En los últimos meses la problemática de ludopatía infantil ha emergido notablemente. Según un informe del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo bonaerense, el 12,5% de los jóvenes argentinos de entre 15 y 24 años ha apostado online en algún momento de su vida.
Consultada por Democracia, la psicóloga de la Secretaría de Desarrollo Humano del Municipio, Anahí Suárez, explicó que en la actualidad se está detectando un incremento “problemático” de las apuestas online “en adolescentes y niños de entre 12 y 16 años”.
“Se enmarcan dentro de lo que es la ludopatía, porque reúnen las características de adicción o consumo problemático, con algunas particularidades aditivas que lo problematizan aún más, como es el tema de la accesibilidad”, puntualizó.
En ese sentido, la licenciada alertó que esta situación se está dando “de una manera silenciosa e invisible”. “Es importante que los adultos tomemos conciencia y nos interioricemos en qué consiste para prevenirlo y estar presentes”, detalló.
Según Suárez, los menores de entre 12 y 16 años para apostar de manera online empiezan por “fraguar su edad”. “Deben sacar préstamos para poder afrontar el gasto que requieren las apuestas. Empiezan apostando montos chicos, como puede ser el valor de una merienda, y luego requieren más dinero. Suelen ser los mismos jóvenes los que ofician de prestamistas o de cajeros”, indicó.
Por su parte, la psicóloga Raquel Petraglia hizo referencia a la dependencia que generan las apuestas en línea. “Es una conducta adictiva porque se vuelve compulsiva; no puede dejar de hacerse. Es una relación de necesidad que trae síntomas de abstinencia”, explicó.
Al momento de analizar las causas del crecimiento de la adicción al juego en niños y adolescentes, Suárez hace hincapié en las nuevas tecnologías: “No hay duda de que facilitan la vida, pero también determinan nuevos modos de subjetividad. Con lo cual los adultos, como soporte de los más jóvenes, tenemos que protegerlos, sostenerlos y regularlos también”, señaló.
Por otro lado, Petraglia asegura que “depende de cada chico, de cada historia familiar, del momento que está viviendo y de la presencia de los padres”. “También hay una tendencia a borrar las diferencias generacionales, que son necesarias sostener, y hay dificultad para establecer límites sobre los hijos”, remarcó.
Señales de alarma
Un primer indicio de que un niño puede estar desarrollando una adicción al juego es el cambio en su comportamiento. “Se registran cambios en el estado de ánimo, como son la tristeza, el desgano, la pérdida de interés y una preocupación excesiva por el dinero. Cuando el problema es más grave, hay violencia y minimización o negación del tema”, aseguró Suárez.
Para Petraglia, un padre “puede darse cuenta de que su hijo está con una conducta adictiva si crea canales de comunicación”. “Un claro signo es cuando el chico está demasiado tiempo frente a la pantalla; las conductas de aislamiento, irritabilidad, problemas de insomnio, cuando mienten con respecto a por qué están tanto tiempo con el celular o sobre la falta de dinero en la casa”, expresó.
Recomendaciones para los padres
Según Petraglia, algunas de las pautas que deberían tener en cuenta los padres son “concientizar a los chicos sobre los riesgos que esto puede llegar a ocasionarles”. “Deben estar atentos a los cambios de conducta, si se aíslan de sus amigos, si les empieza a ir mal en el colegio o si están emocionalmente inestables”, explicó.
En esa misma línea se expresó Suárez, quien recomendó “fomentar la comunicación afectiva y efectiva con los hijos”. “El uso excesivo del celular y de las tecnologías obstaculiza este aspecto. Tampoco se debería minimizar el hecho de que se trate de un juego virtual y pensar que no va a afectar la vida del joven o del niño”, destacó.
Y agregó que “si el problema ya está instalado en las familias, se deberá hacer la consulta con el profesional correspondiente".
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