
El Niño y La Niña: un juego de luces y sombras que impacta en la producción de la zona núcleo
Diferentes ingenieros agrónomos explicaron por qué se extendió tanto el último ciclo de seca y repasaron diferentes fenómenos, sin dejar de lado la actualidad de los cultivos que están en estado crítico. "Se espera un impacto más fuerte que en 2022", alertaron.
Los cultivos de la cosecha fina y gruesa de Junín y toda la Región vienen sufriendo desde hace varias campañas los efectos de la falta de agua, lo que ha generado que los rindes se vieran afectados seriamente. Inclusive, hubo temporadas en las que los productores han perdido casi todo lo invertido.
Este ciclo con escasas precipitaciones no es casual. Y para comprender esto, es necesario tener presente (aunque el sector agrícola ganadero lo tiene bien claro), qué son los fenómenos de El Niño y La Niña.
La zona núcleo, una de las principales regiones agrícolas del país, se encuentra en una constante interacción con estos fenómenos climáticos globales cíclicos originados en el Océano Pacífico, que ejercen una influencia significativa en las condiciones locales, impactando directamente en la producción agrícola y ganadera.
Cuando se produce un evento de El Niño, las temperaturas del Pacífico ecuatorial se elevan, generando un aumento en las precipitaciones en la región núcleo y otras.
Si bien estas lluvias pueden ser beneficiosas al inicio de la temporada, favoreciendo la siembra y el desarrollo de los cultivos, un exceso de agua puede provocar inundaciones, erosionar los suelos y afectar la calidad de los cultivos. Por otro lado, durante los eventos de La Niña, las temperaturas del Pacífico se enfrían, lo que suele traducirse en una disminución de las precipitaciones en la zona núcleo.
Las sequías prolongadas pueden generar estrés hídrico en los cultivos, reducir los rendimientos y afectar la calidad de los granos. Además, pueden provocar incendios forestales y problemas en la producción ganadera debido a la escasez de pasturas.
El ingeniero agrónomo Daniel Lavezzari recordó que, en todo enero, solamente hubo dos lluvias de calidad. Muy poco para las necesidades del maíz de primera, cultivos que “ya están muertos”, según lo explicado por el profesional. Es verdad que aún resisten aquellos que se sembraron de manera temprana.
En cuanto a la soja de segunda, Lavezzari consideró que las escasas lluvias sirvieron de alivio, pero aclaró que “los cultivos siguen en terapia intensiva”. En cuanto a la de primera, es la que mejor se mantiene. “Estamos entrando en una nueva ola de calor y, si no llueve, va a traer consecuencias peores”, anexó.
El Ingeniero agrónomo Martín Principiano advirtió que "a los bajos precios internaciones se le suma al sector una fuerte sequía que pone entre las cuerdas a los cultivos de verano". "Maíces tempranos con pérdidas de rendimiento ya confirmadas. Soja de primera ingresando o ya atravesando el periodo crítico de definición de rendimiento y sojas de segunda gran parte de los lotes ya perdidos o con una bajísima expectativa de rendimiento", argumentó.
Dos caras de una moneda
Básicamente son como dos caras de una misma “moneda climática”. Sequías e inundaciones que se originan, principalmente, en regiones tropicales y subtropicales (como lo es cada vez más la zona núcleo).
Por lo tanto, El Niño y La Niña pueden tener un impacto significativo en la producción agrícola. El primero de ellos puede favorecer el desarrollo de cultivos de verano como la soja y el maíz, pero también puede provocar pérdidas por inundaciones. La Niña, por su parte, puede generar sequías que afecten los cultivos y reduzcan los rendimientos.
En este juego de las dos caras de una misma moneda, la ganadería no se salva. Porque las sequías pueden reducir la disponibilidad de pasturas y agua para el ganado, lo que puede afectar la producción de carne y leche. Y los excesos hídricos, han provocado serias inundaciones que ahogaron al ganado.
Los últimos años
En los últimos años, se han registrado diferentes períodos, según los datos proporcionados por la Organización Meteorológica Mundial. Es importante tener en cuenta que la intensidad y duración de los eventos de El Niño y La Niña pueden variar, y sus impactos también pueden ser diferentes en cada región del mundo.
En Junín y la Región, El Niño tuvo un fuerte impacto entre 2014 y 2016. Aquel evento fue considerado como “muy intenso” y causó impactos significativos. Entre 2018 y 2019, volvió a decir presente, pero en este caso el período fue clasificado como “débil”. Y La Niña, que asomó durante 2010 y 2012, tuvo características muy fuertes y marcadas que se prolongaron durante un período de tiempo relativamente largo.
Entre 2016 y 2018, el mismo efecto incidió en el agro, pero el episodio fue considerado como “leve”. Mientras que entre 2020 y 2023, el evento fue moderado,aunque se extendió por un período de tiempo considerable. Durante el fuerte evento de El Niño de 2015-2016, la zona núcleo experimentó lluvias abundantes que provocaron inundaciones en varias regiones, afectando significativamente la producción agrícola. Por el contrario, durante los últimos años, la región ha estado bajo la influencia de La Niña, lo que ha generado condiciones de sequía y ha reducido los rendimientos de los cultivos.
