Marta junto a sus hijos y nietos.
RECONOCIDA DOCENTE

Marta Beatriz García: “Lo lindo de la docencia es ver crecer a los estudiantes”

Se desempeñó durante 30 años como docente construyendo una valiosa carrera repartida entre el colegio Padre Respuela y una decena de escuelas rurales de Viamonte y la zona. Además de desarrollarse profesionalmente, pudo consolidar su propia familia y actualmente es abuela de dos nietos. En diálogo con Democracia, analizó el escenario educativo y repasó su trayectoria. “Miro hacia atrás y estoy muy satisfecha”, sostuvo.

La icónica imagen pedagógica sostiene que “ser docente es aprender dos veces”, ya que, y desglosándolo, se puede ver que, mientras la persona enseña, está aprendiendo por segunda vez el contenido. Tal metáfora se aplica a la perfección para graficar lo que ha sido la trayectoria de Marta García en sus años de ejercicio.

En diálogo con Democracia, García recordó su infancia en el barrio El Picaflor; abordó su formación en la escuela Santa Unión; resaltó el lugar ocupado por el Padre Respuela como base profesional; y valoró su experiencia al calor de enseñanzas y aprendizajes de colegios rurales de la zona.

El recuerdo de la infancia

“Me crié en el barrio El Picaflor y viví a tres cuadras de Sáenz Peña. Mi padre era empleado de comercio en una cerealera y mi mamá era ama de casa. Ambos nativos de Junín”, introdujo sobre su biografía y contextualizó: “Mis abuelos por parte paterna eran españoles y habían venido de la región de Oviedo, Asturias”.

“Mi abuelo era certero en el ferrocarril y cuando recién llegaron a Junín alquilaban una casita en calle Borges frente al hospital San José. Como la ciudad empezó a crecer, el barrio

El Picaflor era mucho terreno baldío, ellos se compraron un lote ahí y fueron edificando su casa. Hicieron cocina, baño y pieza y le fueron agregando los dormitorios hacia la parte de adelante porque antiguamente se hacían así. Se las llamaba las ´casa-chorizo´”, narró.

Precisamente, al abordar lo que significó su infancia la catalogó como “hermosa” y contó: “Salíamos a sentarnos en la vereda porque todas las casas tenían bancos afuera. Tenía vecinos de toda la vida que eran como familia”.

García se formó integralmente (jardín, primaria y secundaria) en el Santa Unión y se egresó en el año 65. Al respecto, resaltó: “Soy de la primera promoción del colegio. En quinto te recibías de maestra y no tenías que hacer los profesorados que se hacen ahora”.

“Uno de los mejores recuerdos de la educación que recibí es en el Santa unión. El colegio tenía pupilas y mucha gente con vocación docente que venía a formarse a nuestra ciudad. Tuve compañeras de Alberdi, Alem, Baigorrita, O´Brien, Morse, entre otros. De hecho, siempre nos juntamos para algún cumpleaños y seguimos teniendo relación con el grupo de egresadas”, expresó. 

En un Junín lejano, con medios de transportes escasos y un mundo de comunicación que dista de ser el de hoy, García abordó lo que era salir de la zona de confort para formarse.

“Era sacrificado dejar la casa nativa, pero, como había una vocación tan fuerte, las personas venían igual. No era tan común como ahora cuando se van a estudiar a La plata y Buenos Aires”, comentó.

Trayectoria

García finalizó el colegio secundario en el año 65 y, al año siguiente, comenzó su carrera profesional en el colegio Padre Respuela. Sobre ello recordó: “Empecé a dar clases en una casa antigua y lo vi nacer desde abajo: la construcción de la iglesia y los distintos salones. Ni siquiera el barrio era lo que es hoy, ya que, era todo campo. De hecho, en las fotos de desfiles se ven caballos en un campo que hacían de fondo”.

Más allá de su valor afectivo, también resaltó el lugar de referencia que ha ocupado el Respuela. De tal forma, valoró: “Fue un lugar de bandera porque tenía inglés, educación física y doble escolaridad de las 8 a 11.30 y de 14.30 a 16 cuando había clases especiales. Antiguamente no era común la doble escolta y que fuera exclusivamente de varones”.

Tras ocho años ininterrumpidos de labor en la institución de nuestra ciudad, García se casó y se mudó a Viamonte para experimentar un nuevo hábitat y seguir con su desarrollo profesional allí. En lo que hace a aquel cambio expresó: “Trabajé siempre en escuelas rurales: hermosos los ambientes, las familias y los chicos. Hacías un poco de todo: ser docente, portera y directora. Uno es un poco madre siendo docente”.

“Muchas veces no es solo enseñar, sino uno se compenetra en problemas que trae el alumno desde la casa. Por lo menos así en esas escuelas que estuve”, fundamentó y explicó:

“En las rurales tenías que buscar la forma de dar plástica, educación física y, sumado a eso, yo tenía todos los grados. No es lo mismo un maestro que habla de un tema con 30 alumnos a tener 12 alumnos y tratar de ingeniárselas para trabajar todos los temas. Es una enseñanza personalizada de contacto más directo. Los más chicos aprenden de los más grandes y es una experiencia única”. 

