Cada noche, un millón de chicos en Argentina se van a dormir con la panza vacía porque no alcanzan a recibir siquiera las cuatro comidas diarias básicas. La dura cifra surge de un informe de Unicef, actualizado, pero que no distrae la vista de otros tantos niños que apenas cubren una comida al día en nuestro país.
El aumento de la pobreza, profundizado por el impacto de la recesión en los últimos meses, afecta brutalmente las infancias. La octava encuesta a hogares con niñas, niños y adolescentes de la entidad dependiente de la ONU expuso el incremento del flagelo de la pobreza en el país alertando que un millón de chicos se acuestan sin cenar mientras que los menores de 18 años que saltean una comida durante el día son un millón y medio.
En Junín, ante la falta de cifras oficial, un termómetro de la situación que viven los niños se mide en los comedores y merenderos de los barrios, que cada vez reciben más chicos y mamás en búsqueda de al menos una de las comidas diarias.
Democracia consultó a referentes de “Jesús es la Solución”, “Mi infancia Las Vaca”, “Los Dragoncitos”, “Colorete” y “Los Solcitos”, solo algunos de los lugares a los que asisten en promedio entre 35 y 40 chicos para tomar la merienda o comer el almuerzo o la cena.
Todos coinciden en las dificultades que afrontan las familias para alimentar a sus hijos y se valen de las donaciones de la gente o la ayuda del municipio, para llevar adelante su tarea.
Más demanda diaria
La difícil situación que afrontan las familias obliga a muchas a apoyarse en la gran ayuda que brindan los comedores y merenderos de los barrios.
Noelia López, de “Jesús es la Solución”, ubicado en Intendente de la Sota 746 aseguró que “en estos últimos días están viniendo muchos chicos. Hay una miseria bárbara y la plata no alcanza en casa. Vienen mamás con sus bebés y sus niños”.
Dos veces por semana Noelia y colaboradores sirven la merienda a más de 25 chicos y como cuentan con roperito solidario, también entregan ropa, calzados, de niños y de adultos. Cabe destacar que reciben ayuda del Municipio, como otras 20, organizaciones, según indicaron del área de Desarrollo Humano.
“También frazadas, cuando nos traen. Y cuando nos traen alimentos también hacemos bolsitas para darle a la gente que se lleve, pueden ser facturas, leche, o mercadería cuando nos entregan donaciones”, contó.
“Los días de merendero son los miércoles y sábados, que vienen niños del barrio La Favela y San Jorge y Almirante Brown también. A veces son muchos más de 25”, señaló sobre el número, que en el último tiempo creció.
Por su parte, Fiama Correa, del comedor “Mi infancia La Vaca”, ubicado en Pastor Bauman casa 12 -frente al frigorífico-, también señaló que la situación de los merenderos “es muy difícil”, y aseguró que “se acercan un montón de chicos en esta época que estamos tan mal, que nada alcanza. Siempre tenemos entre 38 y 40 y un poco más a veces, ya sea otro hermanito, un primito. Siempre se van agregando chicos y mamás también”.
Los lunes, miércoles y viernes, sirven la comida y “cuando tengo y se puede”, como afirmó la propia Fiana, “se sirve la copa de leche y así nos vamos arreglando”.
“La realidad es que está todo muy complicado y la gente ya no está donando nada porque está todo muy difícil. No estamos recibiendo casi nada”.
“Es mucho más difícil todo”
Desde hace 17 años, en Ricardo Rojas y Etchepare, Sandra Pirani lleva adelante su tarea en el merendero Los Dragoncitos. Al referirse sobre la situación, para alguien con vasta experiencia ininterrumpida en el área, la respuesta concreta y certera: “Este año es mucho más difícil todo, estamos con las donaciones de la gente, un poco de ayuda de la Municipalidad, pero está muy complicado”.
De lunes a jueves los chicos toman la merienda, desde las 17: “Tenemos entre 30 y 40 chicos, este tiempo está muy difícil y se nota, pero todo se puede con mucho esfuerzo”, señaló y aseguró que “una vez por semana o cada quince días hacemos el almuerzo, depende de cuando juntamos para poder hacerlo”.
