La historia de vida de María Karlen se inscribe en listado de personas, que nacidas en la zona, llegaron a Junín para ganarse en su rubro a través de dedicación y esfuerzo. En su debido caso, fue en las aulas de colegios locales donde, además de enseñar, también aprendió de sus alumnos tanto conocimientos como valiosas historias de vida.
Décadas después de un trabajo ininterrumpido, aún hoy sigue viendo los frutos de sus clases cuando recibe mensajes a través de las redes sociales o un cálido saludo cuando se cruza a un exalumno por las calles juninenses.
En diálogo con Democracia, Karlen recordó la infancia en Chacabuco; explicó el motivo de su llegada a Junín; y compartió cómo fue desarrollarse profesionalmente en el mundo de la docencia.
“Mi padre tenía campo y me crie hasta los seis años allí, siempre yendo y viniendo a Chacabuco que estaba a 20 kilómetros. Mi madre trabajaba como docente de colegios rurales y de la ciudad, para luego ser directora”, introdujo sobre su infancia.
Ya a los nueve años, acompañada por su madre, se mudaron al centro de la ciudad, mientras que su padre iba y venía constantemente repartiendo su tiempo entre el campo y la zona más urbanizada.
De tal forma, a los 18 años, Karlen se vinculó con nuestra ciudad. “Me iba a ir a estudiar bioquímica a Buenos Aires, pero el amor me trajo a Junín. Me casé de muy joven e hice toda la carrera de casada. Tuve mi primera hija durante la cursada y, a cinco días de recibirme, llegó mi segundo hijo”, compartió.
Precisamente, está haciendo referencia a su hija María Paola, Pablo Gregorio y Juan Eduardo, quienes se volvieron su razón de ser junto a su desarrollo laboral que tuvo lugar en decenas de aulas a nivel local.
Docencia
El amor la condujo a Junín y la vocación a la docencia. Acerca de su devenir en el mundo de la pedagogía explicó: “Siempre me gustó estudiar y leer. Fui buena estudiante en el secundario”.
Sin embargo, el camino no fue fácil. Al respecto, indicó: “Me costó ingresar en la docencia porque no tenía ninguna persona allegada y estuve cuatro años para lograrlo. Mis primeras suplencias fueron en el colegio Marianista y luego en el Nacional”, recordó y también mencionó el Comercial como uno de los espacios donde dio sus primeros pasos.
Fue así como Karlen alternó entre distintas aulas, mientras se iba haciendo de un lugar a nivel regional. De tal manera, brindó cursos en la Red Federal de Capacitación Docente como así también ofreció charlas y exposiciones literarias, entre otras acciones en su vasta carrera.
Sus más de cinco décadas como docente registran 22 años en el Nacional, lugar por donde pasó por todos los estamentos hasta ser directora; inspectora de educación de la zona; y profesora de artística en la Escuela de Arte, Conservatorio y Escuela de Teatro.
“Amé enseñar y me hubiera equivocado si seguía otra carrera. Me encantaba enseñar y formar. Siempre les decía a mis alumnos y hoy lo recojo después de tantos años: uno tiene que ser una clase pero, antes de eso, tiene que ser un buen grupo humano”, resaltó.
Siguiendo con su análisis en torno a su figura como docente, señaló que “fui exigente, pero siempre los respeté y tuve consideración. Me da placer y alegría, ya sea por las calles o las redes. Me hacen sentir reconocida”.
Para profundizar su mirada en torno a lo que representa la docencia utilizó al fútbol como concepto. “Recuerdo que los lunes dejaba que los alumnos me contaran sobre su fin de semana y hablábamos sin mirar. Me acuerdo de (Raúl) Azconzábal que, una vez, me dijo: ´Señora, no me pida tanto que ayer jugué al fútbol y ganamos”.
“Siempre pienso qué tiene el fútbol. Al igual que la literatura, genera emociones que no se pueden manejar desde lo racional”, agregó y comparó: “Hay que tener condiciones profesionales y también hay que ser un líder democrático. Lo veo a (Lionel) Scaloni silencioso e indudablemente tiene una gran habilidad para manejar tremendos egos y ha formado un gran grupo humano. Lo mismo ocurre con la docencia”.
Desafíos de la educación
De acuerdo a su experiencia en el mundo de la educación, al abordar el escenario actual, Karlen reconoció que “hay un cambio fundamental en la sociedad y eso hace su eco en la escuela”.
“En su momento, el Nacional era complejo, pero otro tipo de dificultad porque, a pesar de todo, las normas eran las mismas que cuando nos educamos antes. Sí recuerdo que empezaban ciertas circunstancias nuevas en aquella época: era incipiente el tema de la droga y la ruptura del tejido familiar, ya que la mayoría de los chicos no tenían padres separados”, describió.
