Una historia entre herramientas, máquinas y volantes. La síntesis que cabe a la perfección para la historia de vida de Adrián Fulcheri: reconocido ex piloto de automovilismo y persona sumamente apreciada en el ambiente motor.
Heredó el legado de su padre en lo que hace a la pasión por los fierros y, en un extenso diálogo con Democracia, recordó su infancia; analizó su trayectoria como corredor; abordó los pormenores del oficio; y compartió detalles de lo que significó el accidente que cambió su vida.
Calentando motores
“Hasta los 13 años crecimos en el paraje La Agraria. Después nos vinimos a vivir a Junín y toda mi adolescencia fue acá. Como mi tía era docente y daba clases en O´Higgins fuimos allá aprovechando que ella iba”, introdujo en torno a su infancia.
"Sin embargo, la mayor parte de la primaria la hice en la Escuela Nº1 y terminé en una escuela cerca de La Agraria por comodidad”, contextualizó y contó: “Después hice un año y medio en el colegio Industrial y decidí que no me gustaba el estudio. En ese momento mi papá me dijo: ´Estudiás o trabajás´. Entonces elegí y me dediqué a trabajar. Arranqué como ayudante en un taller bombista donde mi viejo llevaba los camiones”.
Su pasión por la mecánica estaba registrada desde antes de su nacimiento por el rubro paternal. Al respecto, compartió: “Me crié entre fierros y papá tenía un galpón en La Agraria donde hacía mantenimiento de camiones y máquinas agrícolas. Yo andaba entre las herramientas y él me sacaba corriendo porque le perdía las cosas. Era llegar a casa, cambiarme e irme al galpón a engrasarme y ayudarlo”.
Como puede verse, el caso del Fulcheri aglomera el placer por la práctica y aprender en el hacer por sobre los libros y la teoría. Precisamente, él mismo lo sabe y reconoció: “Me gustaba la parte taller, pero lamentablemente tenés que sumarle lo teórico. Yo decía: ´¿para qué necesito historia de determinado tema con lo que se hace en el taller?´. con el tiempo entendés que va todo de la mano y uno le da valor a esas cosas viéndolo de otra forma”.
Sobre su primera experiencia laboral ocurrida a una temprana edad recordó: “Trabajé entre fierros, llegó el fin de semana y me pagaron la semana. Estaba chocho y me decidí hacia eso. Con el paso de los años, el trabajo de mi viejo se agrandaba cada vez más y comencé a darle una mano”.
Fulcheri se enfrentó a un momento delicado en el año 90 que cambió su vida. En tal sentido, relató: “Tuvimos la desgracia del accidente y perdimos a mi viejo. A mi hermano y a mí nos tocó hacernos cargo de la empresa de papá. El mal manejo hizo que nos fundamos, por lo que, empecé a ser mecánico de nuevo. Instalé un taller propio y, cuando llega la época de la pandemia, se había parado todo y tenía el desafío de volver a lucharla con el proyecto de mi viejo y los camiones”.
Análisis de trayectoria
Con la experiencia de haber competido en decenas de circuitos zonales y haber llegado a ser parte del Turismo 4000 Argentino, Fulcheri se posiciona como una palabra autorizada del mundo del automovilismo local y de la región.
Sobre su andar sobre las cuatro ruedas consideró que “mal no lo hicimos porque siempre estuvimos peleando campeonatos ubicándonos entre los cinco primeros de las distintas categorías”.
“Era descuidado en lo físico y en el entrenamiento. En el 2012, cuando perdimos el campeonato por dos puntos, me cuidé mucho, hice dieta y el entrenamiento como corresponde”, rememoró.
Por otro lado, sumado a la parte correspondiente al piloto y su desempeño, Fulcheri hizo hincapié en un tema no menor: lo económico. Al respecto, expresó: “El auto de carrera tiene sus cosas malas como correr atrás del dinero y tener que poner plata de tu bolsillo. Lo bueno es que te enseña a instruirte y hacer cosas: aprendí a arreglar fibra de vidrio, pintar, me doy maña para todo”.
En torno al desarrollo del automovilismo local analizó: “La representación de Junín ha sido buena. En otros lugares se les hace más fácil conseguir publicidades. Esta una ciudad linda, pero es muy exitista. Te va bien y están todos; te caés y quedás solo”.
Sin embargo, al hablar de su experiencia personal, hizo una salvedad. “He tenido suerte con mis sponsors. También hay que reconocer la existencia de muchas cosas en Junín: corría Pérez en TC Pista, Ponce de León, distintas categorías zonales y yo. Es cierto que a todos no nos pueden dar y, más aún, teniendo clubes como Sarmiento, Ciclista y Argentino. No es sencillo”, añadió.
