Mario Marchetto, a los cuatro años con su primera guitarra.
CANTOR, COMPOSITOR Y DOCENTE

Mario Esteban Marchetto: “La música siempre fue una razón para estar unidos”

Guiado por su hermano Aldo, se introdujo en el arte y creció al calor de las enseñanzas familiares. Luego, cursó en el Conservatorio de Música de Junín buscando ampliar sus conocimientos. Como docente, ejerció en instituciones como Santa Unión; Nuestra Señora de Luján; Escuela N°12; Escuela N°1; entre otras. En el presente, brinda clases particulares, elabora arreglos para conjuntos y disfruta del realizar composiciones en su tiempo de ocio. “Tengo mi vida hecha en canciones”, dijo.

Integrante de una de las familias más reconocidas en el ámbito de la música de nuestra ciudad, Mario Marchetto representa una voz autorizada en lo que hace al arte y un testigo del desarrollo local. Con un cúmulo de vivencias como docente y artista, dialogó con Democracia y recordó momentos que lo marcaron.

De tal forma, en lo que hace a su infancia, inició: “Junto a mis hermanos fuimos a una escuela primaria rural. Vivíamos en lo que se conocía popularmente como el barrio de ´Los Gringos´: pasaba un colectivo por Avenida República, a cinco cuadras de casa y nos llevaba a la Escuela N°4. Ahí fuimos y llegamos a coincidir cinco hermanos en primaria, mientras otros tantos ya estaban en secundaria”.

En tal sentido, siguió: “Era un gran acontecimiento salir todos juntos para la escuela, donde nos permitían ir sin guardapolvo, pero igualmente íbamos todos vestidos iguales porque mis padres compraban rollos de tela en casa ´Arteta´, y mis dos hermanas mayores junto a mi madre nos cosían y tejían la ropa, además le bordaban a mano las iniciales para poder distinguir a quien pertenecía cada prenda”. 

“Mi madre dedicó todo su tiempo a desempeñarse como ama de casa, ya que, con tantos hijos (17), la tarea era muchísima, aunque el amor lo hacía todo posible. Mi padre se abocaba al vivero que era la fuente de ingreso y, muchas veces, junto a mis hermanos aportábamos nuestro granito de arena colaborando con las tareas”.

“Vivíamos en una casa vieja que, antiguamente, era una posta, ubicada en el Camino del Resero, justamente porque eran ellos los reseros, quienes pasaban por allí y llevaban los animales al matadero. No era un lugar preparado para una familia numerosa, pero a medida que la familia crecía y con mucho esfuerzo se hacían modificaciones para ir adaptándola”.

“Al ser tantos hermanos, crecimos sin celos. Al contrario, de hecho, no esperábamos que nuestros padres nos estuvieran mimando a todos, sino que los más grandes ayudaban a los más chicos”, enfatizó como uno de los aprendizajes más valiosos de la infancia.

 

Familia

Una vivencia entre la naturaleza, la música y la familia: tal es la síntesis precisa sobre la infancia de Mario Marchetto. Al respecto, consideró: “Fue una infancia linda y difícil al mismo tiempo, digo difícil por las carencias y limitaciones. Linda por haber compartido mucho con hermanos, vecinos y familiares y nos juntábamos y compartíamos entre todos, recuerdo largas noches de luna llena, guitarra y canto junto a un amigable fogón que a medida que se apagaba comenzaba a repartir estrellas, a las que nos quedábamos contemplando entre canciones”.

Y siguió: “Al ser tantos en casa no había elección para la comida: se hacía arroz, pastas, sopa o algún otro plato, y era para todos lo mismo. El lavado de la ropa era a mano, la cocina a leña cumplía varias funciones: cocinar, dar calor al hogar y proporcionar el agua para bañarnos a través de un reservorio. Y podría nombrar muchísimas dificultades más, como las largas distancias y la falta de movilidad, ya que por ejemplo los colegios secundarios quedaban a más de seis kilómetros y había que ir diariamente de algún modo”.

Además del afecto familiar, un eje que identifica a los Marchetto es la música. Sobre la génesis de tal acontecimiento, Mario, opinó: “Más allá de que mi padre cantaba desde joven en un coro, en realidad la razón por la que los hermanos Marchetto estamos en la música es por mi hermano mayor Aldo, quien fue el primero que manifestó su deseo de estudiar guitarra.

“En aquel tiempo, quien tocaba una guitarra, muchas veces lo terminaba haciendo en un bar entre un juego de naipes y copas de vino. No había muchos canales de difusión u otras chances para difundir el arte. Aun así, Aldo logró su objetivo y canalizó la música por las vías adecuadas abriéndole camino a sus hermanos”, contextualizó.  

Siguiendo con su mirada sobre la música explicó que “la idea de la familia nunca fue la de ser ‘famosos’ siempre pensamos que la fama no era necesariamente sinónimo de felicidad, y entonces cuando aparecieron oportunidades quizás se dejaron escapar por priorizar a la familia”.

Algunos de los hermanos se inclinaron a la música, como docentes o a través de los escenarios y otra parte se dedica a los viveros, de alguna forma como herencia familiar”. “Para nosotros fue la guitarra y el canto una razón de estar unidos: para hacer fogones, encontrarnos y cantar juntos, así llegamos a conformar conjuntos y coros familiares”, valoró.

