Héctor Azil, secretario general de ATSA, Filial Junín.
Héctor Azil, secretario general de ATSA, Filial Junín.
NOTA DE OPINIÓN

Sabemos lo caro que nos salió vender las joyas de la abuela

En sintonía con el ajuste y el “no hay plata” de Milei, el Gobierno local encabezado por Pablo Petrecca ingresó precipitadamente en su etapa menemista: la privatización de servicios y la venta o donación de bienes del estado para beneficiar empresas foráneas, propiciar negocios inmobiliarios, o, en el mejor de los casos financiar obra pública.

Preocupa la simpleza de pensamiento y falta de imaginación en la planificación de un proyecto de ciudad que exceda las coyunturas electorales. No alcanza con pregonar el diálogo. Al diálogo hay que agregarle participación en la toma de decisiones y acción. También llevarlo a cabo con todos los representantes de la ciudad sin exclusiones y hacerlo despojado de todo interés personal o partidario.

Además llama la atención que el municipio no pueda llevar adelante ninguna obra pública sin la asistencia del gobierno provincial o nacional. Me pregunto: ¿Dónde van a parar los fondos que se recaudan por tasas municipales que abonamos mensualmente? ¿Y por tasa complementaria de seguridad? ¿Y por la tasa de combustible, de la cual Junín es unos de los pocos municipios en la provincia que la percibe?

No es verdad que no hay plata en la municipalidad. Hay, y mucha. Suficiente para que si se administra eficientemente los juninenses no tuviésemos que estar penando por las vicisitudes de un presidente que prioriza la motosierra antes que el bienestar del pueblo. Como todo en la vida, se trata de decisiones, y desde hace mucho tiempo Petrecca prioriza la facilitación de negocios privados a la concreción de obras que beneficien a todos.

Como muestra basta un botón, en una ciudad poblada por decenas de miles de obreros y empleados que sueñan con tener su terreno o vivienda propia, en nueve años de gestión, no construyó ni una sola vivienda, más aun, ni siquiera terminó las comenzadas en gestiones anteriores; y los terrenos municipales prefiere otorgárselos a empresas como Mostaza.

Lo mismo pasa con las pequeñas y medianas empresas que son el corazón económico de la ciudad. Se las abandona a su suerte y se les genera competencias dispares con grandes firmas que traen poco empleo y si el negocio no funciona se van, dejando en la calle a sus trabajadores.

Ni hablar de los propietarios de pequeñas fracciones de campos, que abonan fortuna en concepto de conservación de vía pública y deben rogar todos los años por el arreglo de los caminos rurales, y muchas veces hacerse cargo ellos mismos de esos arreglos. La solución no es vender la casa de Junín en La Plata para asfaltar una calle, ni otorgar la concesión de la terminal de ómnibus para un centro comercial, o vender los terrenos de parte del corralón municipal para que eventualmente se instale alguna empresa, tampoco donar un terreno y asfaltarle el acceso para que se instale una fábrica de sándwiches, de las que por suerte hay muchas y de calidad, de emprendedores locales.

Tampoco impulsar la cesión de los terrenos ferroviarios para facilitar un enorme negocio inmobiliario. Pensar un Junín por y para los juninenses es una tarea de todos, pero la mayor responsabilidad está en cabeza de nuestro intendente, a quien le ruego salga de su etapa menemista. Sabemos lo caro que nos salió vender las joyas de la abuela.

COMENTARIOS