Conocido popularmente como “Fito-Sushi”.
PREPARADOR FÍSICO, DOCENTE Y CHEF

Hernán Luis Morón: “Estoy agradecido al fútbol y la cocina: son placeres diferentes”

Oriundo y criado en Leandro N. Alem, arribó a Junín para estudiar el profesorado de educación física y comenzar una destacada carrera en clubes como River Plate (Junín), Rivadavia, Villa y la primera de Sarmiento. Sin embargo, buscó reinventarse y descubrió la pasión por la cocina. Llegó a preparar dos mil piezas de sushi en un día y brinda clases para aprender sobre el mundo de la cocción.

Personifica a la perfección el hecho de salir de la zona de confort e ir siempre por más en función a sus ideales, sensaciones y momentos. Ello puede verse en que pasó de ser una referencia de la preparación física local, pasando por distintas instituciones de nuestro fútbol, integrando cuerpos técnicos del plantel profesional de Sarmiento, llegando a su tope de vivencias en Ecuador; a empezar de cero en el sector culinario y posicionar su propio emprendimiento en sushi. Todo en cuestión de años y con la misma convicción.

En diálogo con Democracia, Hernán Morón recordó su infancia en Alem; hizo un repaso por sus años ligados al fútbol local e internacional; y dio detalles acerca de su transición a la cocina.

Alem, el punto de partida

“Hasta los 18 años viví en el pueblo donde hice el jardín, primaria y secundaria. Como muchos de los jóvenes que buscan mejores oportunidades y emigran a ciudades para estudiar, decidí seguir educación física y me tuve que instalar en Junín cuatro años para la carrera”, introdujo y contextualizó: “Soy de una familia de cuatro integrantes porque tengo una hermana junto a mi papá y mamá. Mi padre fue camionero y toda su vida se abocó a eso. Mi mamá fue empleada administrativa y después ama de casa”.

Sobre la valoración de sus raíces señaló que “no hay un día que no hable con un amigo de Alem. Una vez por mes voy a comer asado con amigos del pueblo y soy de pasar por donde vivían mis abuelos. Me genera angustia ir porque no me quedaron familias, pero sí amigos”.

“Ahí aprendí todo: mis valores que me formaron como persona y mis primeros amigos oriundos de ahí. Vuelvo siempre y cada vez que me preguntan digo que soy de Alem radicado en Junín”, ratificó como su sentido de pertenencia. 

Carrera como preparador físico

“Inicialmente elijo estudiar farmacia y no había muchas carreras para elegir. Duré muy poco y la segunda opción era educación física porque siempre hice deporte”, rememoró sobre su elección académica y agregó: “Rápidamente, en segundo año, tuve una oportunidad de trabajo a través de un amigo que me acercó a Rivadavia. Estuve seis años ininterrumpidos donde pasé los mejores momentos de mi carrera por la gente que encontré ahí”. 

“Tengo recuerdos muy lindos en el club. Iba de lunes a lunes desde las 8 hasta las 20 porque estaba en el fútbol y colonia. Le dediqué mucho tiempo de mi carrera y siempre estoy y estaré agradecido”, enfatizó sobre el lugar ocupado por el Albiceleste en su trayectoria. 

De tal manera, con el paso de los años, Morón se fue abocando y perfeccionando en las metodologías de entrenamiento del fútbol de alto rendimiento. Asimismo, en simultáneo, fue trabajando en distintos clubes como La Loba, Villa Belgrano, Social de Ascensión y Sarmiento.

Tal fue su devenir hasta que, finalmente, en el 2009 tuvo la oportunidad de saltar a la máxima división de un equipo latinoamericano. Al respecto, contó: “Tuve la oportunidad de mi vida en el Olmedo de Ecuador. En ese momento eran doce clubes que jugaban primera división y se jugaba una liguilla para la Libertadores. Era el momento de Liga de Quito multicampeón con Taca Bieler, como delantero, y el Patón Bauza como DT. De hecho, en ese momento, de 12 equipos había 9 cuerpos técnicos argentinos”.

“Ellos miran mucho al profe y DT argentinos y si me iba bien podía escalar a un club mejor aún. Fui con esa idea y no sucedió porque al estar en un equipo de mitad de tabla para abajo era todo más complejo. No descendimos y valoro que fueron dos años de otra cultura y otra metodología de entrenamiento”, analizó y explicó: “Me tuve que adaptar al tema de la altura. Viví en Riobamba a 2700 metros de altura y me costaba llevar a cabo el día a día y trabajar en los predios por el tema del oxígeno”. 

Luego de su paso por Ecuador, Morón regresó nuevamente a Junín para continuar ligado a Sarmiento. “Fines de 2010 volví al Verde. Estuve como coordinador de toda la preparación física y me salió la oportunidad de trabajar con el equipo de Primera en el Nacional B, cuando estuvieron Marcelo Fuentes y Roberto Trotta de entrenadores. Cuando viene Sergio Lippi, él ya tenía su cuerpo técnico armado y fui con Nilo Carretero a Reserva”, relató. 

Tras la distinguida experiencia por el fútbol internacional y nuestro fútbol local, Morón decidió tomarse un tiempo de las canchas, de los entrenamientos diarios y del ritmo de competencia que no conoce feriados ni fines de semana. Sin embargo, en función a tal punto y aparte, consideró que debía ser, en donde nació todo: su pueblo natal.

