Gustavo Perazzolo y un grupo de estudiantes acompañando a René Favaloro.
Gustavo Perazzolo y un grupo de estudiantes acompañando a René Favaloro.
MÉDICO CARDIÓLOGO

Gustavo Néstor Perazzolo: “De Favaloro aprendí que lo primero siempre es el paciente”

Estudió en La Plata para, luego, tener sus primeras experiencias laborales en Buenos Aires. Allí aprendió al calor de las enseñanzas prácticas de René Favaloro. En 1989, decidió volver a Junín para continuar con su desarrollo y ser parte de la creación del primer espacio destinado a la cardiología y cirugía cardiovascular en la región. “Antes había que viajar a Buenos Aires para hacerse atender y a partir de ese momento se pudo hacer acá”, resaltó.

Hijo de un padre bancario y una madre médica, Gustavo Perazzolo creció entre dos instituciones de vital importancia en nuestra ciudad: un banco y un hospital. Si bien podría haber orientado su vida hacia cualquiera de los dos rubros, por el hecho de tener implícita la ayuda y la asistencia en la salud de otro, se volcó para el lado materno.

Su infancia en nuestra ciudad; los años de estudio en La Plata; las primeras experiencias laborales en el Sanatorio Güemes; cómo fue el momento en que conoció a René Favaloro y qué enseñanzas le dejó; y los motivos de su regreso a Junín: todo eso, y más, contó Perazzolo en diálogo con Democracia.

 

Infancia de antes

“Mi papá era bancario, empleado del Banco Provincia, y mi mamá fue la primera nutricionista de Junín por lo que trabajaba en dos hospitales: en el Regional a la mañana y en el Ferroviario a la tarde”, introdujo sobre el rol de su familia y resaltó el lugar de su madre: “Yo iba mucho a visitarla y de ahí viene, supongo, mi vocación de ser médico. Me influyó bastante en la idea y decisión de querer ser médico, ya que, me atraía lo que pasaba en el hospital”.

Retomando lo que fue el desarrollo de su infancia, Perazzolo narró: “Hice un año en la Escuela N°2 y el resto de la primaria en la N°1 porque mis padres se mudaron de zona. Después me fui al Colegio Nacional a hacer la secundaria y donde terminé hasta irme a estudiar”.

En torno a lo que significó aquella etapa en su vida valoró: “La infancia que tuvimos fue espectacular en la que, vale explicar, teníamos un grupo de amigos de la escuela y otro del barrio. Por eso, estaban los que vivíamos dentro de la misma manzana o no tan lejos y nos juntábamos a andar en bicicleta cuando salíamos de la escuela y jugábamos al fútbol en la calle porque no había la cantidad de autos que hay ahora”.

“Si comparás la niñez o adolescencia de ahora con la de antes no tiene nada que ver. Creo que fue diferente en cuanto a riesgos por el tema de la inseguridad u otros tópicos que pueden pasar hoy. Antes vivíamos en la calle y era totalmente diferente. Nuestra tecnología era tener la bicicleta y ahora es un mundo distinto”, comparó. 

En tal sentido, en lo que respecta a otra diferencia, opinó: “Lo que rescato de esa época también eran los festejos de las fechas carnaval comparado a lo que se festeja hoy. Me da la sensación que se perdió un poco eso: antes era mucho más festivo y ahora se perdió el carnaval y no se festeja tanto en fechas especiales”. 

 

El porqué de medicina

Cuando finalizó el secundario, Perazzolo ya tenía en claro hacia qué carrera orientar sus estudios académicos. Asimismo, también tenía en claro cuál no. Por ejemplo, el trabajo de su padre, ser empleado bancario, no fue una opción. 

“No iba a visitar a mi papá al banco porque no me parecía atractivo. Era cajero y luego fue tesorero, pero no me parecía interesante. Sí me parecía ir al hospital donde entraba y me sentía cómodo. Mi mamá hacía los regímenes de pacientes internados, iba a la cocina, se relacionaba con la parte médica y me quedó eso. Yo creo que fue por ahí. Siempre pensé que esa parte fue la que a mí me transmitió algo en la cual yo dije que iba a ser médico y nunca me cuestioné otra cosa”, describió. 

Acerca de por qué eligió la ciudad de La Plata como sede para formarse comentó que “éramos un par de amigos que iban a estudiar medicina y, en ese momento, era bastante acogedora para estudiantes, más allá de que estaba la dictadura y un contexto político complejo, la decisión fue ir ahí. Además, también era donde vivía mi hermana”. 

Siguiendo con su relato de historia platense, Perazzolo resaltó el lugar ocupado por su hermana al oficiar de “guía” en sus primeros pasos en la ciudad de las diagonales como así también para introducirlo a un nuevo mundo social. Precisamente, a través de ella, conoció a otro estudiante de medicina con quien conviviría algunos años después.

