“Cachi” Capogrosso, referencia de la kinesiología local.
“Cachi” Capogrosso, referencia de la kinesiología local.
RECONOCIDO KINESIÓLOGO

Mario Daniel Capogrosso: “Amor y agradecimiento de por vida al Hospital”

Estudió educación física en Rosario y kinesiología en Buenos Aires para volver a desarrollarse en Junín. Trabajó en distintas instituciones médicas locales y logró constituirse como un referente en el HIGA, donde, tras 37 años de labor, decidió jubilarse. Actualmente, continúa trabajando en su consultorio y disfruta de sus afectos más cercanos.

Palabra autorizada en el mundo médico de Junín y la zona. Particularmente, en lo que hace la kinesiología. Mario Daniel Capogrosso es una referencia en la rehabilitación y acompañamiento de, no solo deportistas, sino personas con distintas necesidades. Toda su vida profesional está ligada a Junín y es por ello, junto a su profesionalismo, que se convirtió en un personaje distinguido a nivel local.

Hace tan solo dos semanas vivenció su último día en el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), después de casi 40 años de trabajar ininterrumpidamente allí (ingresó en el año 87).

Conocido popularmente como “Cachi”, además del Hospital, el cual ocupa un lugar de relevancia, también se desempeñó laboralmente en el consultorio privado, IMEC y en la Clínica Rehabilitación Junín.

Respecto al apodo que se le adjudicó contó: “Me lo pusieron mis hermanos cuando era chico y quedó eso para siempre. En verdad no sé por qué. Me conocen por `Cachi´ y no por Mario en Junín”. 

Infancia 

Criado en el barrio “El Picaflor”, en las intersecciones de Avenida San Martín y Tedín, Cachi realizó la primaria en la Escuela N°2 y la secundaria entre el colegio Nacional y, luego, el Normal.

“Mi vieja se ocupaba de la casa y mi papá era vendedor de Terrabusi y viajaba. Mis abuelos eran italianos y se instalaron en Junín, escapando de la guerra como la mayoría de inmigrantes de acá. Le ofrecieron trabajo en el campo y se radicaron”, contextualizó sobre los orígenes de la familia. 

Acerca de la infancia vivenciada dijo: “Nos juntábamos a jugar en La Raza Irlandesa, donde en ese entonces vivía la familia de Daniel Falabella. Hacíamos partidos ahí y había mucha libertad para jugar en cualquier lado”.

Alternó entre fútbol, picados de barrio con amigos, y básquet, en Los Indios, hasta que llegó el momento de decidirse: reclutado por Juan Torelli, dio inició a las juveniles de BAP en 1969.

“Jugué mucho tiempo en las inferiores hasta Primera. Inclusive cuando me fui a estudiar a Buenos Aires volvía a Junín para jugar los fines de semana”, resaltó.

Y comentó: “En Primera debuté en diciembre de 1973, en un nocturno. Había entrado desde el banco y le ganamos a Rivadavia por penales. Me sentí muy respetado y cuidado en BAP. Fuimos campeones del nocturno de 1975-76 donde le ganamos la final a Newbery que venía ganando todo”.

Sobre sus dotes dentro de la cancha describió: “Era un cinco de marca. De los que se decía ´pica piedra´ antiguamente. Corría mucho, un estilo aguerrido y era temperamental. En ese entonces se jugaba por la camiseta”. 

De tal forma, Cachi vivió con pasión cada partido jugado, aunque el que más le apasionó, se puede decir, estaba fuera de una cancha.

Kinesiología

“Hice el profesorado de Educación Física en Rosario y cuando terminó, me doy cuenta que me gustaba la parte de rehabilitación deportiva. Me fui a estudiar kinesiología a Buenos Aires porque en Rosario no había en 1980. Estando en Capital conseguí trabajo como profesor del hockey del club de Gimnasia y Esgrima”, recordó.

Al momento de definir a la kinesiología señaló que “es la ciencia del movimiento, hablando etimológicamente. Vista desde todas las áreas es devolver la funcionalidad al individuo que padece de una afección, más allá del movimiento. Uno busca trabajar para que el paciente se recupere y puede hacer lo que antes hacía”.