Otro ejemplo claro de los efectos de La Niña en la zona núcleo fue la sequía que se produjo entre 2018 y 2020. Esta prolongada condición generó pérdidas millonarias en el sector agropecuario, afectando la producción de soja, maíz y otros cultivos.
Pero la peor condición se dio en 2022, con una sequía casi nunca vista que, por ejemplo, secó por completo el espejo de agua de la Laguna de Gómez. Esa sequía fue tan grandeque no hubo producción de los cultivos de invierno (trigo, arveja, cebada, entre otros). Por eso, la condición actual no es comparable con aquella, solo porque el trigo que hizo una muy buena campaña. Lo que falta ahora son buenas lluvias para la soja y el maíz.
Ciclo de sequía
En cuanto a la sequía que se vive, el ingeniero agrónomo Diego Guerra dijo que “las lluvias erráticas se dan muy marcadamente”. Si bien en términos generales y no puntualizando lluvia ha habido, el tema es que ha sido muy dispar. Inclusive, el profesional contó que “en lotes con un alambrado de por medio en un lado llovió y en el otro no”. “De todas maneras, salvo en situaciones muy puntuales, como para el lado de Junín, probablemente hubo lluvias un poco más copiosas”, dijo.
Uno de los cultivos más afectado por la sequía fue la soja de segunda, al respecto Lavezzari expresó: "Este cultivo ha sufrido muchísimo y ya se han secado entre el 50% y el 60% de las plantas que nacieron generando la pérdida de muchos lotes. Y en aquellos campos en los que aún no se han secado, no han crecido nada y apenas pasan la mitad de la altura de la paja de trigo”.
"Asociado a este contexto, como es de esperar, aparecen plagas relacionadas a la falta de agua. Se intensificó la presencia de arañuela y trips en soja. Muchos asesores y administraciones deciden parar las actividades hasta tanto no se aclare la situación en lo climático", dijo Principiano.
Pero esa buena campaña de trigo agotó las reservas de agua y la soja de segunda fue sembrada con muy poca humedad y, a partir de entonces, no llovió más.“Estamos hablando de una planta pequeña con raíces de poco desarrollo que si no tienen humedad superficial no crecen, y es esto lo que estamos viendo. En la Región era muy significativa el área sembrada con soja de segunda", dijo Lavezzari.
El ingeniero Principiano destacó que “el cultivo de trigo cerró en términos generales una buena campaña con bastante variabilidad zonal en los rendimientos asociado a la distribución de lluvias”. Así, por segundo año consecutivo, cerró un año bueno en lo productivo. “Queda en evidencia la mejora en la genética a través de nuevas variedades de alto potencial de rendimiento y el manejo”, dijo.
Respecto a los cultivos de verano, Principiano advirtió que “la falta de lluvias empieza a ser protagonista a medida que avanzan las semanas”. “A la fecha, lo más comprometido son los maíces de siembra temprana que están atravesando el periodo más crítico en definición de rendimiento. Incluso, ya se observan síntomas de falta de agua y se evidencian pérdidas de rendimiento”, consideró.
Guerra coincidió con su colega y aseguró que “la situación de los cultivos de maíz y soja es crítica debido a la sequía”. “El maíz sufre más que la soja, que lucha por sobrevivir. Se prevén bajos rendimientos y hay lotes de segunda al borde del colapso. Se necesitan lluvias urgentes”, expresó.
Guerra explicó que todo lo que es de primera, tanto maíz como soja, se están viendo afectados, principalmente el maíz. “La soja la viene luchando bastante bien, pagando costos, porque la realidad lo que hace la planta es activar todos sus mecanismos de defensa y de esta manera aborta estructura para lograr su subsistencia que es el grano”, comentó el ingeniero.
En cambio, Guerra aseveró que “las situaciones de los cultivos de segunda están al borde del quiebre”. La planta tiene un costo energético muy alto para sobrevivir a esta situación. “Si en los próximos días no llueve, directamente se van a perder más lotes en gran proporción”, expresó preocupado.
En cuanto al maíz temprano, el ingeniero Lavezzari precisó que, aquellos que lograron esquivar las consecuencias de la falta de agua fueron los que se sembraron en los primeros días de septiembre. "Estos maíces más o menos pudieron soportar gracias a las lluvias de noviembre. Pero lo que se sembraron después de los primeros días de septiembre se cocinaron con la sequía. Igualmente, aún hay esperanzas con el maíz tardío porque aún no ha llegado a su etapa reproductiva, pero de todas formas necesita de lluvias en el corto plaza".
