Adriana Conde disfrutando del escenario en un espectáculo.
Adriana Conde disfrutando del escenario en un espectáculo.
RECONOCIDA DOCENTE

Adriana Alicia Conde: “Soy una apasionada y vivo en modo danza”

Criada en el barrio Las Morochas, se formó como profesora de educación física para potenciar su carrera en el mundo artístico: su gran pasión. Trabajó durante décadas en el Instituto de Arte Junín hasta que fundó una escuela propia y siguió formando cientos de alumnas. “Estoy contenta con lo que hice y hasta donde llegué”, analizó en diálogo con Democracia.

Argentina tiene muchas figuras que han logrado trascender a través de la danza y se constituyeron en referencias nacionales. Julio Bocca, Maximiliano Guerra, Norma Fontenla, María Ruanova hasta llegar al presente con Paloma Herrera y Marianela Núñez, entre otros nombres que completan una lista importante.

Nuestra ciudad encuentra su reconocimiento en la figura de Adriana Conde, quien ha ido cobrando un valor distintivo hasta llegar a ser una referencia de esta disciplina. Sin embargo, tal hecho no es casualidad, sino que es producto de varios años de trabajo ininterrumpido y el compromiso por enriquecer el mundo cultural de Junín a través del arte. 

En diálogo con Democracia recordó la infancia en el barrio “Las Morochas”; destacó el lugar ocupado por su madre como una figura incondicional durante su proceso de formación; y compartió detalles de cómo fue el paso a paso hasta su devenir en la docencia.

También valoró lo que significó el Instituto de Arte Junín en su trayectoria profesional y compartió su visión como directora de su propio espacio de danza donde, además de la pedagogía aplicada al baile, sobre todo, se hace hincapié en la formación humana.
Infancia 

“Soy del barrio ´Las Morochas´ y vivía cerca del club Argentino. A los 4 años, acompañé a mi hermana al Instituto de Arte Junín, donde ella iba a empezar danza. La paradoja fue que ella iba a comenzar y fui yo quien terminó apasionada”, inició sobre su vida.

En lo que hace a su infancia manifestó: “Fue feliz y crecí junto a los típicos juegos de barrio. Era llegar de la escuela y jugar a la mancha, a la escondida o a la rayuela. Eso sí, mis horarios de danza no se negociaban con nada. Mi casa quedaba lejos del estudio de danza y me llevaba mi mamá, quien me esperaba a que hiciera la clase y me volvía con ella.

Hiciera frío, calor o lluvia, ella me esperaba y estoy súper agradecida a su figura porque fue incondicional. Nada era un esfuerzo, sino placer porque siempre iba a hacer lo que más me gusta”. 

Sobre la figura paterna indicó: “Hacía cuadros que armaba en su negocio llamado ´La cumbre´ y toda su vida se desarrolló en eso. No era que nos obligaba a estudiar, pero cuando se terminaba el secundario algo había que hacer”.

Conde finalizó los estudios escolares en el Normal y, tras eso, continuó con la carrera de educación física en Lincoln. Al respecto, señaló que “tenía amigas que habían comenzado educación física y me incliné para ese lado. No era una opción seguir estudiando bailarina en ese momento, que hoy sí. Entonces, encontré en la educación física una disciplina que tiene que ver con el movimiento porque era muy inquieta”.

Danza, la pasión

Además de su primer acercamiento a los cuatro años a un estudio de danza, durante su adolescencia, Conde inició un camino de perfeccionamiento en la disciplina con viajes constantes a Buenos Aires. En tal sentido, alternó entre el tren y el colectivo sus idas y vueltas a la gran ciudad para adquirir herramientas que le permitieran desarrollarse.

Tal conocimiento lo pudo plasmar como docente en el Instituto de Arte Junín, a través de las clases que encabezó en lo que hace a danza clásica y jazz. En simultáneo a ello, también construyó su carrera como docente de educación física en el colegio Padre Respuela.

En lo que hace a su materia, al abordar la parte artística, explicó: “Cualquiera de las dos danzas parten de la técnica. La danza clásica es rígida y técnica. Por su parte, el jazz, que muchas personas no saben identificarlo, podríamos decir, para graficarlo, que es lo que se lleva a cabo en los videoclips de artistas que cantan con coreografías”. 

“Mi estilo de danza jazz viene desde la técnica, pero es más descontracturado. Por eso, trabajamos música jazz, pop o hasta el hecho de llevar un tango al estilo de danza jazz.

Hay que tener conocimiento de la técnica que es lo fundamental. De hecho, es más laborioso el jazz que quizás no lo pueden identificar tanto a diferencia del clásico que si lo hacen”, aclaró. 