Relacionado a las condiciones de ese momento, expuso su metodología de trabajo que eran “cariño, esfuerzo y normas claras. Me decían que era brava, pero venían cuando necesitaban algo”.
Volviendo al presente analizó: “Hemos pasado a otro tipo de educación, a un paradigma donde el papel dejó lugar a lo digital. De lo concreto estoy un poco alejada, pero ayudo a mis nietos a hacer la tarea”.
“Realmente les cuesta a los chicos. Por ejemplo, veo que la escritura no es lo mismo y los profesores, muchos jóvenes, no están preparados para dar respuesta a los chicos”, ejemplificó y sostuvo: “Hace falta replantearse un proyecto educativo adaptado al siglo XXI donde hay que educar para el cambio”.
Y siguió: “Lo anticipó el comienzo de la modernidad: el pasado ya pasó y el futuro está lejos, pero éste significa un cambio constante: eduquemos para el presente. El encuentro humano tiene que estar en la docencia y en la familia”.
Para concluir su mirada sobre el escenario educativo de hoy opinó: “Hace falta una decisión política para cambiar las cosas porque, valga la redundancia, la educación es una decisión política. También la formación docente de grado tiene que tener rango universitario y ser de calidad porque, la docencia, es la que forma todas las otras profesiones”.
Desarrollo literario
A la par de su desarrollo en la docencia fue incorporando herramientas para soltarse en el mundo de la literatura como escritora. Acerca de su bagaje en este sector valoró: “Nunca dejé de hacer cursos y perfeccionarme. Siempre fui jurado de los concursos literarios, panelista y coordiné talleres. Desde la literatura me fui acercando a los pintores, autores musicales y de teatro. Aprendí muchísimo de mis alumnos y eso es importante”.
Sin embargo, su desenvolvimiento como escritora fue cuando mermó su actividad en los colegios. “El tiempo siendo docente o inspectora no me permitía ese espíritu creativo, por lo que empecé a escribir libros cuando me jubilé”, reseñó.
De tal forma, en el año 2012, su primer trabajo fue “Rastros y de rostros”, mientras que el segundo tuvo lugar en el 2023 con “Mitología de lo cotidiano”. Ambas obras fueron presentadas en nuestra ciudad y han formado parte de las distintas ediciones de la Feria del Libro que promueve el municipio cada año.
Sin darse por satisfecha, Karlen proyectó nuevos desafíos para el futuro. Por eso, adelantó: “Estoy tratando de escribir una novela, pero me falta bastante”.
En torno a lo que implica el proceso de escritura de una obra consideró que “es un proceso caótico no es eso de que uno tiene inspiración y escribe. Uno tiene una idea, escribe algo, vuelve, corrige y así, paulatinamente, le va dando forma y formando una idea”.
Cierre
Al hacer un balance de su trayectoria, en primer lugar, abordó la arista social y manifestó: “Estaba muy arraigada en Chacabuco, pero siento a Junín como mi hogar. Tengo 74 años y con mi esposo cumplimos 56 años de casados. A esta altura soy más juninense que chacabuquense. De hecho, mis hijos y nietos son nacidos acá”.
Luego, hizo foco en su perspectiva laboral y compartió una enseñanza sobre el rol de docente. “Siempre es un desafío porque uno no crea motores o muebles, sino que acompaña y ayuda a desarrollar seres humanos. Hay tres cosas a tener en cuenta para ello: tener vocación, capacitarse profesionalmente y querer a los alumnos. Sin esas condiciones, no se puede ser docente en este momento”.
Dándole continuidad a su argumento agregó: “¿De quién aprende uno? Del que ama y del que quiere. Si los chicos se sienten queridos es posible que aprendan y se dejen guiar en esta etapa tan difícil como los tiempos de hoy en día. Digo esto porque hay que tener mucho conocimiento respecto al bullying y las drogas. No es que sean cosas exclusivamente de ahora porque siempre existió, pero antes no había redes. En mi época era más sencillo”.
Finalmente, abordó la faceta laboral, donde se haya en plena actividad, aunque con otra intensidad a sus años como directora. “Hoy coordino un taller para 15 personas adultas como yo: eso me gusta, me obliga a seguir leyendo, seguir preparándome y conocer autores nuevos”, comentó.
“También me gusta seguir frecuentando amigos y quisiera remarcar algo: cuando uno se jubila no se muere. Yo trato de mantenerme joven de espíritu y mantener la cabeza abierta.
Me gusta los jóvenes, hablar con mis nietos y verlos crecer. Se vive desde otro lugar”, concluyó.
COMENTARIOS