Por el momento, la soja de primera aún continúa soportando los efectos de la escasez de humedad. "Si bien están medio quedadas y no tienen la altura que deberían tener, es el cultivo que hasta ahora más resistió, pero también necesita de más lluvias porque existe el agravante de que ya hay algunos lotes en principio de floración, con lo cual el ritmo de crecimiento vegetativo disminuye un poco. Sin lugar a dudas, la falta de agua le va a pasar factura a su rendimiento", declaró.
Lavezzari aseguró todos los cultivos de la gruesa perdieron potencial de rendimiento debido a falta de lluvias durante casi dos meses. "El panorama actual hace recordar un poco al fatídico año 2022 en el cual no se salvó ningún cultivo. Este año en la zona de Pergamino hemos tenido una excelente cosecha de trigo, pero en cuanto al maíz y a la soja, estos cultivos se han visto afectados en mayor o menor manera por la sequía. De todos modos, seguimos esperando esa buena lluvia de 50 mm que fue la que cayó en algunas zonas este domingo".
"Nuevamente lo climático vuelva a pegar al sector. Se espera un impacto más fuerte que la última sequía (22/23)", alertó Principiano.
El cambio climático
Principiano le dijo a Democracia que no se puede afirmar con certeza el impacto del cambio climático en los cultivos. Y aclaró: “Nosotros lo que tenemos al alcance son la estadísticas anuales e históricas de la precipitación en la Región. Y en función de eso podemos hacer un análisis de campaña, para atrás, para adelante. Pero no está por el momento claro cómo está impactando el cambio climático”. Y respecto a la sequía actual, Principiano dijo: “No sé si la sequía es producto del cambio climático, capaz que estamos viviendo un ciclo de cinco años secos y después se normalice”.
El panorama climático en el norte bonaerense comienza a generar preocupación. Asesores de Rojas y Colón coinciden en que este sector no está teniendo un buen inicio de año debido a la persistente ausencia de lluvias.
Los profesionales explican que el cultivo generó mucha materia verde al inicio, pero al cortarse las lluvias comenzaron a secarse las hojas basales, se produjo mortandad de macollos y hoy presentan una coloración más pálida. Aunque aún no se reportan daños críticos, los rindes ya están comprometidos.
Los más afectados
Principiano confirmó que "hay lotes de soja de segunda en la región que se han dado de baja". Y sumó: "Si se analizan los registros pluviométricos de las últimas cinco campañas, se observa que las lluvias fueron cerca de 250 mm menores por cada año. Esto explica las escasísimas reservas de agua en el suelo que quedan en evidencia cuando no ocurren lluvias. A su vez, los registros de lluvias para el periodo diciembre-enero se ubican entre los más bajos de la historia".
La soja y el maíz pueden ser los cultivos más afectados por la variabilidad climática. El exceso de lluvias puede provocar enfermedades en los cultivos y la pérdida de calidad de los granos. Las sequías pueden reducir significativamente los rendimientos y aumentar los costos de producción.
Los productores agrícolas han desarrollado diversas estrategias para hacer frente a la variabilidad climática asociada a ambos efectos. Uno de ellas es diversificar los cultivos y optar por los que son más resistentes a condiciones adversas.
Guerra dijo que, si bien los productores han tomado medidas previas, un tanto defensivas, en términos generales también ha aparecido en la zona el sorgo y el girasol, que no se ve tan habitualmente. “Son cultivos que pelean mejor estas situaciones de poca disponibilidad de agua. Entonces, eso es una actividad que el productor viene haciendo y, paralelamente, ha recortado lo que es siembra de segunda con maíz y se ha volcado más a la soja, por el menor costo de inversión”, contó.
Otra de ellas son los sistemas de riegos eficientes para garantizar el suministro de agua durante los períodos secos. Además, ya casi ningún productor se arriesga a no tener un seguro agropecuario que protejan sus cultivos y sus ingresos.
Y hay otro problema: las napas deprimidas. Sobre esto, el ingeniero Guerra dijo: “Venimos arrastrando una situación desfavorable en cuanto al agua, donde en la zona de Rojas, por ejemplo, las napas están por debajo de los siete metros y medio, cuando históricamente han estado en los tres metros y medio”. El ingeniero soslayó que “es una situación grave”, porque “para recomponer debería haber varios años benévolos de agua, pero será muy difícil”. Y, como siempre, la tecnología colabora muchísimo en la planificación de estrategias. El monitoreo de las condiciones climáticas permite tomar decisiones más informadas sobre la gestión de los cultivos.
Comprender los efectos de El Niño y La Niña en la zona núcleo es fundamental para tomar decisiones estratégicas porque los productores agrícolas pueden ajustar sus prácticas de cultivo y siembra en función de las condiciones climáticas previstas.
Claro está que ambos fenómenos climáticos tienen un impacto directo en la producción agrícola y la economía de la zona núcleo de Argentina. Por eso es fundamental monitorear estos eventos y tomar las medidas necesarias para mitigar sus efectos negativos y aprovechar sus oportunidades. En conclusión, la zona núcleo es altamente vulnerable a los efectos de El Niño y La Niña.