Mingorance era, en sus inicios, una fábrica de sombreros.
Mingorance era, en sus inicios, una fábrica de sombreros.
TRES EMPRENDIMIENTOS LOCALES CON MÁS DE 100 AÑOS DE VIGENCIA

Un recorrido por los comercios centenarios de Junín: preservar la esencia a través de los años

Cuartas y quintas generaciones de comerciantes siguen la estela de sus antecesores en negocios con gran arraigo en nuestra ciudad. Si bien el contexto social y económico ha cambiado mucho desde su fundación, la tradición se mantiene.

Los comercios que han sabido mantenerse más de cien años en Junín han requerido de una notoria capacidad para adaptarse a las nuevas realidades, sin perder de vista la esencia de sus antepasados. 

Sin dudas, la calidad de sus productos y la atención al cliente son la clave para llevar tantos años abiertos. Es lo que ocurre con tres de los comercios centenarios de Junín: Mingorance, Marmolería Dani y Librería Bianco. 

En Avenida Roque Sáenz Peña 142, Verónica Mingorance, una de las dueñas del local de indumentaria masculina y femenina que lleva su apellido, abrió sus puertas en 1895 como una fábrica de sombreros. 

Fue su bisabuelo Francisco Mingorance quien, tras llegar de España, fundó el negocio. “Salían con su esposa, a caballo, a repartir los sombreros por los pueblos vecinos y también vendían calzado. Después, con el auge del auto, se fue dejando de utilizar sombrero y ahí comenzaron a implementar otros productos. Siguió como un negocio de ramos generales hasta que terminó siendo una casa de venta de ropa, principalmente de hombres”, explicó. 

Verónica forma parte de la cuarta generación del negocio que, según confirmó, “siempre estuvo ubicado en la misma dirección”, y el cual define como “una sociedad familiar”. 

“Después de Francisco Mingorance, estuvieron al frente sus hijos; uno era mi abuelo y otro hermano de él. Después, este último se fue y ahí entró otro hermano más, que es Ángel Mingorance. Años más tarde quedó a cargo mi papá y también Jorge Mingorance, quienes son primos hermanos”, detalló. 

Fue tras el fallecimiento de “Tito” Mingorance, que Verónica y sus hermanos comenzaron a acercarse al local. “Mi papá estuvo en el negocio desde muy chico, en cambio nosotros, no. Ya teníamos nuestra vida hecha por otro lado, pero aun así aceptamos el desafío de continuar con Mingorance”.

Estos comercios centenarios forman parte del patrimonio histórico y cultural de la ciudad y han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, sin perder de vista la tradición que los sustenta.

“La fórmula es seguir siempre para adelante e irse adaptando a los tiempos. Por ejemplo, durante este último periodo que las cosas subieron tanto de precio y que la gente está con tan poca disponibilidad, la idea ha sido dar a los clientes las posibilidades para que puedan comprar, teniendo la mayor cantidad de cuotas o habilitando las promociones de los bancos”, expresó.

Según enfatizó Verónica, la prioridad es siempre tratar “que la gente pueda comprar y nosotros adaptarnos a las distintas situaciones”. “En otras épocas -y en otras crisis-, se fomentó mucho la compra a crédito. Mi padre lo ha hecho mucho acá en el negocio. Después, cuando empezaron las cuotas con las tarjetas, siempre fue más conveniente para la persona comprar en cuatro o seis cuotas y, a su vez, tener una bonificación, que es la que le da el banco”, relató.

En tanto, otra de las maneras de cuidar al cliente ha sido tener variedad de marcas dentro del negocio. “Buscamos que sean también de buena calidad, que las telas sean buenas, pero que los precios sean un poco más bajos. De esa forma también ayudamos a que la gente pueda adquirir buenos productos, pero a un precio menor, manteniendo la calidad.

De eso se trata adaptarse a lo que la gente necesita”, agregó. 

Una prestación de servicio 

Como parte de la filosofía y también de la esencia de Mingorance, Verónica destaca la idea de “considerar al comercio como una prestación de servicio”. “La persona que entra al negocio viene necesitando que se le solucione un problema, ya sea porque tiene una fiesta, porque la hija se casa o por un cumpleaños de 15. Nuestra idea es siempre tratar de prestar ese servicio”, afirmó. 

“Papá siempre defendía ese concepto”, agregó. También aseguró que la tradición y los años en Junín han colaborado para que la gente confíe fielmente en su servicio. 

“La gente nos conoce de tanto tiempo y saben que seguimos trabajando y que siempre estamos acá. Después se dan situaciones muy lindas, como cuando viene un abuelo con el nieto y le cuenta que acá se compró su traje de casamiento y ahora le viene a comprar al nieto porque se recibe. Tenemos tres y hasta cuatro generaciones viniendo a comprar acá”, relató. 

De esta forma, se podría confirmar que otra de las claves para atravesar tantos cambios sociales y económicos fue, sin dudas, el haber conformado una familia de un lado y del otro del mostrador. “Nuestros empleados también han tenido un papel muy importante y entre todos somos un gran equipo”, afirmó Verónica. 

Del cincel al taladro 

Hablar de legado en el sector de marmolería es hablar del apellido Dani. Es que la familia está al frente de una de las fábricas más antiguas de la ciudad, desde hace 116 años. 
Marmolería Dani está ubicada en calle Hipólito Yrigoyen 115 y, según detalló Juan Ignacio Dani, su fundador fue “el padrastro de mi bisabuelo, de apellido Bataglia, en 1898”. 

