En una casa de Junín, el tiempo parece haberse detenido. Adentro, entre el olor a revelador, un laboratorio de fotografía anclado en otra época revive cada día.
Allí, Osvaldo Piuzzi, un apasionado fotógrafo de 74 años, sigue revelando a la antigua, en blanco y negro, como se hacía hace más de seis décadas. En medio del silencio y la penumbra, las fotografías toman forma poco a poco, con paciencia y dedicación, como si cada imagen fuera una ventana al pasado. Con sus manos teñidas de químicos y sus ojos acostumbrados al cuarto oscuro, Osvaldo invita a descubrir el arte de capturar la esencia de la imagen, en un ritual que hoy suena casi exótico.
El juninense habla de su pasión por el revelado manual, de su lucha por mantener viva esta técnica en una época dominada por la inmediatez digital, y de cómo cada fotografía es más que un recuerdo: es una obra artesanal que cobra vida bajo sus manos experimentadas.
“A los ocho años, una vez fui a Pergamino y un primo mío me regaló una máquina de foto Agfa de 6x9 con la que empecé a sacar fotos. En ese entonces llevaba a revelar a la farmacia Social, de calle Sáenz Peña”, recordó Piuzzi a Democracia.
“Después fui a la escuela Centenario, cuando tenía 10 años, y a los chicos que iban conmigo yo les decía que quería filmar, comprar una filmadora, y que me gustaba. Pasó el tiempo, y a los 14 años fuimos a Buenos Aires, donde mi mamá me compró una máquina de foto de 35 milímetros y con esa empecé a sacar. Tenía diafragma, velocidad y me gustaba”, comentó.
Dos años después, a los 16, empezó a sacar fotos en la Óptica Panizza, que era fotografía. "Tenía 16 años y con máquinas réflex, de 6x6, sacábamos casamientos. Ya eran fotos profesionales”, destacó. “Con el correr del tiempo, en Panizza me enseñaron a revelar, ya que yo no sabía; porque yo sacaba, entonces a mí me gustaba. Luego de aprender, mis padres me compraron una ampliadora a los 16 años y comencé a hacer fotos”, afirmó.
En ese entonces, también se compró en la Óptica Panizza una filmadora marca Cosina. "De ahí saqué mi primera filmación, en el casamiento que fue de mi hermana, que todavía lo tengo. Como yo ya sabía sacar fotos, entonces comencé a filmar”, recordó.
“Actualmente sigo sacando, revelo en blanco y negro, todavía ahora en la actualidad. Hace 58 años que ando con la fotografía y el cine. Hoy revelo en mi laboratorio, como se hacía hace seis décadas, para Magdalena y aficionados, ya que hay gente a la que todavía le gusta eso”, reconoció.
Por ejemplo, el fotógrafo dijo que “los chicos aficionados que van a aprender al Foto Club me traen los rollos para revelar". "Ahora está todo tan caro que un rollo vale 25 mil pesos y no te traen, te traen una vez cada tanto”, informó. “Y me traen para revelar las fotos exteriores, que yo les hago en blanco y negro. También, les hago los negativos, que ellos después escanean o las hacen”, manifestó.
Según dijo, el proceso de revelado a la antigua está compuesto por el “revelador, fijador, interruptor y, cuando está seco, se hace la foto en papel. Se trabaja con pinza, cubeta y tengo cuatro ampliadoras”.
Osvaldo, además, realiza la digitalización de antiguas filmaciones. “Las películas de cine de Súper 8 las paso a pendrive, esas que se filmaban antes, hace 30 y 40 años. Si la película es sonora, sale con sonido y, si es muda, yo después le pongo sonido para que quede mejor para mirarla”, explicó.
“Hace 58 años que ando con la fotografía, el cine, y revelo todo. Me gusta sacar paisajes y guardar recuerdos, ya que la foto te da esa posibilidad. De fotos viejas que he rescatado, por ejemplo en Panizza, hice las nuevas y tengo un árbol con las fotos viejas y las nuevas, para comparar”, subrayó.
Por último, expresó: “Yo ando siempre con una maquinita encima porque me gusta tener recuerdos. Arranqué de aficionado, pero lo agarré, luego, en serio para trabajar”.
COMENTARIOS