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EL DINERO SE DESVALORIZA CADA VEZ MAS

El debilitamiento del billete de $100 se nota en el ánimo de los juninenses

La mayoría de la gente afirma que con el papel violeta apenas alcanza para cubrir los gastos de un día de comida casera para una familia tipo. La ropa casi no se consigue por esa plata en la ciudad. El costo de la canasta básica en los supermercados locales.

No se pueden estirar. Tampoco se dejan agrandar. En los últimos años, los billetes que muestran el semblante de un serio Julio Argentino Roca fueron perdiendo su valor. Y no es que dejaron de representar los $100 argentinos sino que, paulatinamente, cubren un caudal cada vez más reducido de compras. 

Si bien su circulación se intensifica, el billete de $100 está quedando cada vez más corto. Roca se escapa de las billeteras de los argentinos y se esfuma, rápidamente, sin que nos demos cuenta.  

Lo que se podía comprar con un papel violeta en 2001, hoy se adquiere al triple. Para el argentino, cada vez son más las compras que superan los $100, y el bolsillo del consumidor funciona como un fiel reflejo de la realidad económica del día a día. “Los $ 100 que hace dos años una persona de clase media gastaba en tres días, hoy los gasta en uno”, dice Gabriela, una juninense que con su lamento refleja la preocupación general por el debilitamiento cada vez más sensible del billete más grande de todos los que hay en circulación.

Daniela puntualizó que  “una sola compra de lácteos sale $100. Si vas a tomar un café afuera, gastás $10. El changuito del supermercado recién lo llenás con $800. Y no te alcanza para todo el mes” (ver recuadro aparte). 

El sondeo realizado por DEMOCRACIA en una plaza céntrica dejó una conclusión casi unánime: “Los $100 de hoy son equivalentes, aproximadamente, a unos $30 pesos de hace un año”.

Entre los que trazaron paralelismo, Mauricio fue el más gráfico al señalar que “para comer todos los días con mi mujer y mis dos hijas, de 12 y 9 años, estoy gastando entre 80 y cien pesos por día. Y eso que la comida es casera, no es que la mandamos a pedir. Hasta hace un año o un poco más, con esa plata tenías para tres días”.

Sumado a los lácteos, los rubros que han sufrido mayores aumentos en los últimos años son la carne, las frutas, las verduras y los derivados de harina. 

“La realidad es que antes, en el súper, llenábamos un changuito con dos billetes de 100 pesos; y ahora, en cambio, nos cuesta por lo menos tres”, acotó por su parte María Inés. La tendencia a convertir en “carritos” el poder de compra de un billete de 100 pesos, de curso legal, aparece hoy en la Argentina como uno de los grandes indicadores que alcanzan a reflejar el incremento en la demanda de dinero del público.

Con todo, en la comunidad ya se instaló por completo la conclusión de que  la plata está cada vez más desvalorizada ante la suba incesante de precios y, ante ese panorama, el retraimiento del consumo y la crisis comercial son eslabones de una cadena cada vez más sólida en la ciudad.  

Poco a poco, la inflación empieza a quitarse el maquillaje y se anima a exhibir su peor cara. Entonada por el estancamiento salarial que apremia a gran parte de la clase media, sector neurálgico para que el flujo monetario no pierda efervescencia, la suba constante de los precios ya es una máquina de evolucionar a la que los consumidores no pueden seguirle el ritmo.

Para comprobar que a las familias juninenses se les ha complicado administrar el billete, hace unos días DEMOCRACIA comprobó en una recorrida realizada por diferentes negocios del casco urbano que la baja en las transacciones está cada vez más consolidada.  

Tanto dueños como vendedores de los locales relevados, de diferentes rubros, afirmaron estar sufriendo las consecuencias del celo con que la gente cuida su bolsillo.

Libreros, jugueteros, almaceneros, diarieros, vendedores de ropa y exponentes de la venta de electrodomésticos, entre otros, señalaron que la clientela disminuyó respecto del primer trimestre del año pasado. Pero la deflación se hace más evidente al comparar abril y mayo con el mismo bimestre del año 2011.

Expresiones como “ya estamos planchados” y “la crisis ya está instalada” se dejan  escuchar cada vez más seguido en los negocios de nuestra ciudad.

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