Un ex combatiente juninense pasó diez días llenos de emoción en las Malvinas
Sergio Bustamante integró una delegación que viajó a las islas del Atlántico Sur, escenario de la guerra que enfrentó a las tropas argentinas con las inglesas y donde muchos de sus compañeros perdieron la vida. “Volver fue una experiencia inolvidable”, afirmó.
Sergio Bustamante siempre había soñado con pisar de nuevo las Islas Malvinas. Pese a haber vivido en carne propia la caída de muchos compañeros en combate y haber estado en la amarga retirada de las tropas argentinas del territorio ya perdido a manos de los británicos, el juninense día tras día fue cultivando la esperanza de volver.
El deseo se le cumplió más de treinta años después y la experiencia resultó “inolvidable”, según describió el propio protagonista en charla con Democracia.
Bustamante accedió al viaje gracias a un sorteo efectuado por Foetra, sindicato de las telecomunicaciones, que en una de sus fiestas anuales le brindó la posibilidad a ocho veteranos de guerra de retornar al sitio donde estuvieron entre abril y junio de 1982.
El vuelo se realizó varios meses después. Bustamante recuerda que cuando llegó ese momento, los nervios casi no lo dejaban dormir. “Cada día que pasaba me parecía imposible ir nuevamente a Malvinas. Fuimos tranquilos, pero cuando llegamos a Santa Cruz y subimos al avión chileno que nos tenía que llevar al destino se me empezó a formar un nudo en el estómago, tenía ganas de llorar, era todo muy loco y muy emotivo a la vez”, comentó el hombre que integró el cuerpo de infantería marina en sus tiempos de soldado.
El hospedaje fue en el hotel “Malvinas Host”, donde no fueron muy bien recibidos. “En general, allá hay mucha mala onda con los argentinos, y a nosotros nos lo hicieron sentir. Con decirte que solamente pudimos entrar a un negocio cuyos dueños eran chilenos porque en los otros nos maltrataban, faltaba que nos sacaran a empujones”, relató Bustamante.
Los instantes que les quedaron grabados en la memoria fueron la recorrida por el aeropuerto viejo (su lugar de desembarco en vísperas de la guerra), la caminata por los campos que fueron epicentro de bombardeos constantes y donde cayeron cientos de hombres y las dos visitas al cementerio.
“En el cementerio se te afloja todo. Es muy duro pensar que por obra de la puntería, del destino o de lo que fuere en ese lugar tenés a un amigo y podrías haber estado vos mismo. Visité la tumba del soldado Ricardo Mario Gurrieri, el único de los de Junín que está en ese lugar”, comentó.
Para Bustamante, las expectativas que se había construido el mismo en estas tres décadas quedaron cubiertas, pero una frase suya demuestra que más allá de su amor a la patria, algunas cuentas con la causa Malvinas no están saldadas ni mucho menos: “Si me mandan de nuevo a combatir, voy sin pensarlo”.