Nos dejó Roberto "Tito" Biurrun. Un señor, con mayúsculas. Fue un histórico y emblemático jugador de basquetbol del club atlético Argentino. Formador de generaciones de jóvenes como profesor de educación física y luego como entrenador de básquet. Sus restos son velados en Dos Reis (Rivadavia 765, segundo piso) y seran inhumados hoy a las 16 horas en el cementerio central.
Biurrun empezó a jugar en Argentino a sus 14 años y a los 15 debutó en la Primera. Junto con su hermano conformó una dupla memorable y defendió la camiseta del Turco durante 30 años, a excepción de un año en el que pasó por Sirio Libanés de Pergamino. “Era un deporte de convocatoria masiva, con presencia de toda la familia”, recordó sobre el básquet en una entrevista con Democracia.
“Con Argentino, además, de grande encontré la Liga y pude disputar campeonatos federales, provinciales y hasta la segunda categoría”, comentó en tal oportunidad. Sobre sus características como jugador, indica que siempre estuvo más en el gol que en otra cosa: “Tenía un muy buen tiro por naturaleza, pero de grande fui más jugador que de joven, porque me involucré más en otros aspectos del juego”.
El deporte da herramientas para la vida como el compañerismo, el compartir, respetar al que te dirige, hacer caso a las reglas y muchao más. En aquellos años había una gran rivalidad entre el Argentino de los Biurrun y el Nueve de Julio de los hermanos “Tatote” y “Edú” Pagella. “Recuerdo lo que eran las convocatorias de esas finales con Nueve de Julio, las canchas estaban repletas, con gente por todos lados, en los tapiales, era extraordinario”, evoca. No obstante, había muy buena relación entre todos porque, además, durante varios años compartieron los seleccionados de Junín. “Es más –agregó– tuvimos la mala suerte que Tatote se fue a Buenos Aires, porque estuvimos a muy poquito de ganarle a Bahía Blanca, que era un rival prácticamente invencible”.
En tal nota, al hacer un repaso de su trayectoria, Biurrum afirmó que “haría lo mismo” que hizo. “A mí me tocó compartir muchos planteles –añade– y siempre fui un defensor de los grupos porque son los que te ayudan a ser tolerante, a depender del apoyo de unos con otros, porque las cosas funcionan a través de un proyecto”. Y al momento de hacer un balance, concluye: “Para mí la actividad física es una forma de vida. El deporte no es exactamente lo mismo porque es más específico. Soy un defensor de la actividad física para los chicos porque da una mejor calidad de vida. Y esto después se puede complementar con lo deportivo, no para jugar hasta los 45 años como lo hice yo, sino porque esto da herramientas para la vida como el compañerismo, el compartir, tolerar al que te marca, respetar al que te dirige, hacer caso a las reglas y mucho más”.
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