 

Música

Como se expuso anteriormente, la música significó la gran pasión en la vida de Mario. Acerca del momento en que, podría reconocerse que inicia su primer contacto con el arte, narró: “Una vez, después de las fiestas navideñas, apareció un vecino, que se sentó en una hamaca de nuestra quinta y sacó una guitarra. La vi y corrí hacia ella, quería que me la prestara. Nunca supe a qué edad había sucedido aquello, hasta que un día, ya adolescente y mirando mi álbum de fotos cuidadosamente guardado por mi madre, encontré una foto de un cumpleaños, yo sentado detrás de una torta y abrazado a una guitarrita, y sobre la torta, junto a una vela encendida brillaba un delatador número cuatro”, relató.

En relación a sus comienzos recordó que “antes los elementos con los que te encontrabas arriba de un escenario era un micrófono direccional para las tres voces y la guitarra. Por ende, todo lo que hacías se perdía y la gente no lo disfrutaba. Había que luchar entre lo bueno que se podía hacer y lo que la gente podía llegar a disfrutar. 

En lo que hace a la representación de la música en su vida personal, Marchetto indicó que “para ser concreto, para mí, hablar de música y como docente, es un área de conocimiento, porque es un idioma específico que necesita de un razonamiento y un ejercicio intelectual para entender un mundo muy especial que, aunque se lo vive cotidianamente, tiene la magia de transportarte a lugares impensados a través de las emociones y de los sentimientos”.

Dejando de lado la parte más académica, Mario, definió a la música como una forma de “poder expresarse y compartir con la gente”. Y, nuevamente, aludió a la imagen de su familia para continuar con el desarrollo del concepto.

“Nosotros estamos eternamente agradecidos a la gente de Junín porque siempre que hemos hecho algo musicalmente, hubo una respuesta favorable. Eso del refrán de que ´nadie es profeta en su tierra´ para nosotros no es así, porque no lo encaramos pensando que nos tenían que reconocer como artistas y profesionales”, sostuvo y aseguró: “Lo mejor que nos puede pasar es ver la sonrisa del público o bajar del escenario e ir a saludar al amigo que está”.

De tal forma, recalcó: “Jamás pensar en una división entre el público y el escenario, nosotros somos parte de la gente, con la suerte de que, por momentos, podemos estar y compartir desde ahí arriba y agradecerles a ellos por el protagonismo que nos confieren”.

“En los años 2000 y 2001 presenté el espectáculo ´Junín, una Familia te canta´ en el Teatro La Ranchería, donde actuaron diferentes formaciones musicales con integrantes de la familia que cantaban o habrían cantado en algún momento de esa larga trayectoria. En esa oportunidad tuve a mi cargo además de la producción del espectáculo, toda la recopilación de datos e imágenes, así como la narrativa de dicho video, la dirección y arreglos de los conjuntos que actuaron esa noche”, reseñó.

Al referirse a sus composiciones dejó en un claro mensaje que la faceta de cantautor es lo que él siente que más lo representa. “Es un estado de ánimo, en cada canción va una parte de mi vida. Tengo dos trabajos discográficos con todos temas propios y cuyas presentaciones se hicieron. El primer álbum llevó el nombre de ´Temprana Golondrina´, dedicado a una sobrina, y el segundo se llamó ´Una ventana al alma´ justamente porque en mis canciones escribo gran parte de mi vida y mi sentir”, describió. 

 

Docencia

Otra de las facetas que hacen a Mario tiene que ver con la docencia. Muestra de ello son las numerosas instituciones juninenses por las que ha dejado su huella. Algunas de ellas han sido: el Colegio Santa Unión; Nuestra Señora de Luján; San José; San Ignacio; Escuela N°12; Escuela N°1; Escuela N° 2, como así también en la localidad de Arribeños; entre otras instituciones educativas.

De hecho, sobre lo que fue su primer paso laboral como docente rememoró: “La Escuela Primaria N° 1 fue mi primer lugar con 21 años de edad. La directora de ese momento me dijo “Mario, vas a dar tu primera clase de música donde hizo su primer grado Atahualpa Yupanqui”. 

También recordó: “Debido a que trabajaba en varias escuelas he llegado a tener 600 alumnos por semana. Aun me emociona recordar las muestras en los actos escolares en donde reunía a todos los alumnos, ya sea de nivel primario o secundario y exponían todo lo aprendido en clase preparando un repertorio de temas populares con ejecución vocal e instrumental. Uno de los momentos más emotivos fue cuando esos alumnos ejecutaron sobre el escenario del teatro: el himno nacional argentino con 120 guitarras y ukeleles y más de 30 instrumentos de viento”.

Acerca de su figura expuso: “Prefiero esperar que los demás digan sobre mi persona, mi trabajo y así sacar conclusiones sobre aciertos y errores. Cada acto de la vida es un aprendizaje y hasta en el hecho de estar enseñando, estás aprendiendo”.

De su figura y aprendizajes como docente analizó: “Uno tiene que aprender a soltar a sus alumnos y cuando sea necesario derivarlo para brindarles nuevas herramientas, en definitiva, potenciarlos. Lo que hago me gusta. Trabajé como docente mucho tiempo y hoy estoy jubilado”, concluyó. 

En el presente, con una distinguida trayectoria que trasciende nuestra ciudad, Mario Marchetto disfruta del tiempo compartido junto a su esposa, familia, amigos y de poder seguir vinculado a la música a través de las composiciones, arreglos y la interpretación.