos preocupantes ante cada nuevo análisis de la problemática. Frente eso, la propia Organización de las Naciones Unidas recomendó leyes específicas contra todo tipo de maltrato infantil. Porque aún hoy, se asegura, millones de padres de todos los estratos sociales, económicos y educativos siguen pegándoles a sus hijos como parte de la crianza cotidiana. Y el límite entre el simple reto y el maltrato, se apunta, se pasa de manera cada vez más frecuente.
En la mayoría de los casos de menores maltratados en Junín, afirman los especialistas, el agresor se encuentra dentro de la propia familia. Y la mayoría de las veces son los propios padres.
Palizas, insultos que se repiten de día y de noche o una imperdonable indiferencia son solo algunas de las postales comunes en la triste historia de los miles de chicos convertidos en víctimas, paradójicamente, de las mismas personas que las trajeron a este mundo: sus padres. Si bien nunca terminan de reflejar el drama en su justa y real dimensión, sobre todo porque muchos casos jamás se denuncian y se pierden en el silencio y el dolor de infinidad de niños, los últimos números oficiales revelan la punta del iceberg: desde el 1 de junio de 2013 al 31 de mayo pasado, según datos de la Secretaría provincial de Niñez y Adolescencia de la Provincia difundidos esta semana, se intervino un total de 9.172 chicos por padecer situaciones de maltrato infantil, generalmente en el seno de su hogar. De ese universo de chicos agredidos, casi 6 de cada 10 fueron niñas y adolescentes mujeres.
Pero no son las únicas cifras: de acuerdo a los datos del Registro Estadístico Unificado de Niñez y Adolescencia, del total de intervenciones registradas durante el 2013 en nuestra región, el 37% estuvieron vinculados al maltrato físico; el 26% a la negligencia familiar, entendida como la falta de cuidados básicos; el 24% con el abuso sexual y el 13% con el maltrato psicológico.
Sobre los datos relevados, desde la propia Secretaría se asegura que “en general, la violencia contra los chicos y adolescentes se produce en el seno familiar”. Por ello, consideran fundamental que “todo el entorno del niño se involucre y alerte sobre estas situaciones: abuelos, tíos, vecinos, amigos, docentes, médicos, en fin, todos quienes puedan detectar comportamientos que pueden llamarles la atención deben comunicarse con los profesionales para recibir asesoramiento”.
Si estos episodios conmueven de tal manera a la sociedad es por una causa muy concreta. Se dan en el marco de un aumento de los casos de maltrato infantil, así como también en el marco de un crecimiento sostenido de los registros de chicos perdidos, la mayoría de los cuales (81%, según Missing Children) abandonan voluntariamente sus hogares, donde sufren alguna forma de violencia.
“La principal causa por la cual los equipos profesionales adoptan medidas de abrigo (una protección excepcional de derechos con la idea de brindar al chico un ámbito alternativo al grupo de convivencia) es el maltrato infantil dentro del ámbito familiar”, sostiene Dabalioni, quien, al igual que las autoridades provinciales, no duda en asegurar que los ataques a menores por parte de sus tutores es cada día más significativa.
“El resto de las situaciones que llegan representan el 15 por ciento del total de casos -apuntan desde la dirección municipal-, y son por consumo de sustancias tóxicas, falta de escolarización o falta de responsabilidad parental, entre otros motivos”.
Cuando se le pregunta sobre el tema a quienes trabajan en la problemática, la mayoría no duda en responder que, a diferencia de lo que sucede con la violencia contra la mujer, que ha sido visibilizada en los últimos tiempos, “el maltrato contra los chicos sigue siendo invisible”.
Formas de violencia
Según los expertos, no sólo una paliza tremenda es maltrato. También lo es el grito constante, la denigración o la indiferencia sostenida. “Se conocen tres formas principales de maltrato infantil: físico, emocional o psicológico y por negligencia o abandono. Las formas de maltrato producen lesiones físicas y emocionales indelebles, muerte o cualquier daño severo”, dice un informe de la Secretaría Regional para América Latina del Estudio de Violencia contra Niños y Adolescentes.
Argentina tiene la ley 26.061 de Protección de la Infancia. El artículo 9 reconoce el derecho de los niños a su dignidad e integridad física, establece las obligaciones de los organismos del Estado así como de las personas que tomen conocimiento de situaciones de malos tratos. Deja expresa la prohibición del castigo corporal, aún cuando no provoque lesiones visibles.
MALTRATO INFANTIL
Reconocen una escalada de casos de chicos golpeados por sus propios padres
Un informe de Unicef asegura que uno de cada cuatro mayores recurren al golpe para “criar” a sus hijos. En nuestra región, según las autoridades, la gran mayoría de los menores agredidos son víctimas de la violencia intrafamiliar.
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