
Las lluvias en la cuenca del Salado serán clave para la recuperación de la Laguna de Gómez
En diálogo con Democracia, el ingeniero hidráulico Marcelo Rastelli, se refirió a la situación del espejo de agua y la relevancia de las precipitaciones de manera sostenida y extendida, pero también sobre la necesidad de mejoría de los niveles de agua subterránea.
Las últimas e intensas precipitaciones que se registraron en Junín generaron expectativas por el aporte al caudal de agua de la Laguna de Gómez y su camino de recuperación, luego de la crítica situación de sequía que comenzó en 2020.
Pero esa expectativa, más allá de que visiblemente el espejo de agua comienza a retomar cierto nivel, debe ser tomada con precaución y lo que es mejor aún, tratando de comprender el funcionamiento de toda la cuenca del Salado y su influencia en la laguna.
Democracia dialogó con el ingeniero hidráulico, Marcelo Rastelli, quien se desempeñara como director técnico en la Dirección Provincial de Hidráulica, sobre la situación de la laguna de Junín y el proceso que requiere su recuperación.
Asimismo, explicó sobre la relevancia de las precipitaciones, pero también sobre los niveles de agua subterránea.
Cuenca del Salado y ciclo del agua
La laguna de Gómez es parte de un sistema que, según Rastelli, “es esencialmente un paso de agua del río Salado en su naciente, por lo cual su fuente de alimentación superficial es la cuenca del río Salado”.
En ese sentido, la laguna es “receptora” de una cuenca “que nace con las nacientes propias del río Salado, y en este caso en particular, además está afectado por las obras que se han hecho para el plan Maestro del Río Salado, lo que se denomina sus cuencas anexadas”, indicó, refiriéndose a la Cañada de las Horquetas, sobre la que explicó que “es una canalización de una sucesión de bañados que se desarrolla en una línea aproximadamente oeste-este, en la franja norte de la provincia de Buenos Aires, hasta la Laguna Mar Chiquita. Y desde la Laguna Mar Chiquita, como sabemos, está el cauce del río hasta la Laguna de Gómez”.
Rastelli señaló que la alimentación de agua de las lagunas responde a la lógica de lo que se denomina “el ciclo del agua”.
“El ciclo del agua podemos recordarlo como aquel que se forma desde la atmósfera por eventos de precipitación y esas aguas esencialmente pueden acumularse en superficie, escurrir superficialmente, infiltrarse en el suelo y llegar a los niveles de agua subterránea, que son lo que denominamos las napas, y además volver a la atmósfera a través de la evapotranspiración, que es la evaporación combinada, tanto desde la superficie de contacto con el aire, como son las lagunas, como de los vegetales, que son la principal fuente de evaporación”, explicó el ingeniero.
Es así que cuando se realiza un balance de un cuerpo de agua como la laguna de Gómez, se debe medir la situación de cada uno de esos componentes.
Recuperación desde las napas
Una de las claves para la recuperación del nivel de agua en la laguna es lo que podría entenderse como la “recarga” de agua en las napas subterráneas, es decir, el nivel freático.
Según indicó Rastelli sobre el proceso, en primer lugar, se deben medir las lluvias acumuladas: “Se realiza un registro anual, para saber si estamos por encima o por debajo de los promedios”.
En segundo lugar, “evaluamos la evapotranspiración. Y, en general, lo que hacemos es considerarla en función de la época del año en que nos encontramos. Lógicamente la evapotranspiración es muy rica desde septiembre hasta aproximadamente marzo o abril y decae notoriamente en los meses de otoño e invierno”, señaló. Y, fundamentalmente, aseguró, “lo que tenemos que observar es la situación de los niveles freáticos, los niveles de aguas subterráneas. Porque, en realidad, las lagunas de la provincia de Buenos Aires, -una planicie de llanura, con algunas pequeñas elevaciones-, suelen ser testigos de los niveles de agua por debajo de la superficie”.
El ingeniero detalló que “cuando hay eventos muy ricos de lluvia, lo que suele suceder es que se cargan las napas, los niveles de aguas freáticas, aguas subterráneas, que ascienden hacia la superficie. Y lo que aflora en la laguna, que tiene un crecimiento importante, que es natural, en realidad es la presencia de aguas subterráneas”.
Claro que, cuando hay abundancia de aguas subterráneas, también hay abundancia de aguas por la superficie, y contribuye a que las lagunas se llenen más fácilmente, “pero el principal aportante que recarga las lagunas son los niveles de agua freática”, advirtió y consideró que “resulta muy importante tener una evolución de la medición de los niveles de aguas subterráneas”.
De hecho, aclaró que lo que se debe observar es la tendencia, “cuando tenemos una tendencia sostenida de crecimiento de los niveles de agua subterránea, es probable que en unos meses más y por un tiempo importante, en un año, dos, tres, vamos a tener las lagunas con un agua importante”.
Por el contrario, cuando los registros de agua subterránea estén en descenso, por más que veamos que las lagunas tienen agua, hay que saber que en poco de tiempo seguramente va a comenzar a reponerla, ya que las napas son una gran superficie de almacenamiento y actúan como una “esponja”, que acumula en el subsuelo.
Lluvia sostenida y extendida
Rastelli destacó que “se viene de un largo período de sequía, estamos por debajo de los promedios anuales” y que “el último período rico, o fuerte, en el registro fue en el año 2017”.
Así, el proceso de recuperación, “se empieza a manifestar con esta lluvia que ha sido importante en cuanto a la cantidad y a la extensión geográfica, entonces lo primero que ocurre es que se empieza a almacenar agua en el suelo”, detalló el profesional.
En ese sentido enfatizó que al hablar de “cantidad y extensión”, significa que llovió en toda la cuenca, es decir, “en la Cuenca del Salado y en la Cuenca de la Cañada de las Horquetas, que alimentan de alguna manera el agua de superficie al conjunto de lagunas”.
Esto es importante porque cuando las lluvias son solo locales, resultan insuficientes para tener el impacto necesario.
“Lo que estamos observando en este momento es que hay almacenamiento, pero si no se prolonga la lluvia, lo que va a ocurrir de acá a un mes, es que esta agua va a infiltrar y va a empezar a alimentar las napas”, advirtió Rastelli.
En conclusión, si se mantiene la lluvia regularmente y se va normalizando el régimen fluvial, y el río continúa alimentando el cuerpo de lagunas, “se irán completando los niveles freáticos y de ese modo podremos ser optimistas en cuanto a que los cuerpos de agua vuelvan a tener agua”.