Cosmeticorexia: cuando la estética se convierte en una obsesión entre preadolescentes
El cuidado de la piel y el uso de cosméticos y maquillaje en demasía, siguiendo las modas que dictan las redes, está creciendo de manera preocupante. Democracia dialogó con especialistas juninenses quienes brindaron detalles sobre este escenario que afecta a las más jóvenes.
Cuidar la piel del rostro y usar productos cosméticos para mejorar su apariencia es una práctica habitual, sin embargo, cuando la preocupación por verse bien pasa a ser una obsesión ya es un problema. Cosmeticorexia; así se conoce al uso excesivo de elementos de belleza y de cuidado para la piel que pone en riesgo la salud mental y física.
Si bien la cosmeticorexia puede darse en cualquier persona, hay un segmento poblacional en el que tiene especial prevalencia: son niñas y preadolescentes que se obsesionan con cosméticos que ven en redes sociales, los compran y utilizan sin que sean necesarios para su tipo de piel. Por ejemplo, recurriendo a productos antiedad a edades tan tempranas.
Y es que con más frecuencia se las ve compartiendo en las plataformas digitales —especialmente TikTok— rutinas de skincare y recomendando productos cosméticos de uso diario que realmente no necesitan.
Ahora bien, no se trata de que los jóvenes no deban prestar atención al cuidado de la piel pero lo ideal sería llevar adelante una rutina de manera responsable, es decir, guiados por un especialista.
Consultada por Democracia, la médica dermatóloga Marina Aguiar aseguró que “hoy en día el autocuidado es un valor”. “La desventaja es cuando el cuidado es en demasía. No hay que olvidarse que detrás de todo esto hay una arista comercial donde las redes buscan sacar ventaja”, indicó.
Y añadió que “lo positivo del consumo de este tipo de contenidos en las redes sociales es que los jóvenes ya vienen al consultorio con información. Para nosotros, los dermatólogos, está buenísimo porque es un pre-adolescente con un cuidado que nosotros no teníamos a esa misma edad”.
Sobre la cosmeticorexia, sostuvo que se trata de “algo patológico porque está definido como una obsesión, básicamente”. “Si bien no está definida por la Sociedad Argentina de Dermatología como un estado patológico, sí se han establecido ciertas alarmas. Es un tema relativamente nuevo; no hay ni mucha información científica, ni mucha información para pacientes. También tiene un componente psicológico porque se genera una actitud obsesiva que lleva a la persona a tener la compulsión de consumir y usar productos cosméticos; con el afán de lograr una apariencia física que muchas veces es irreal”, señaló.
Cuando la búsqueda de la eterna juventud o bien, de la imagen perfecta está presente en la sociedad desde edad temprana, el rol de los padres resulta vital. “La mayoría de los pacientes menores de edad llegan al consultorio acompañados de sus padres y hacen hincapié – generalmente – en el inicio de las rutinas de cuidado. En aquellas instancias, el adulto acompaña el consejo y las indicaciones de un profesional”, explicó.
“Hay que pensar que toda la generación de jóvenes de 11, 12 y 13 años están muy guiados por las recomendaciones de influencers que quizás tienen la misma edad. Entonces, vienen al consultorio a tratar de profesionalizar esos consejos”, detalló.
No está de más aclarar que se trata de todo un grupo etario que creció en medio de las redes sociales, en donde la imagen y el aspecto son lo más importante. “El cuidado básico es adoptar una crema hidratante que sea – dentro de todo – hipoalergenica y lo mismo con el protector solar. Hoy sí está demostrada, realmente, que la higiene colabora; especialmente en los chicos que tienen tendencia al acné, pero tratamos de hacerlo con jabones o lociones syndet, que son aquellos que no necesariamente neutros pero sí son más amables con el pH de la piel. Aunque muchas veces no necesitan ninguna recomendación: solo gorra, protector solar y vida normal”, detalló.
Los riesgos de la cosmeticorexia
Hoy es habitual observar en niñas y pre adolescentes el uso excesivo de productos de “skincare”, (concepto, que, en inglés, describe la rutina de atención y cuidado de la piel, para mantenerla saludable), el uso de maquillajes, de alisados “definitivos”, depilación “definitiva”, arreglo de manos, mantenimientos de uñas, de pestañas, etc.; y todo esto en edades cada vez más tempranas y no recomendables para la salud, existiendo un desconocimiento, del origen de los productos y sus consecuencias.
Según la psicóloga Eleonora Chiesa, “uno de los efectos que puede generar la exposición, a este tipo de contenidos, en edades tan sensibles de la vida - como la niñez y la adolescencia- es la adhesión, a este tipo de ‘modas’, que paradójicamente no coinciden con el real interés de esta edad. Pero que, sin embargo, les hace sentir momentáneamente una falsa autoestima”.
“Otra de las consecuencias es la frustración derivada de la exacerbación de estos ideales de belleza ‘inalcanzables’ que, muchas veces, al no coincidir con la propia imagen aumenta la brecha, respecto de la imagen que las niñas, niños y adolescentes pretenden alcanzar”, señaló.
Para la especialista, “recaer en el consumo excesivo de estas prácticas refleja una no aceptación, del cuerpo real y natural. Lo que merece ser analizado, junto a un profesional de la salud mental”.
La prevención, en manos de los padres
Una de las armas con las que cuentan los padres para tratar de evitar la cosmeticorexia, según Chiesa es “el diálogo constante por parte de madres, padres y referentes familiares”. “Deben poder escucharlos sin juzgar. También es importante el establecimiento de ‘acuerdos’, que deben existir, entre madres-padres e hijos-hijas, de la necesidad de supervisión, por parte de los adultos, del material que consumen”, detalló.
Chiesa expone que la mejor forma de ayudar a estas jóvenes es estableciendo un ámbito de “reflexión y debate familiar sobre este tipo de contenidos y prácticas que contribuyan a la formación de la autocrítica por parte de sus hijos-hijas; ya que en esta etapa se encuentran en la plena construcción de juicios personales, que serán fundamentales para la vida adulta”.
“También será clave ofrecer información clara, sobre la salud y el cuidado del cuerpo. Promover la autoaceptación y la autoestima, favoreciendo la confianza en sí mismos y una actitud positiva, hacia su propia imagen. De manera tal que puedan influir desde un vínculo de amor en la precepción que sus hijos tienen de sí mismos”, destacó.