“Terminé mi carrera de profe en Alem que es el club de mis amores,  lo hice en paralelo a la gastronomía y con poco tiempo para dedicarle. Fue algo más lúdico junto a un amigo, ya con otra mirada y con otra experiencia en el final de mi carrera”, opinó. 

Punto y aparte

Sobre el momento pos retiro de las canchas señaló que “algo tenía que hacer y ahí empecé con la gastronomía. Se me antojó hacer pastas y empecé a hacer sorrentinos. Los jugadores de la Primera de Sarmiento, a quienes conocía de mi paso por el club, se enteraron que yo estaba con un emprendimiento y me empezaron a contratar para que vaya a cocinarles a la casa. Eso me empezó a incentivar para aprender”. 

Sobre sus primeros pasos en la cocina narró: “Me pedían que vaya un viernes a hacerles tacos y yo decía que sí y no tenía idea. Por eso, averiguaba, me preparaba, después iba y cocinaba. Así hasta que un día me piden sushi y también les dije que sí”. 

“Lo hice y me dieron una crítica terrible para mal. Venían de Capital de comer sushi que acá no existía y me marcó todos los errores. En vez de enojarme, lo tomé como algo constructivo y dije ´esto no me puede volver a pasar´. Ahí arranqué, volví a lo de Carmen Palioff me dio una mano y enseñó a cocinar el arroz. Empecé a hacer semana a semana y me animé a publicarlo con conocidos”, contextualizó sobre lo que fue la génesis del emprendimiento, hoy reconocido, llamado “Fito-sushi”. 

“Por los tiempos de elaboración casi que no te permite hacer otra cosa. Me la jugué y me dediqué a hacer exclusivamente sushi. Marcos Jaureguizar me acompañó en todo esto y estoy muy agradecido a su persona e incondicionalidad”, detalló y explicó el tema de la denominación del proyecto: “´Fito-sushi´ porque vengo arrastrando el sobrenombre de mi abuelo paterno: ´Fito´ y se usa así reconocerse en los pueblos”. 

Acerca de su desarrollo exponencial contó: “Cuando llegó la pandemia busqué potenciarme trabajando con delivery y llegué a triplicar la producción ante la demanda que tenía.

Después de la pandemia me pude hacer una cocina que es hoy mi lugar de trabajo y está equipada y preparada exclusivamente para hacer sushi. Trabajo solo porque soy muy autoexigente”. 

“También anexé la parte de docencia y damos talleres de cocina. Yo particularmente doy cursos de sushi desde hace tres años donde formo a gente común, es decir, que no son chef o que quieran emprender, sino que es gente que quiere saber y le gusta la cocina”, compartió.  

De tal manera, comentó que brinda cursos mensuales para diez personas en los que aborda, desde la cocción del arroz hasta decoración, y justificó: “Le di tiempo a la experiencia y adquirir conocimiento. Pasaron siete años de elaborar y ahí consideré que era el momento de compartir mis conocimientos”. 

Respecto a su desenvolvimiento en la cocina y su rendimiento señaló que “lo máximo que llegué a hacer fueron dos mil piezas en un día para un año nuevo. Estuve las 24 horas trabajando, pero como no parás, no lo sentís. En pandemia he pasado más de un día sin dormir y trabajando”.

“Me siento cómodo y seguro en la cocina. Son placeres diferentes y estoy agradecido al fútbol y la cocina. En ambos casos hay docencia, pero en la gastronomía lo realizo en base a mis conocimientos y experiencia. Hoy soy mi propio jefe y es algo que depende exclusivamente de mí. En un cuerpo técnico somos varios y acá soy yo solo”, analizó.

Cierre

Por último, al abordar su proceso de resiliencia: desde su partida en Alem; su paso como preparador físico por distintas instituciones llegando a la primera división de Ecuador; empezar de cero en el sector culinario y posicionar a su emprendimiento como una referencia a nivel local; Morón manifestó: “No soy de mirar mucho para atrás e inclusive me cuesta disfrutar el presente. Me voy organizando la agenda mes a mes. Ya estoy con fechas para octubre y proyectando fin de año”.  

“No ignoro el pasado, pero, en términos generales, lo que más rescato es cuando alguien me llama o cuando voy a mi pueblo y me reconocen como buena gente. Después, no me genera mucho que digan que fui un buen profe o qué rico estaba o está el sushi”, describió y remarcó: “Valoro que me digan que estuve cuando me llamaron. Eso rescato y trato de inculcárselo a mis hijos también”. 

De tal manera, para precisar los principios que ordenan su manera de ser, ejemplificó: “Los exjugadores que tuve, quizás, pocos se acuerden de un método de entrenamiento o de un régimen estricto para desarrollar el día a día y, en cambio, se acuerden más de haber destinado algún espacio para una charla o algún consejo por algo que les pasaba”.

En el presente, Morón brinda cursos particulares sobre la manera más eficiente de elaborar sushi y acompaña, a la distancia, emprendimientos que han desarrollado alumnos que él capacitó como puede ser los registrados en las localidades vecinas de Vedia y Carlos Casares.