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EL LIBRO DE PAPEL SE RESISTE A DESAPARECER FRENTE A LOS NUEVOS FORMATOS DIGITALES

Pese al avance masivo de Internet, las bibliotecas siguen vigentes en la Ciudad

Especialistas aseguran que la lectura tradicional sigue siendo un hábito compartido por miles de juninenses, más allá de la proliferación del e-book y las tablets. Además, explican que en las salas se alcanza una concentración difícil de lograr en otros ámbitos.

El avance de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s) trajo aparejado cambios en numerosos aspectos de la vida cotidiana. De hecho, los dispositivos tecnológicos se volvieron casi indispensables para la concreción de actividades tales como la investigación, la búsqueda de información, la lectura de diarios y revistas, o el intercambio de mensajes entre amigos, colegas y compañeros de trabajo. Sin embargo, hay algunos “reductos” en los que las tradiciones se mantienen relativamente estables y en los que los adelantos tecnológicos parecen no haber modificado sustancialmente (aún) los hábitos y costumbres de la sociedad.
Tal es el caso de las bibliotecas públicas y populares de Junín, a las que cada año asisten miles de vecinos en búsqueda de los más variados títulos de la literatura local, nacional e internacional.

Internet, ¿peligro o complemento?

Para analizar la situación por la que atraviesan hoy el libro y las bibliotecas, DEMOCRACIA consultó a distintos especialistas de la ciudad, quienes coincidieron en señalar que la tradición de la lectura –con libros impresos- no se ha modificado abruptamente con el avance de Internet y, menos aún, con la reciente llegada de los e-books.
Sin embargo, plantearon algunas dudas sobre lo que ocurrirá en el futuro, ya que, según indicaron, “a lo largo de la historia, los formatos documentales se han ido reemplazando unos a otros”, por lo que no sería raro que los libros tradicionales cedan su lugar a las pantallas de teléfonos y computadoras.
“No creo que el avance de Internet haya sido algo negativo para las bibliotecas. Creo que el hecho comprobado de que se lee menos, tiene que ver con un cambio a nivel cultural en el que muy probablemente Internet haya sido sólo una de las variables”, afirma Adrián, encargado de la biblioteca Florentino Ameghino.
“En cuanto al tema de lo digital y lo impreso, eso sí es más difícil de predecir. A lo largo de la historia, los formatos documentales se han ido reemplazando unos a otros, así que uno podría estar inclinado a creer que en algún momento el libro impreso pueda ser reemplazado”, agregó.
De todas maneras, para el bibliotecario, la relación que existe entre el lector y su volumen “no es la misma” que la que existe con la pantalla, por más “manipulable” que el aparato sea.
“Tal vez, con el tiempo, el hombre aproveche lo digital cada vez más para lo burocrático o cuestiones similares, mientras que el libro permanecerá como la mejor opción para el esparcimiento”, arriesgó.
Por su parte, Cecilia Casa, de la biblioteca Paz y Trabajo, expresó: “Por el momento no hubo grandes cambios en el funcionamiento de la biblioteca. Al contrario, cada vez se asocia más gente. Incluso hay socios que tienen tablet, pero que siguen leyendo el libro impreso”.
En este sentido, la mujer indicó que el libro electrónico no reemplazará al tradicional y que “a la gente le sigue gustando el olor del libro impreso”.
Algo similar opina Mónica López, de la biblioteca municipal Bernardino Rivadavia, quien afirmó: “La lectura digital constituye una forma de leer más superficial que la forma tradicional. La obra no se disfruta y su entendimiento es menor que si se realiza del modo tradicional”.
Por eso, para la bibliotecaria, el e-book de ninguna manera constituye un peligro para los libros impresos, sino que más bien se trata de un complemento: “A la gente sólo le interesa que el formato elegido le sirva” y, en este sentido, “algunas veces utilizará el libro electrónico y otras veces el impreso”, dijo.
Con una visión algo más pesimista, Gabriela Faroppa, de la biblioteca popular Esteban Echeverría, opinó: “La globalización resultó ser un flagelo para el libro y las bibliotecas”, por lo que constantemente se buscan estrategias para acercar a los chicos a la lectura tradicional.
“Nosotros estamos encaminando proyectos de lectura e inclusión con los chicos del barrio, ya que queremos que la cultura del libro no se pierda. Contamos con cinco computadoras con acceso a Internet, pero cuando los chicos vienen, les damos libros. En caso de que no encontremos lo que necesitan, acudimos a la red, pero siempre con un libro en mano”, dijo.

Sustento

Las bibliotecas populares de nuestra ciudad (y las de la Provincia) realizan constantes esfuerzos por mantener sus puertas abiertas, ya que sólo se sustentan con el aporte de los socios (a través del pago de mínimas cuotas mensuales) y un subsidio anual enviado por la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), consistente en dinero en efectivo para refacciones edilicias, telefonía, limpieza y compra de libros y artículos de librería.
En cuanto a los aportes gubernamentales, la Provincia se encarga de pagar los sueldos de los empleados. En el caso de la biblioteca Esteban Echeverría, cuenta con el apoyo del Municipio, que les cede el edificio.
En el caso de la biblioteca municipal Bernardino Rivadavia, el gobierno local es el encargado de pagar los sueldos, comprar el material de lectura y cuidar y mantener las instalaciones.

Socios y ejemplares

Las cuatro bibliotecas consultadas cuentan con un total de 55 mil ejemplares (8600, la Florentino Ameghino; 17, Paz y Trabajo; 8.500, Esteban Echeverría; y 21.00, la Bernardino Rivadavia) y 410 socios (la municipal no tiene socios y las consultas son gratuitas).
En general, las visitas más comunes son las de mujeres adultas (de entre 40 y 70 años), aunque también suelen concurrir los chicos de escuelas primarias, tanto en el marco de visitas guiadas, como de forma independiente, a realizar sus tareas.
“Acá lo que más se ve son personas adultas y, sobre todo, mujeres. Pero también vienen chicas adolescentes, que empezaron a venir cuando salieron todas las sagas de vampiros. Hay un estante con títulos para ellas, y les encanta”, asegura Cecilia Casa.
“Principalmente viene gente grande, de entre 40 y hasta 70 años, algunos casos de hasta 80. También vienen chicos, de entre 4 y 16”, agrega Adrián, de la biblioteca Esteban Echeverría.
Respecto de los géneros más buscados, los bibliotecarios coincidieron en señalas a las novelas, ya sean románticas, de terror o policiales; así como los libros de autoayuda.
Entre los más chicos, en tanto, los favoritos son los cuentos de aventuras, terror, humor e historietas.
Además, en la biblioteca Municipal, quienes concurren suelen consultar los archivos de diarios locales y nacionales.

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