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INSEGURIDAD

Preocupa la proliferación de grupos de jóvenes que se “adueñan” de los barrios

En algunos casos “se juntan a tomar cerveza en la esquina y molestan a los que pasan por ahí”, pero en otros se suman delitos como “escruches”, hurtos, arrebatos o vandalismo. Dudas sobre el accionar de la Justicia: por qué “siguen en libertad”.

Hay un grupo de muchachos que desvela a la gente de su barrio. Existen numerosos reclamos de los vecinos sobre los delitos que cometen estos jóvenes, principalmente escruches (que es como se conoce al robo de viviendas en ausencia de sus moradores) aunque también hay testimonios de hurtos, arrebatos y vandalismo; aseveran que muchas veces “trabajan” para una mujer de ese sector que cambia el producto de esos delitos por sexo o drogas; se enfrentaron con armas a otros grupos de la zona e inclusive tuvieron un duelo muy fuerte –que incluyó una casa baleada– por el control de la barra de un club. Esto lo saben los vecinos, las autoridades, las Fuerzas de Seguridad y la Justicia pero, como reclamaba un referente social, “siguen en libertad y cometiendo estos atropellos”. En tanto, un funcionario judicial se quejaba a este diario porque “la gente está con el corazón en la boca por estos chicos que hacen lo que quieren”.
Esta situación tiene como escenario un barrio en particular (del que se preserva el nombre para evitar su estigmatización), pero se replica, con igual o menor intensidad, en diferentes zonas de la ciudad: grupos que se “adueñan” de las calles del barrio, vecinos con miedo y autoridades que no pueden o no saben cómo detener esto.
Y un trasfondo social que se erige como caldo de cultivo para que esto suceda.

Los barrios y la Justicia

En otro vecindario “la gente no dejan sus casas solas, organizan su vida diaria de alguna manera como para que siempre haya alguien, o le avisan a un vecino si salen, porque temen que les entren”, alertó una fuente vinculada a la Justicia local.
Desde esta realidad, hasta “los pibes que se juntan a tomar cerveza en la esquina y molestan a los que pasan por ahí”, se advierte que los grupos van ganando “la calle”, lo que se traduce en preocupación para los vecinos.
El problema no sería tan complejo si solamente se juntaran en las esquinas, pero el panorama se agrava cuando aparecen los delitos que, en general, son considerados “menores”, aunque pueden llegar a ser más comprometidos.
Y en ese sentido, hay quienes miran el accionar de jueces y fiscales con recelo, principalmente en el Municipio: “Hace falta una respuesta de la Justicia. Por ejemplo, hay una chica de menos de 30 años que tiene no menos de diez entradas en la Comisaría por diferentes causas, desde drogas hasta robo de motos, y sigue en su casa; a los que traen estos problemas, los conocen”, comentaba un alto funcionario comunal.
Sin embargo, los investigadores advierten que el tema no es tan sencillo. “Una cosa es tomar conocimiento de una denuncia, y otra cosa es probarla –dijeron a Democracia–, muchas veces los vecinos no hacen las denuncias, o las hacen sin precisiones o de manera muy vaga”.
Es que declarar con frases tipo “yo lo vi con un bulto”, o “para mí fueron ellos”, o “tenía la cara tapada”, dificulta el accionar de los pesquisas.
Además, hay que tener en cuenta que en muchos casos no se hacen las presentaciones correspondientes en las comisarías o dependencias judiciales, porque los eventuales denunciantes luego tienen que volver al barrio y convivir con las personas a las que acusaron, con los riesgos que ello implica.
Ahí reside la dificultad de poder dar una respuesta al reclamo de los vecinos para que “no sigan estando libres”.
Con todo, tal como informó este diario la semana pasada, las autoridades señalaron que se reforzó la seguridad en algunas zonas “calientes”.
Además, aseveran que también se están haciendo trabajos de inteligencia sobre algunos puntos críticos de la ciudad.

Trasfondo social


Hay un punto en el que todas las fuentes coinciden y es que existe una situación social que favorece este escenario.
En ese marco, “la ausencia del Estado” se patentiza, sobre todo, en los sectores periféricos de la ciudad, lo que termina siendo el “caldo de cultivo” de estos comportamientos.
“Hay mucha facilidad para el acceso a las drogas”, deslizan desde el Municipio y eso “termina llevando a los pibes por ese camino”.
Pero al mismo tiempo, se busca no estigmatizar a los adolescentes y, en ese sentido, hay referentes barriales que remarcaron a Democracia que trabajan para que “no se persiga a los jóvenes” de los sectores sociales vulnerables. “Hay que darles trabajo, estudios, cursos, ofrecerles la posibilidad de salir adelante para que sean aceptados en la comunidad”.
Del mismo modo, representantes de distintos estamentos estatales confirmaron que “se está trabajando en red” para atender esta problemática.

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