Al ser consultada para conocer más en detalle lo que es el día a día en escuelas rurales, García, explicó que “había chicos que no tenían luz ni televisor y vos le prestabas libros de la escuela para que tengan. Tengo el caso de una chica que hoy por hoy es docente de literatura por los libros de la escuela. Recuerdo que cuando los terminó de leer todos yo le prestaba libros de mi casa. Es una linda experiencia y es lo que trasciende”. 

Para graficar con otro ejemplo expuso: “Tengo alumnos que han sido muy humildes y llegaron a ser médicos cirujanos. Chicos con tesón y por amor al estudio llegaron a conquistar cosas importantes pese a carencias”. 

“Unos exalumnos armaron una empresa de construcción y te genera alegría el hecho de haberles enseñado para la vida. Se acordaban de mí y continuaron profesionalizándose”, resaltó.

Y recordó: “Yo les decía que cuanto más estudiasen y más sepan, menos iban a trabajar y más podían tener. Considero que siempre hay que estudiar y también para que no te digan algo cuando te hacen la paga. Trasladaba ese mensaje porque tenía muchos alumnos tamberos”. 

Siguiendo con su relato en torno a las vivencias en Viamonte señaló que “vivía en el campo y te conocés con todo el mundo. Me sigo tratando con muchas personas y el recuerdo es hermoso”.

“Amo la docencia y considero que es hermoso el contacto con los chicos. Uno va dando enseñanzas, ejemplos y los ves crecer. Cuando los tenés de primer grado a sexto vas viendo los avances y te parece increíble. Se genera todo un bagaje difícil de explicar. Es una hermosa experiencia cuando empiezan a leer y escribir”, enfatizó.

Análisis de la docencia

Un pilar fundamental en la vida de García ha sido y es su formación docente. Por eso, manifestó: “Han pasado 50 años y, junto a quienes estudiamos, seguimos valorando la parte pedagógica y didáctica. Por ejemplo, métodos y sugerencias que salieron a la luz ahora y nosotras ya lo aplicábamos. Siempre valoramos nuestra preparación como de avanzada”. 

Haciendo uso de su lugar de referencia y expertiz en la docencia analizó el escenario actual escolar. “Antes te exigían más, pero también aprendías más. Ahora el nivel de educación ha bajado un poco y eso se ve en que no repitan u otras situaciones. De alguna manera se ha alimentado esa lógica”, opinó. 

Sin embargo, no solo adjudica tal responsabilidad a la institución escolar, sino también al centro del hogar de donde provienen los jóvenes. Acerca de esto, señaló que “las familias no están tan consolidadas como antes y eso ayudaba mucho a los chicos. Ahora van con muchos problemas a la escuela y el docente tiene que solucionar muchos factores”. 

“Antes te enseñaban a respetar al maestro y ahora no pasa. Antes el maestro era todo y marcaba presencia, era palabra santa. Ahora no lo respetan como antes. Los padres jamás te iban a dar la razón a vos y ahora van en contra del maestro. Es una situación dolorosa”, comparó.

Más allá del escenario observado, donde las diferencias son notorias y están a la vista de todos, García también hizo mención a la importancia de la tecnología aplicada. Por eso, sostuvo: “El chico que va a estudiar y progresar tiene mucha tecnología que te sirve de muchísimo. Esa es una herramienta que se tiene ahora”.

La valoración personal

Un aspecto que caracteriza la biografía de García no es solo su desarrollo profesional, sino también el ser testigo de décadas de crecimiento local. En tal sentido, consideró que “Junín está perdiendo la parte pueblerina. Es impresionante lo que se ha extendido y la cantidad de casas que se han hecho. Por ejemplo, Respuela era un campo y hoy está todo pavimentado. Me acuerdo que de joven me bajaba de un colectivo en Benito de Miguel e iba caminando por el medio del barro cuando llovía”. 

“Actualmente alrededor hay pueblos chicos como Zavalía, Quirno Costa o Baigorrita y, me da la sensación, que ese contacto con la gente es más directo. Sumado a ello, todo el mundo colabora porque aman al colegio porque fueron los padres, abuelos y bisabuelos”, destacó. 

Por otra parte, al enfocarse en su vasta trayectoria analizó: “Me siento conforme con todo el camino recorrido. A veces me planteo los años del Respuela porque era una escuela en formación, era una recién recibida y una persona puede marcar a los chicos para bien o para mal. Esos años siempre me preocupan: tenía 18 años y me faltaba experiencia. Me pregunto qué recuerdos tendrán esos alumnos”. 

“La familia ocupa el primer lugar porque lo es todo. Desde la infancia que fue así, primero, con abuelos y padres como así también las reuniones en familia. En mi caso somos pocos y es lo primero. Puedo decir que me encuentro realizada”, concluyó.