Abordando su lugar como docente comentó que “cada etapa evolutiva de la persona lo tenemos en una currícula. La carrera del alumno de clásico o de jazz es extensa. Para formarse son, mínimamente, siete años. Tomamos a chicos desde tres años y trabajamos en habilidades físicas e ir desarrollando la parte técnica”. 

De tal forma, al momento de definir lo que significa la docencia en su vida manifestó: “Es algo que me genera felicidad como así también placer el hecho de poder hacerlo. Vengo a dar clases con entusiasmo y más si vengo de tomar un curso y poder ofrecer material nuevo”. 

“El dar clases para mí es bailar, es como mi propio escenario. También es mucha responsabilidad porque también estamos trabajando con las chicas y su cuerpo. Preparar el cuerpo para después exigirles y hay que ser consciente de eso. Dar una buena base para después trabajar con las dificultades”, agregó.

Con un gran bagaje entre teatros y salones a nivel nacional e internacional, Conde eligió quedarse en Junín y montar una trayectoria distinguida allí. “No se dio irme a Buenos Aires porque formé mi familia acá. Tuve a mis hijos Gino en el 94 y Genaro en el 97. Más allá de eso, viajo mucho para ver obras, tomar cursos y conectarme con artistas. No sé si no surgió de mí o no se dio el destino. Estoy con felicidad de estar en mi ciudad ofreciendo formación en mi estudio”. 

Un dato para destacar en su trayectoria es el hecho de haber tomado clases de perfeccionamiento en lugares como “Broadway Dance Center” de Nueva York; los institutos “Carlota Portella” y “The Jazz” de Brasil; Noemí Coelho, el Congreso de musicales y ópera Rock y el Seminario de invierno y verano en el Teatro Colón; entre otros.

Análisis

Haciendo uso de su lugar de referencia como experta en la materia, Conde, abordó el mundo de la danza actual. En torno a ello, consideró que “hubo una evolución para bien”. Y describió: “El teatro Colón ofrece unos ballets únicos, de esa forma, se nutre y hace nutrir a la población de una forma inigualable. La oferta es abundante”.

“El mensaje es comer sano, hidratarnos y no esforzar al cuerpo a la delgadez extrema como en otras épocas”, enfatizó como un hecho que ha cobrado mayor valor con el paso de los tiempos y los cambios culturales. 

Yendo del plano general al local, al hacer hincapié en el caso de Junín indicó que “la danza clásica continúa igual en la línea de tiempo. Acá no tuvimos todavía la suerte de tener un ballet completo desde un estudio de danza y esa es mi meta: no solo la muestra que hacemos a fin de año donde los alumnos muestran sus logros a través de un espectáculo, sino ofrecer un ballet completo”.

“Un ballet es una historia contada a través de la danza. Poder hacer bella durmiente completo: contar toda la historia bailada. Eso aún no hemos logrado”, informó y, desde su experiencia, opinó: “En nuestra ciudad es difícil atraer a la gente como así también es costoso mantenerlo en el tiempo. En Buenos Aires, en calle Corrientes, se mantienen durante meses las obras. Acá cuesta el hábito de ir al teatro y es como que hay que salir a vender entradas”.

Cierre: la valoración

Con una vasta trayectoria ligada al Instituto de Arte Junín, tanto como alumna y docente, y su posterior devenir en fundadora y directora de su propia escuela de danza, el camino transitado por Conde es extenso. ¿La fórmula para lograrlo? La pasión y vocación para llevar a cabo sus objetivos. Al respecto, como respuesta intrínseca a esa pregunta, expresó:

“Mi cabeza está siempre en modo danza: averiguando, informándome, pensando e ideando nuevas cosas”.

Asimismo, valoró: “El haber logrado tener mi espacio y poder dirigirlo me da felicidad y responsabilidad. Soy consciente que estamos formando personas. Logré muchas cosas, pero siempre busco más y no doy por terminado lo logrado. El camino va a continuar y continuar. Lo veo infinito y siempre tengo proyectos. Cuando termina un año estoy pensando en lo que viene”. 

“Es un orgullo poder decir que han pasado por el estudio para perfeccionar la técnica de mis alumnas de clásico profesionales como Eleonora Cassano; Iñaki Urlezaga; Emanuel Abruzzo; Nadia Muzyca; Analia Domizzi; Lorena Sabena; y Esteban Schenone”, detalló y siguió: “También en lo que hace a danza jazz pasaron Verónica Pecollo; Juan Martín Delgado y Gustavo Moro”.

Con más de tres décadas de labor y de formar cientos de alumnas a nivel local y regional, al mirar en retrospectiva y hacer un balance, concluyó: “Estoy contenta con lo que hice y hasta donde llegué”.

Actualmente, como así también desde hace ocho años, Conde desarrolla clases diarias en su instituto llamado “Estudio de Danzas Adriana Conde” donde se puede acudir para aprender distintas disciplinas como teatro musical, clásico o jazz.

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