Lalo Garialdi repasó su vida con Democracia.
ENTRENADOR Y COMERCIANTE

Eduardo Ángel Garialdi: “Quiero seguir dirigiendo hasta el último día”

Fue un reconocido futbolista de Junín y la zona. Creció con las enseñanzas de Taqueta Barrionuevo y el Vasco Azconzábal para, luego, desarrollarse en la formación de jugadores. Se reinventó tras dejar de jugar y no tener un “plan B”. Hoy pregona la importancia de terminar la escuela y estudiar. “Después de mi familia, el fútbol lo es todo”, afirmó.

Familia, fútbol y Junín: los tres factores que unen y atraviesan la historia de vida de Eduardo Ángel Garialdi. Oriundo de la localidad de Rafael Obligado (partido de Rojas), arribó a Junín para dar comienzo a su carrera como jugador en Sarmiento y luego pasar por distintos equipos.

Además de la experiencia capitalizada en una decena de equipos, tanto como jugador como entrenador, en Junín fue donde formó su familia y se desarrolló.

En diálogo con Democracia, “Lalo” recordó su infancia en Obligado; compartió cómo llegó a nuestra ciudad; y realizó un balance de su trayectoria relacionada al fútbol.

Infancia 

“Nací y me crié en Rafael Obligado, en el campo que tenía mi papá. Ordeñaba vacas, sembraba, cosechaba y alimentaba animales. Ese ritmo hasta los 12 años que terminé la escuela y me aboqué decididamente al trabajo de campo”, introdujo sobre su infancia. 

“Así hasta cuando tuve 15 años que surgió la oportunidad, por unos familiares, de hacer una prueba en Sarmiento. No me pude venir enseguida porque había cerrado el libro de pases, por lo que, en 1975, me logro incorporar”.

Acerca del lugar ocupado por su padre contó: “Aprendí de sus valores, la honestidad y hablar los temas de frente. Era queridísimo en Rafael Obligado, nunca un problema. Era preferible quedar con menos de lo que tenía, pero no tomar deudas”.

“Mi mamá era ama de casa y se dedicaba a la agricultura: las gallinas y la huerta. Era lo que se hacía”, describió.

Jugador

Los comienzos y primeros aprendizajes de Lalo fueron en el campo, acompañado siempre por una pelota. “Mis comienzos fueron en la liga de Rojas, en Tiro Federal, que era un clásico con Independiente. Se llenaba la cancha y había apuestas”.

Al momento de definirse manifestó: “Jugaba de volante, tenía 13 años y jugaba en la Reserva que era una categoría libre donde había de 16 a 40 años. Mi característica era ser muy rápido, tenía buena técnica y me gustaba salir jugando. Los DT se enojaban porque querían cosas más simples”.

Respecto a esto último ejemplificó: “Una vez, en Ambos Mundos, Sarmiento contra Newbery, yo jugando de lateral, nos jugábamos la clasificación, ganábamos 2-0. Me queda boyando y, en lugar de tirarla, tiré un sombrerito y salí jugando”.

De tal forma, ha sabido jugar en varias ligas de la provincia de Buenos Aires y, también, en Salta: Tiro Federal (Rojas); Sarmiento, BAP y Rivadavia, a nivel local; Alumni de Vedia; River de Los Toldos, y Social Vespucio (de Salta).

En tal sentido, al momento de resaltar un DT valoró la figura de Raúl Azconzábal. “Me enseñó a jugar de libero en aquella época. Me veía rápido en todos los picados y que me gustaba jugar de último hombre en los entrenamientos. También llegaba fácil a los cruces, cómo salir tranquilo con la pelota o ganar terreno con un pelotazo. Había empezado un año antes a hacerlo con Taqueta Barrionuevo y Dionisio García”. 

Asimismo, también hizo una mención distinguida a Taqueta: “Me dio toda su confianza. Me decía que saliera del área gambeteando porque lo hacía bien”. 

Cuando tuvo que comparar entre el fútbol actual y el de antaño analizó: “Hay una diferencia abismal en lo táctico y en lo físico. Se juega a una velocidad impresionante”. 

Y siguió: “Se evolucionó desde lo físico y no tanto desde lo técnico y es una lástima. Se podría ver un fútbol mejor y está comprobado con la Selección Argentina. Yo creo que en los torneos regionales y de ligas se mete más de lo que se juega. El tema es sacarse la pelota de encima sin sentido, por eso los partidos son tan trabados”. 

“Me quedo con el fútbol de antes: el bien jugado y pelota al pie. Quizás yo hubiera tenido más suerte ahora porque era muy rápido y tenía imprecisiones por ir rápido. Ahora hay jugadores que veo en Primera y no sé si jugarían en la primera local de antes”, opinó.

DT

Tras su recorrido como jugador, y una pasión latente que esperaba ser desandada, Lalo dio puntapié inicial a su andar como director técnico.

“Surgió de una manera un poco insólita. Trabajaba 14 horas por día en un supermercado cuando era la época de oro de los súper y el ferrocarril. Tenía 37 años, se hizo un torneo en el Sindicato de Comercio y se me ocurrió armar un equipo con los del supermercado”, contextualizó.

