Matheus Teixeira, Yossmar Bolívar, Dante Molina del Castillo y Alan representan las voces de muchos extranjeros que año tras año arriban a Junín en busca de mejores oportunidades. El sentimiento de comunidad, el buen trato, la universidad, el modo de relacionarse, y las oportunidades laborales son algunos de los motivos que explican por qué muchos extranjeros se quedan en la ciudad.
Pero detrás de cada acción migratoria existe una historia de vida. Democracia dialogó con cuatro extranjeros que eligieron Junín para establecerse solos, o bien, con su familia. Así, para Matheus Teixeira, de 22 años, Junín fue sinónimo de segunda oportunidad. Él es oriundo de Río Bonito, en Río de Janeiro, y actualmente es arquero del Club Atlético Ambos Mundos.
“En 2023 había sufrido una lesión y mi representante me sugirió venirme a Junín a recuperarme”, contó. La ciudad había sido el destino elegido dado que aquí también había otros coterráneos, jugando en Sarmiento, y la adaptación “podía llegar a darse en mejores condiciones”, afirmó.
A la hora de definir a Junín aseguró que es una ciudad “muy tranquila para vivir”. “Me gusta mucho porque las personas son muy buenas, e hice muy buenas amistades”, indicó. Luego de diez meses en Argentina, Teixeira volvió a Brasil, de vacaciones. “Vuelvo el 25 de julio y mi plan es quedarme, al menos, hasta diciembre. Mi objetivo es hacer un buen torneo y seguir avanzando a nivel profesional”, concluyó.
De Venezuela a Junín
La llegada de Yossmar Bolívar, de 24 años, a nuestra ciudad estuvo relacionada desde un principio por la crisis política, económica y social desarrollada durante el gobierno de Nicolás Maduro. “Mi papá vino a la Argentina en 2018, cuando yo tenía 18 años. Fue luego de una invitación de mi tío quien ya se encontraba en Buenos Aires, y tras haberse quedado sin su trabajo como taxista. Él le propuso venirse y quedarse a vivir con él hasta tanto consiga otra actividad”, contó.
En ese entonces, ella aguardaba novedades en Maracay, junto a su madre y sus dos hermanas mayores. “Yo estaba estudiando contaduría y me acuerdo que cuando comenzó la crisis fuerte no había más efectivo. Dejó de existir y todo el mundo se manejaba con tarjeta”, indicó.
Sin embargo, la primera opción había sido Colombia, pero “todos los venezolanos estaban allí y hubiese sido muy complicado conseguir un ingreso”, aseguró.
El primer trabajo de su padre en Argentina fue en un lavadero de autos, donde recuerda que le pagaban $400 por hora, y de forma semanal él les enviaba mil pesos para cubrir los principales gastos. “En ese momento, yo estaba desesperada porque me quería ir de Venezuela. Tenía recién 18 años y me sentía frustrada, no podía estudiar, todo me salía mal. Nunca pasé hambre, pero cosas necesarias como el jabón para bañarse, desodorante, todo ese tipo de elementos, siempre faltaban. Entonces intenté trabajar y estudiar al mismo tiempo”, relató.
Finalmente, su madre y sus hermanos viajaron también a Capital Federal y más tarde fue Junín el destino. “Acá teníamos a nuestra tía, que es hermanastra de mi papá, y ella los recibió en un monoambiente que tenía”, explicó. Y añadió: “Nosotros, con mi novio, Adrián Sarmiento, llegamos luego, el 3 de diciembre de 2019”.
Fue gracias a la colaboración de la gente de la Iglesia del barrio que pudieron conseguir más plata y una garantía propietaria que les permitió mudarse y estar en otro departamento, más amplio.
“Al principio, hacíamos tortas con mi mamá e íbamos a las puertas de todos los comercios a venderlas”, sostuvo. Fue el mes que “hicieron la diferencia”, según explicó, dado que pudieron comprar regalos de Navidad, también ropa, y sentirse unidos como familia.
Yossmar aseguró que “en ningún momento” sintieron discriminación en Junín. “Cuando estábamos vendiendo tortas en los negocios, por ejemplo, les decíamos que éramos venezolanos y siempre nos ofrecían trabajo, o nos han tratado muy amablemente”, subrayó.
En ese sentido, reconoció que había una gran diferencia con su país de origen: “Antes allá, las personas eran muy cálidas, es decir, era todo amor para los demás; pero esa cualidad se fue perdiendo con la crisis. Después, todo el mundo buscaba su beneficio”.
Su sorpresa fue rotunda: “Cuando llegamos a Junín quedamos impresionados porque nos han dado de todo”, sostuvo.Yossmar vive actualmente en Junín, junto a su esposo y sus dos hijos, Abel, de tres años y Adriel, de un año y medio.
Desde Paraguay
Dante Molina del Castillo ya lleva 48 años viviendo en Argentina. A los 16 años decidió dejar su Paraguay natal y se acercó a nuestro país para estudiar en la Universidad. “Cursé en la Universidad Nacional de Rosario; viví ahí hasta 1997, y luego, por razones laborales, me mudé a Colon, provincia de Buenos Aires, y desde el 2008 que estoy en Junín”, aseguró.
Lo que más destaca de la ciudad es “la tranquilidad”. “Comparada con las grandes ciudades uno puede vivir tranquilo. Es verdad que cuando apenas me mudé, todos me decían que podía llegar a ser peligroso porque acá está la cárcel, pero no fue así”, indicó.
Actualmente ejerce como médico anestesiólogo y vive, a sus 64 años, junto a su esposa, desde hace seis años, a quien conoció en Pergamino. “Acá también estoy con mis dos hijos, mis dos nietas y, además, comparto mucho con amigos y compañeros del trabajo”, contó.
“Me gusta vivir donde pueda trabajar tranquilo. Junín me ofrece eso, estoy bien y, además, a diferencia de otras ciudades cercanas y de igual población, tiene más eventos culturales y con artistas internacionales incluso. No creo me vaya a mudar”, concluyó.
Alan, de Londres
A los 25 años, Alan dejó Inglaterra para empezar a viajar en yates y así pasaron cinco años entre Estados Unidos, el Caribe y el Mediterráneo. “Luego, desembarqué en Barcelona para empezar una vida normal, pero manteniendo el trabajo relacionado con la náutica. Allí conocí una mujer de Junín. Nos casamos y tuvimos una hija”, explicó.
Ambos llegaron a la ciudad en 2009 y allí él comenzó una nueva aventura, ser profesor de lengua inglesa. “Fue un lugar ideal para explotar esa profesión porque era el único nativo. Conocí mucha gente y muchos llegaron a ser grandes amistades”, sostuvo.
Pasaron los años en Junín y si bien el matrimonio “no sobrevivió a los desafíos de la vida”, según indicó; ya había nacido su segunda hija y para él “quedarse junto a ellas era esencial para la crianza”.
Actualmente, Alan tiene 56 años y regresó a Inglaterra para cuidar de sus padres. “Mi padrastro sufre de Alzheimer, y yo siento el orgullo de haber elegido estar con ellos en este capítulo de la vida, aunque espero volver a Junín para estar presente con mis hijas. Hasta que ellas mismas deciden explorar el mundo por su propia cuenta”, remarcó.
Consultado sobre las ventajas de Junín, Alan detalló que “disfruta mucho del parque Borchex y de la Laguna de Gómez”. “Siempre recuerdo y añoro los domingos donde prendía el fuego para hacer un rico asado”, agregó.
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