“Nadie conocía el yogur helado acá. Entonces fue como decir: ‘Me tiro al pozo y voy a salir a flote porque sé lo que tengo’. Cuando estás seguro, tenés la fe, va a andar todo bien. Y entonces nos lanzamos”.
Massimiliano Yebrin tiene 32 años y habla español con marcado acento. Apenas se le escapan algunas “erres” que para los “tanos” siempre fue casi imposible pronunciar. Es que nació en Italia, pero hace 12 años decidió radicarse en Argentina –en Junín, más específicamente- para abrir un negocio de venta de ese producto, el yogur helado, objetivo que recién logró hace cinco años y desde entonces logró imponer esta novedad gastronómica y generar un verdadero furor de consumo.
“El yogur helado les gusta a nenes de uno o dos años, hasta a gente de 80, pasando por personas de 40. Es un público muy amplio”. Massimiliano resumió así las razones de este fenómeno durante una entrevista con TeleJunín. Pero el éxito no fue tan espontáneo y simple. “Cuando llegamos, la gente lo relacionaba con el yogur del supermercado entonces un poco desconfiaba y traía a su sobrino a tomarlo, le ofrecíamos a los mayores y la respuesta era: ‘No, no, yo te agradezco…’. Se sentaban afuera, pero entonces probaban una cucharadita del pedido para el nene y después decían: ‘Sí, me encantó’. O se llevaban uno chiquitito, se lo terminaban y de repente venían por uno más grande. Esa fue toda la demostración que tuvimos y nos dio la certeza de que esto iba a funcionar”, remarcó el joven emprendedor italo-argentino.
Cinco años después de aquella primera apertura de “Vivere Bene” (“vivir bien”, según su traducción del italiano) en Junín (en Roque Sáenz Peña 177), la empresa de Massimiliano hoy cuenta con cinco puntos de venta.
Lincoln, Pergamino, 9 de Julio y Córdoba son las otras ciudades adonde se abrieron locales de este producto innovador para nuestro mercado y que el joven tuvo el buen tino de acompañar con un menú complementario que amplía el universo de habitués al local.
“La oferta que tenemos es yogur helado pero acompañado de muchas otras cosas, porque eso hace que también abarques a más clientes: waffles, pancakes, café, café frío, licuados, ensaladas y ahora vamos a ofertarles muchas cosas más” en coincidencia con la inauguración de su página web. Pero… ¿qué diferencia hay entre el yogur helado y el helado a secas? La materia prima: del mismo modo que el yogur no es leche, el yogur helado no es helado (que se hace con leche o crema). La diferencia física: el congelamiento y el descongelamiento del yogur es más lento. Lo demás pasa por el sabor y la textura.
Pero también hay otros aspectos más complejos. Massimiliano lo cuenta: “Yo personalmente he recorrido toda Argentina para no tener que importar –algo muy complejo en este país- los productos que ofrecen nuestros locales, pero probé 5 o 6 productos distintos y ninguno me transmitió o me volvió a llevar a mi país con su sabor. Yo quería sentir el gusto y sentirme que estoy en Italia”, donde el yogur helado tiene bastante masividad.
Como eso no fue posible negoció con un productor de Italia la provisión de productos exclusivos para “Vivere bene”. “Tenemos una receta ya registrada y eso nos da tranquilidad para el día de mañana por si surgiese la competencia. Es difícil porque para tener una competencia nos tienen que igualar el producto”, dice con confianza Massimiliano.
Otro aspecto muy bueno –en términos comerciales- es que a diferencia del helado el yogur helado rompe la estacionalidad. “Eso da un margen de trabajo mucho más amplio porque en el invierno también se consume. Y se puede consumir como desayuno, almuerzo, merienda, cena, entonces abarcás todo el día. Y eso también nos hace muy fuertes frente a la competencia”, puntualiza el fundador de “Vivere bene” que promociona sus productos como “probióticos naturales realizados con materia prima de primera calidad y sin aditivos ni conservantes”.
Junín es un punto especial en la historia profesional de Massimiliano Yebrin. Por eso le demanda especial atención la sucursal de su cadena en nuestra ciudad: “Estamos buscando la manera de poder ampliarla y vamos a mover cielo y tierra para que sea como las demás sucursales que tenemos. Porque Junín es la pionera, es la primera, la casa madre… y la que más chica quedó”.
Una inversión para mejorar el delivery de productos
“El yogur helado sale de la máquina con una consistencia suave e aireada. Pero al llevarlo a nuestras casas, lo comemos y algo lo conservamos en el congelador. ¿Pero qué pasa? Lo mismo que con los helados: se terminan poniendo como una piedra. Entonces no es lo mismo consumir el yogur helado de acá suavecito, que consumirlo ahí sacándolo del freezer. Por eso siempre recomendamos que lo lleven en el momento en que lo van a consumir”, aconsejó Massimiliano Yebrin sobre cómo consumir sus productos.
Por este motivo se les plantea un desafío con los deliverys. “Contamos hasta las 12 y media de la noche y, gracias a Dios, tenemos mucho, pero el problema es que el producto no pierda esa textura suave”. El joven empresario se puso a buscar entonces una solución. “Estamos tratando con una empresa italiana que nos va a ayudar a desarrollar un componente extra para que la gente que quiera guardar el yogur helado y consumirlo al día siguiente con la misma estructura, pueda hacerlo. Nos dijeron ya posiblemente lo tengan el año próximo y vamos a empezar a desarrollar también ese producto acá”.
Un negocio y una desafiante historia familiar
“Soy oriundo de Italia pero hace 5 años que me encuentro acá en el país. Esta idea la traje justamente porque tengo pasión por el yogur helado. Fui un cliente fijo de las yogurterías de mi país. Como tengo padres argentinos, venía a pasear año tras año y ahí noté que la gente no conocía lo que es el yogur helado. Fue como que se me prendió la lamparita en el último viaje que hice y me dije que quería concretar este proyecto”, recordó Massimiliano Yebrin los orígenes de la que hoy es su empresa: “Vivere Bene”.
El joven agradece la enorme ayuda que tuvo del empresario italiano que lo inició en este negocio y “me pasó recetas, me pasó productos, confió mucho en mí. Es muy complicado que una persona se lance a largarte todo lo que son sus secretos, pero lógicamente le di mi palabra de que mi negocio iba a ser en Argentina y no en Italia, confió en mí y bueno ahí empezó todo el rollo”, sigue el relato del joven emprendedor que con 20 años (en 2012), no tenía las posibilidades económicas. “Se me pincharon varias cositas y bueno: tuve que guardar todo en una carpetita y decir: ‘Yo lo voy a hacer. No es el momento, pero lo voy a hacer’”.
En ese momento Massimiliano se puso a estudiar barbería. “Puse una barbería acá en Junín, con el proyecto de poder armarme económicamente para poder abrir una yogurtería.
Una barbería es un negocio un poquito más sencillo, no lleva tantas maquinarias, heladeras, freezers…”.
Juntó dinero, “pero tampoco me alcanzaba y yo estaba con la desesperación de que quería hacerlo porque le veía mucho futuro. Llamo a mi padre que estaba en Italia y le ofrezco si quería ser mi socio, si quería acompañarme en esta locura, y aceptó. Le dije: ‘Bueno, te quiero acá en una semana’. Y me dice que no puede dejar su trabajo. ‘No me interesa: vení acá, confía en mí que todo va a andar muy bien’. Y dicho y hecho”.
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