Y graficó: “El primer torneo jugamos así nomás y el segundo torneo me puse a armarlo y dirigirlo: así me picó el bichito de la dirección técnica. Me encontré en mi casa armando una táctica y estrategia viendo quién podía jugar de defensor y quien de delantero”.

De tal forma, Garialdi reconoció su afinidad por el armado de planteles y proyectos vinculados al mundo del fútbol, pero, a priori, de una forma rudimentaria para, luego, lograr institucionalizarlo.

“Tenía a mis hijos jugando en Moreno y el presidente del club, Rubén Carosio, me comentó la idea de integrar la comisión del club. Me acerqué para colaborar y, cuando la quinta y la sexta categoría se queda sin DT, me invitan a dirigir y ahí empecé: de la nada y con mucha vocación”, rememoró. 

Al momento, Lalo acumula doce años en Mariano Moreno y siete en BAP, donde se encuentra actualmente. A partir de su experiencia trabajando en el fútbol sabe lo que le gusta y lo que no.

“Me gustan los equipos ofensivos y pondero los jugadores de buen pie. Ojalá vuelva el enganche al fútbol argentino: organiza y define cosas. Me inclino por el 4-4-2 o 4-3-3”, definió.

Tampoco le esquivo a la “grieta” que tiene el fútbol argentino en función a la escuela bilardista o menottista. Al respecto, señaló que “Comulgo más con el menottismo, pero es una discusión totalmente de gusto porque ambos, con sus armas, quieren lo mismo. Ambos lograron grandes cosas y nos han dado alegrías a todos los argentinos”.

Clubes

A lo largo de sus seis décadas de vida, Garialdi estuvo en una decena de equipos de los que cosecha una larga lista de anécdotas. Uno de los más destacados es Sarmiento, ya que, presenta un vínculo muy fuerte tras su paso como jugador.

“En esa época no les daban tanta importancia a los jugadores del club y no tuve tantas chances. Fue un poco una frustración porque sabiendo que podía pelear alguna posibilidad no la tuve. Me sentí cómodo por los grupos de jugadores que había y hoy estamos en una peña hermosa, desde 2019. Seguimos colaborando desde donde se puede con el Senior”, dijo. 

Siguiendo con el caso del Verde, enfatizó: “Lo de Chiófalo como presidente de Sarmiento es para sacarse el sombrero. En mis primeros años en Junín, Sarmiento estaba en Primera también, pero la estructura era mínima. Hoy no se dan los resultados, pero hay que verlo por otro lado: cómo ha crecido institucionalmente”. 

“La estructura en inferiores o el desarrollo del fútbol femenino: me ha tocado ir a hacer amistosos y tienen una base muy buena para trabajar. El último complejo que han armado por atrás del restaurant La Carpa es algo tremendo”, añadió. 

Pese a su gran amor por el Verde y su pasado como jugador, el contacto que ha tenido Lalo con el club es por fuera. Al ser consultado sobre la posibilidad de trabajar en Sarmiento respondió: “Nunca me llamaron, pero sí, iría. Si se da bárbaro, sino estoy muy conforme y feliz donde estoy”.

Por otra parte, otra institución local que marcó a Lalo fue Rivadavia. Acerca del Cele, indicó: “Me dio la oportunidad de jugar cuando estaba bajoneado y frustrado. Ahí salté a jugar en la zona y nunca dejé de jugar”. 

“A Moreno también lo quiero destacar, ya que, me dio la posibilidad de dirigir por primera vez y conseguir varios títulos tanto en juveniles como ayudante en Primera. Después no me voy muy bien con algunos directivos y aparece el presidente de BAP para dirigir en el club. Ocupan un lugar muy importante en mi vida”, desarrolló.

Carnicería 

Tras colgar los botines y calzarse el buzo de DT, hubo un impasse en la vida de Garialdi en el que se dedicó al rubro del comercio. Acerca de ello expresó: “Mi suegro era carnicero y me enseñó el oficio. En ese momento hacía milanesas y agarré el cuchillo. Siempre carnicería hasta 2020 que, en plena pandemia, me corté un dedo con la sierra y tuve que dejar de trabajar”.

Sin embargo, el caso de la carnicería fue un “plan B” que promovió en el momento que se retiró, ya que, no lo había previsualizado con anticipación.

“En esa época, con 12 años, éramos inmaduros y elegí ir a trabajar al campo. Cuando vengo a Junín, comencé viviendo en la pensión debajo de la tribuna del Eva Perón e inicié el secundario porque me interesaba tener el título”, explicó acerca de su recorrido.

Precisamente, el motivo que tuvo para dejar de jugar fue el fútbol. “Un año y medio más tarde justo surge un triangular clasificatorio al torneo regional con Rivadavia de Lincoln y El Linqueño y entrenábamos a la tarde. Ese era justo el horario del colegio y nos pagaban bien y elegí eso”, rememoró.

“Me quedó una deuda con el tema escuela y nunca vas a ver que le diga algo a un chico por algo relacionado a la escuela: que le den prioridad al estudio que es lo que los va a sacar adelante en la vida. Tengo chicos de 16 años y nunca se sabe hasta dónde van a llegar con el fútbol. Que estudien lo que les guste, que terminen el secundario y se sigan formando”, cerró.