Además, continúan con el roperito comunitario y un taller de cocina para los chicos. “Ellos hacen pizzas, tortas fritas y llevan a su casa. Con sacrificio lo podemos mantener”, dijo.
Lorena Guevara y su hija Yamil, de 16 años, trabajan a la par en el Merendero Colorete, ubicado en Doctor Calp 1633, en el barrio 8 de Agosto.
“Generalmente los miércoles y viernes damos la merienda. A veces dos o tres veces por semana, depende de las donaciones. Hoy está re complicado para conseguir. A veces subo a Facebook los pedidos, pero cuesta mucho”. No obstante, reconoció la ayuda proviene de la gente y de la agrupación Marianista, “ellos nos donan muchas cosas”.
“A veces son 20 o 30 chicos, vienen de barrio El Progreso y La Vaca, después de las 17 que salen de la escuela. Mi hija va caminando, recorre y los va buscando para que no estén solos. Y después los acompaña”, contó Lorena sobre la tarea.
Situación “crítica” para muchas familias
Norma Chirulo, del merendero Los Solcitos, ubicado en inmediaciones de la Escuela N° 17 y Boliche Amarillo, -hacia El Carpincho-, contó que brinda la merienda a 35 chicos de distintas edades, de entre 2 y 14 años.
“La merienda es de lunes a sábado, porque generalmente comen en la Escuela N° 17. Como los sábados no hay comedor, el almuerzo lo hago yo en mi casa”, contó a Democracia.
Sobre la actualidad de las familias, reconoció: “La situación económica está bastante crítica, con el tema del trabajo. Hay familias numerosas, con cuatro o cinco chicos, que no pueden, se les hace imposible palear la situación desde la casa. Así que se fueron agregando nenes al merendero”.
Norma destacó la ayuda de los juninenses cada vez que necesita colaboración para el merendero: “La gente de Junín es muy solidaria. Cuando me veo que faltan cosas pido y la gente responde. A veces me pago el taxi para ir a buscar las cosas porque sé que los nenes vienen y lo necesitan. Así tienen su taza de leche”.
Además, con la ayuda de Don Ito, los sábados hay talleres de elaboración de facturas, pizza, fideos, y luego los chicos se lo llevan sus casas.
Ayuda a más de 20 instituciones
Desde el área de Desarrollo Humano, la secretaria Melina Fiel indicó que desde el Municipio de Junín brindan ayuda a más de 20 instituciones. “Trabajamos mancomunadamente con los merenderos y nos juntamos también con ellos en las reuniones con el equipo una vez al mes, corroboramos datos de personas, niños, y si es merienda o almuerzo, según lo que sea, les damos los alimentos en base a la cantidad que ellos nos pasan por listado”, resaltó.
También entregan dos garrafas a cada merendero y cuando lo solicitan en algún evento puntual como el día del niño “también colaboramos y trabajamos en equipo con ellos”.
Por último, señaló que “las entregas son los segundos viernes de cada mes, y es un pedido de los más de 20 productos que tenemos en la Secretaría”.
Actualmente, entre los centros que reciben ayuda del Municipio se encuentran: Caminemos Juntos, Jesús es la Solución, Casa Calcuta, Ohana, El Tata, Comedor de barrio Totoreros, Ayúdame a ayudar, Rayito de Luz, Las Tosquitas, Los Pekes, Los Dragoncitos, Los Chiquititos, Rinconcito de las Vías, Nueva Esperanza, Infancia Feliz, Pequeños Grillitos, Corazoncitos, Merienda Solidaria, El Arca Kids y Nariguetas.
“Argentina injusta”
Consultada sobre la situación y los datos dados a conocer, la referente Virginia González, de la organización Juana Azurduy, aseguró que “Argentina no es pobre, es profundamente injusta”.
En este sentido, se refirió a un reciente estudio realizado por la Universidad Católica Argentina, donde “más del 60% de los niños, niñas y adolescentes de nuestro país son pobres.