Tras hacer mención a otras disciplinas, al abordar el mundo de los fierros específicamente, opinó: “El automovilismo como todo tiene que seguir evolucionando. Obvio que uno quiere el folclore de Ford y Chevrolet, pero todo cambia y evoluciona, generalmente, para mejor”.
“Al principio era reacio y después me gustó. Hoy tenés el TC con autos de nueva generación y las categorías alternativas de ACTC que siguen con modelos antes. Entonces tenés para todos los gustos”, explicó.
El accidente que cambió su vida
Como una paradoja de la vida, y más allá de los percances dentro de las distintas pistas en las que corrió, el accidente más grave que tuvo Fulcheri en su vida fue en la calle reparando uno de sus camiones.
Acerca de tal acontecimiento narró: “Es cierto que la confianza mata el hombre. Seguro de lo que hacía, estaba cambiando el pulmón de freno de un acoplado, que es como un espiral comprimido a más de diez kilos de presión que se desarma con una herramienta especial. Ese día apurado y pensando en otra cosa, saqué el tornillo del pulmón, voló la tapa del pulmón y me agarró la cara”.
“No veía, pero no pensé que había sido para tanto. Me arrastré a la vereda chorreando sangre, sin perder el conocimiento, cuando me ven tirado en el piso y llaman a la ambulancia”, siguió.
Sobre cómo siguió el suceso describió: “Pido que me cierren el taller antes que me llevaran al hospital y le avisaron a mi mujer. Decía que estaba bien, pero no tanto porque no me cerraba la mandíbula. Después me llevan a la Clínica Centro”.
Y agregó: “Después de revisarme y hablar con mi familia porque era necesario una intervención quirúrgica antes de las 24 horas para no perder el ojo. Mi señora, hijas y hermano deciden que me operen acá. Salió todo bien”.
Respecto a lo que significa tal hecho, a casi un año de haber ocurrido, consideró que “marca un quiebre porque de pronto perdí la vista de un ojo y tuve que poner un chofer en el camión. Los primeros meses fueron complicados y recién me estoy acostumbrando”.
“Veo claridad, pero no tengo mayor visión. Hay momentos que tengo que cerrar los ojos porque se me superponen las visiones. Por momentos, me encerraba en el taller a llorar dada la impotencia de que hay cosas que tuve que dejar de hacer como manejar el camión siendo el sostén de mi familia, y ahora ya me acostumbré, pero me costó adaptarme a delegar cosas”, sostuvo.
Última vuelta
Olavarría fue el escenario en que decidió bajar el telón a su trayectoria como piloto. ¿Los motivos? Cansancio acumulado y factores económicos. Acerca de esto manifestó: “Todos nuestros colaboradores lo hacían sin fines de lucro y trabajaban por pasión. Para correr era un presupuesto de 60 mil pesos y les dije que no sabía si ir porque teníamos la mitad de dinero para correr. Estábamos peleando el campeonato y faltaban tres fechas para terminar”.
“Fuimos, clasificamos e hicimos el mejor tiempo de clasificación. En la primera curva me queda el auto afuera, fuimos a boxes, se recuperó el auto y se largó en última fila el día de la carrera. Veníamos remontando, comenzó a lloviznar, me despisté y quedé clavado en una laguna. En la semana siguiente terminé de pagar lo que se debía y me retiré”, continuó.
Tal hecho se inscribe en un largo listado de acontecimientos que fueron desgastando paulatinamente a Fulcheri. “Lo hice durante muchos años. Era más joven y con más ganas.
La vorágine de la pasión te lleva a hacer muchas cosas”, comentó y consideró: “Sin recibirme de nada me crie entre los fierros y todo lo que aprendí fue por coraje, desarmar e investigar. Como todo, cuando algo te gusta lo aprendés como sea”.
Al abordar los pendientes en su vida indicó: “Mi ilusión era llegar al TC Pista Mouras y salir campeón. Luego, sobre el resto, cumplí las que me fui planteando. Vi correr a mi viejo y llegué a acompañarlo en Turismo Carretera. Él no me vio correr a mí y me hubiera gustado porque hubiera sido de otra manera”.
“Me llena de orgullo todo el trabajo que hacíamos con un bajo presupuesto y competir de igual a igual contra otros de alto presupuesto. Todos ponían gomas nuevas y nosotros reciclábamos las usadas para la final. Con menos cosas, corrimos de igual a igual”, enfatizó y remató: “Me cruzan en la calle y siguen saludando. Me preguntan cuándo vuelvo y ya digo que no vuelvo”.
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