“Él ya venía con el oficio, sin utilizar cortadora, sino con un trabajo manual, a martillo y cincel; muy precario para la época. Luego le vendió el fondo de comercio a mi bisabuelo, Juan Dani, y ahí empezó con la adquisición de maquinaria, tanto de corte como de pulido”, contó. 

Sobre aquellos comienzos, Juan Ignacio asegura que uno de los primeros grandes pasos fue la construcción de “un galpón más grande, que es el actual”. “Allí se incorporaron cortadoras y pulidoras y estaban trabajando con mi bisabuelo cerca de 16 empleados; la mayoría italianos y talladores de oficio”, agregó. 

Luego, en la época donde el negocio estaba a cargo de su abuelo, Juan Carlos Dani, el trabajo pasó a estar más dedicado a los domicilios: “Se hicieron los primeros frentes, escaleras y mesadas”, según relató. “Y con la implementación de más maquinaria, se empezó a reducir el personal también. En esa época eran tres empleados, nada más”, añadió. 

Entre los trabajos más destacados y que forman parte del patrimonio histórico y cultural de Junín, se pueden nombrar al “monumento de  Plaza 25 de Mayo y el Banco Junín”, resaltó. 

Continuar el legado 

Fue en 1998 cuando Juan Ignacio se sumó a la empresa familiar. “Tenía 17 años y me incorporé para trabajar con mi papá, cuando mi abuelo ya había fallecido”, aseguró. 

En aquel entonces sus primeras tareas, según explicó, estaban vinculadas con barrer el local o “manejar el vehículo del negocio”. “Después empecé a utilizar herramientas amoladoras, taladros; y tuve la suerte de contar con la experiencia y conocimientos de Miguel, quien era el empleado que trabajó con las cuatro generaciones dentro de la marmolería. Gracias a él, el negocio tuvo su continuidad”, sostuvo. 

Juan Ignacio es el actual titular de Marmolería Dani y lo acompaña su mamá, quien está encargada de la parte administrativa del negocio. “Después, estoy en la atención al público, me dedico a ir a tomar medidas a las obras, hago repartos y me encargo del asesoramiento para las instalaciones”, contó, y agregó que “dentro del equipo también hay dos empleados más”. 

A la hora de señalar cuál ha sido la clave para mantenerse vigente durante tantos años, él recuerda aquello que le fue inculcado por sus padres: “Siempre me dijeron que tenga presente que soy un empleado más y no el dueño; que me administre el sueldo como lo hace todo el mundo; que sea prolijo en la administración y que vaya cubriendo los proveedores en tiempo y forma. El orden en la parte económica ante todo”. 

La confianza en la trayectoria 

Para Juan Ignacio, el paso de generaciones también se observa entre los clientes. “El cliente de mi papá ha tenido sucesores; hijos y nietos que vuelven al negocio porque conocen nuestro trabajo”, subrayó. 

Por otra parte, consideró que al plus que genera estar en la ciudad durante tantos años, se le suma “la atención y el trabajo personalizado”. “Una vez que termino el trabajo, no me desligo. Estoy continuamente encima”, detalló. 

Según puntualizó, la mejor publicidad durante todo este tiempo “ha sido el boca en boca y la recomendación de otros gremios dentro de la construcción”. “Por ejemplo, al albañil le sirve mucho cuando recibe una mesada bien medida y donde no hay errores porque le facilita la colocación. También lo vemos con los constructores y con los carpinteros.

Hacemos un trabajo donde nos complementamos”, aclaró. 

Librería emblema de Junín

La librería Bianco abrió sus puertas en 1895 y para esta fecha, detrás del mostrador, ya estuvieron cinco generaciones de comerciantes. 

Javier Paesani, esposo de Liliana Bianco, se sumó a la empresa familiar en 1988 y, según reconoció, “los altibajos económicos se han registrado en varias oportunidades, pero en general se trabaja bien”. 

“Los fundadores fueron los bisabuelos de mi esposa. Después continuaron con el negocio los abuelos; luego, el papá; después se sumó ella y hoy en día también nos ayudan nuestras dos hijas. Si bien ellas están estudiando y están terminando sus carreras, también están acá. Es algo que se fue dando de manera natural”, relató. 

“Durante el año, el pico de ventas se produce en temporada escolar y después se estabiliza. También tenemos otras fechas, como el Día de la Niñez, donde tenemos más trabajo. Pero generalmente el nivel de ventas es parejo”, contó. 

Para Paesani, la fórmula para permanecer vigente –durante 129 años– ha sido “mantenerse tranquilos y preservar la esencia”. “Hoy en día, la gente te visita por los precios. Las personas le compran al que vende más barato. Algunos se aferran a lo conocido, pero muchos otros al precio. Es un combo”, aseguró. 

Sin embargo, defendió la idea de que “la cantidad de años juega a favor”. “La gente ya sabe cómo trabajamos y eso nos suma. Nosotros seguimos luchándola como siempre. Si bien no es fácil mantenerse a flote en este país con la cantidad de impuestos y demás cosas que hay que afrontar, tratamos de trabajar tranquilos”, concluyó.

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