Respecto a lo que fue el paso de vivir en Junín a La Plata consideró que “fue un cambio importante porque pasé de ser un estudiante secundario viviendo con mi familia a, de repente, vivir de forma independiente y todo lo que implica: hacerte la comida, convivir con alguien que no conocés, estudiar”.

“Te metés en ese lío que representa y es una carrera académica, pero a los 18 años vas para adelante y si te gusta o no, no lo pensás tanto”, comentó y agregó: “Lo más complejo es el tema de la convivencia, pero por suerte nunca tuve problemas con la gente que conviví”.

De tal forma, entre convivencias y largas jornadas de estudio, Perazzolo se formó en la Universidad Nacional de La Plata hasta, finalmente, culminar con el proceso educativo y llegar al momento de elegir cuál especialidad seguir.

 

Cardiología, la vocación

“Cuando estaba terminando la facultad me gusto la parte de cardiología y si me preguntás cuál fue el motivo por el que elegí esa rama no lo sé. Me parecía interesante, es decir, una especialidad atractiva y ahí me fui a Buenos Aires hacer la residencia en el Sanatorio Güemes donde estuve durante cuatro años”, manifestó sobre su elección. Además de su destacada experiencia con René Favaloro y el conocimiento adquirido en la profesión, a finales de la década del 80, llegó el momento en que las raíces de su vida se hicieron sentir y decidió emprender el regreso a nuestra ciudad.

“Cuando termino la residencia, que estaba medio cansado del ritmo de vida de Capital y no quería continuar viviendo ahí, había conocido a quien es hoy mi esposa y quedamos en un acuerdo de venirnos a vivir a Junín. Nos casamos y desarrollamos toda la familia”, expresó sobre la génesis de su regreso. Y remarcó: “Quería hacer y desarrollar mi profesión en Junín. Estaba cansado del ritmo de vida de Buenos Aires después de cinco años y regresé. Cuando volvimos en el 89, había entrado en terapia intensiva del Hospital de Tigre y pasé al Regional de acá”.

Como parte de uno de sus axiomas fundamentales en su trayectoria laboral se encuentra el emprendimiento del que formó parte en el Sanatorio Junín. Al respecto, contó: “En el 91 nos encontramos con un grupo de cardiólogos y cirujanos y se creó el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular. Fue algo innovador y muy positivo para la ciudad y la zona, ya que, antes había que viajar a Buenos Aires para hacerlo y a partir de ese momento se pudo hacer a nivel local. Así se contribuyó al desarrollo de la profesión también”.

Siguiendo con la valoración de tal acontecimiento señaló: “De esa forma se cerró el círculo: antes se tenía que derivar y ahora se atendía al paciente, se realizaba el diagnóstico y se podía dar con tratamiento médico como así también quirúrgico”. 

Haciendo uso de su “palabra autorizada” como referente de la cardiología local, Perazzolo, hizo énfasis en la importancia de esta disciplina médica y explicó que “la principal causa de muerte en el mundo es la enfermedad cardiovascular que está determinada por factores de riesgo como puede ser la hipertensión, el colesterol alto, el sedentarismo o el tabaquismo, entre otros”. 

“Si mantenés buenos hábitos y, por así decirlo, una conducta con disciplina es beneficioso. Por eso, es importante tener chequeos para la presión arterial, niveles de colesterol y glucemia, un peso adecuado, realizar actividad física, ver qué como y llevar una dieta saludable”, relató e informó: “El tabaquimo es la primera causa de muerte prevenible, es decir, relacionada al hábito del tabaco”.

Por eso, enfatizó en la importancia de los registros médicos que “te llevan a saber dónde estás parado y qué es lo que tenés o no tenés. Todo eso hace que puedas controlar los factores de riesgo. Están los modificables, que podés mejorar o cambiar, y los que no, como genéticos o hereditarios y no los podés cambiar”. 

 

Cierre

Con una carrera de más de cinco décadas en el mundo médico, al hacer un análisis sobre tantos años de desarrollo y evolución, Perazzolo, expuso: “El balance es bueno y satisfecho con la decisión de haber vuelto a Junín. Creo que siempre cuando hacés y mirás hacia atrás, tenés que estar conforme y yo lo estoy. Siempre tenés que tener al lado personas que te apoyen y te den contención”. 

De tal forma, resaltó el lugar ocupado por su familia. “Mi mujer cumple un rol muy importante en todo esto porque en los momentos más complicados te sentís apoyado. Es algo recíproco porque ella también es profesional, viaja a Buenos Aires donde desarrolló su profesión y nos mantenemos en la misma sintonía”.

“Los hijos son muy importantes y es donde depositás toda tu energía: que les vaya bien y no les falte nada. Por suerte están los tres estudiando así que por ahora todo bien y no hay nada para reprochar”, concluyó.

Además de la trayectoria en el sector que lo volvió una referencia en la cardiología local, Perazzolo hoy disfruta del tiempo compartido en familia y de ver crecer a sus hijos en sus respectivas carreras con el deseo, aún lejano según él, de disfrutar de nietos el día de mañana.

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