Y el 16% se encuentra en la indigencia”. En el informe se habla de “pobreza multidimensional”, es decir, “carencias referidas a seis dimensiones de derechos: alimentación, saneamiento, vivienda, salud, información y educación /estimulación”.
González explicó que “en particular, desde la experiencia de crianzas comunitarias y proyectos de educación no formal, acompañamos familias atravesadas por el agobio diario de tarifas impagables, ascenso sin fin del índice de precios de los alimentos e insumos de consumo básico, salarios o ingresos discontinuos que no llegan a cubrir los gastos mínimos para la sobrevivencia. La misma situación recorre nuestras organizaciones comunitarias, trabajadores públicos, centrales obreras”.
Para ejemplificar, refirió una idea del economista y filósofo Friedrich von Hayk, para quien “las únicas dos funciones de un gobierno legítimo consisten en brindar una estructura para el mercado y proveer servicios que este último no puede prestar. Y afirma que es necesario ‘el sacrificio de algunas vidas humanas en pos de la consecución del bien general’.
Esta y otras ideas propias del darwinismo social o la ‘supervivencia del más apto’, explican que la pobreza sea considerada abiertamente por el presidente de nuestro país, como un mínimo costo para un bien mayor: un desarrollo social y económico óptimo para el crecimiento de los mercados trasnacionales”.
No obstante, aclaró que “hoy, hablar de desigualdad no ha de ser un tema asociado a la justicia social, sino un impedimento para que nuestras sociedades puedan planificar el crecimiento económico de los diferentes sectores, que no es posible en las condiciones actuales”.
Por último, González consideró que más allá de las mediciones y resultados fragmentados, “urge reconocer el cuadro situacional estructural en el que se encuentran nuestras sociedades, producto de la inserción de las familias en la estructura socio productiva, porque es ésta la que condiciona la posibilidad cierta de acceder o no a bienes y servicios, y en definitiva a la vida digna”.
Si las políticas públicas del Estado han sido la forma de revertir los efectos de los ajustes laborales y tributarios, “nos encontramos en un momento en donde resulta inexorable recuperar la confianza sobre las instituciones para transformarlas cabalmente, el gran desafío de la clase política de nuestro tiempo”, cerró.
Políticas y protección de la niñez
Según el informe de Unicef, las personas adultas que habitan los hogares que no pueden cumplir con la alimentación diaria, alcanza los 4,5 millones de argentinos.
En este punto, el trabajo aporta que los adultos no ingieren todas las comidas porque, en muchos casos, “priorizan que sus hijos puedan alimentarse”.
Actualmente, más de siete millones de chicos viven en la pobreza monetaria, según se desprende del documento. Desde Unicef lo explican señalando que “el aumento de los precios y el estancamiento económico desde hace más de una década han incidido en la capacidad de generación de ingresos de millones de hogares con niñas y niños”.
La organización también precisó que unos “10 millones de chicas y chicos en Argentina comen menos carne y lácteos en comparación al año pasado por falta de dinero, en un contexto en el que, además, los ingresos de casi la mitad de los hogares con niñas y niños no alcanzan para cubrir gastos básicos de alimentación, salud y educación”.
Al referirse a los sectores que padecen un mayor impacto de la pobreza, Unicef indicó que “afecta especialmente a las personas que viven en hogares con menos acceso educativo, a los hogares monomarentales, con jefatura femenina o cuando están situados en un barrio popular”.
Ante esta situación, consideró que se necesita “una combinación de políticas y la protección de los recursos presupuestarios que se asignan a la niñez, que permitan a su vez sostener y mejorar los esquemas de protección de ingresos destinados a familias en mayor situación de vulnerabilidad”.
La pobreza alcanzó el 41,7% en la Argentina en el segundo semestre de 2023 y afectó a 19,5 millones de personas, mientras que el nivel de indigencia ascendió al 11,9%, por lo que abarca a unas 5,6 millones de personas, según los últimos datos disponibles del Indec.
El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (Odsauca), por su parte, reveló que la pobreza trepó al 55,5% en el primer trimestre de este año, en tanto que la indigencia alcanzó el 17,5% en el mismo período.
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