Debido a que el fútbol fue su pasión deportiva y es una pasión de masas, al ser consultado sobre la lesión más común en jugadores respondió: “Los desgarros y lesiones ligamentarias: entre las cuales están los esguinces de tobillos o rodillas o ligamentos cruzados o colaterales”.

Y continuó: “Me interesó la parte de rehabilitación en lo que hace al deporte descubrí que la carrera era muy amplia más allá de lo específico”.

“El crecimiento que tuvo la kinesiología a partir de ahí fue impresionante”, enfatizó y agregó: “No tenía la difusión que tiene hoy. Antes lo vinculabas solamente a lo deportivo y hay áreas fundamentales para el ejercicio de la rehabilitación y del acompañamiento médico”. 

En tal sentido, fundamentó: “Muchas especialidades por las cuales fue creciendo y metiéndose en todos los campos. Un kinesiólogo es importante para una terapia intensiva; el que maneja la especialidad de traumatología y ortopedia; pediatría; cardiovascular. Hoy podemos tener kinesiólogos especialistas en un área determinada”.

Sin embargo, abordando su caso, al volver a Junín, Cachi hizo experiencia en la parte de traumatología y en pediatría del HIGA. Al respectó, indicó: “Por necesidad, porque durante casi 30 años fuimos tres kinesiólogos de los cuáles el área pediátrica necesitaba y para eso me tuve que formar: hice una especialidad en pediatría que desarrollamos en el Garrahan. Me dediqué a pacientes pediátricos tanto internación como ambulatorio”.

Hospital

Este, puede decirse, que constituyó el partido “profesional” más importante en la vida de Cachi Capogrosso: por tiempo (fueron 37 años), dedicación y hasta desde lo afectivo.

Desde hace tan solo un puñado de días, dos semanas para ser exactos, comenzó una nueva con lo que implica su jubilación de este espacio. 

Respecto a la toma de decisión confesó: “Fue difícil. Me costó muchas horas de pensar. Capaz otras personas están esperando el momento de jubilarse, yo me quedé unos años más con el pretexto de organizar el servicio. Era el momento que colegas más jóvenes siguieran el camino y continúen desarrollando la profesión”. 

“Siento el mismo amor y agradecimiento al Hospital, eso es de por vida. Le dediqué un gran compromiso y a su vez me dio mucho también: me ayudó a formarme, me dio situaciones de agradecimiento de los pacientes por los trabajos realizados”, expuso. 

Y siguió: “El paciente hospitalario es muy agradecido y es de reconocer mucho al profesional. Me ayudó a formar aún más como persona y no solo como profesional”.

También dedicó unas palabras especiales a sus compañeros y equipo de trabajo. “En la pandemia se sumaron muchos colegas: se visibilizó mucho la parte del trabajo del kinesiólogo en la parte intensiva. De alguna forma, sirvió para que se vea: quien no ha tenido un familiar en terapia intensiva, seguro no estuvo en contacto con la gente que trabaja en terapia”. 

Acerca de aquellos tiempos, que lo marcaron a fuego dada la situación mundial y cómo la abordaron desde el Hospital, señaló: “Fue un desafío muy grande y hoy te lo puedo decir con mucho orgullo: fue tremendo el trabajo que han hecho los kinesiólogos, con la parte médica y personal de limpieza con todos los pacientes con Covid-19”.

“En el Hospital hubo un momento que todo el segundo piso y la mitad del cuarto estaba con Covid-19 y el trabajo fue muy intenso. La hemos pasado mal y nuestro equipo estuvo a la altura de las circunstancias”, esgrimió.

Junín

Los años y la experiencia transcurrida, en donde se destacan los hechos de haber vivido en otras localidades como son Rosario y Buenos Aires, hacen que Capogrosso sea una fiel referencia juninense en el mundo de la kinesiología local. Sin embargo, su regreso a nuestra ciudad fue particular.

“Cuando vuelvo estaba de vacaciones. Ya trabajaba en Capital y una colega me propuso que le vaya a dar una mano en la internación de un paciente en una institución que estaba ella”, inició la anécdota.

Y añadió: “Me sentí cómodo trabajando y me dijo de organizar un lugar en común para desarrollar la profesión. Arrancamos juntos en un consultorio en un gimnasio para la rehabilitación. Lo hicimos durante muchos años hasta que ella viajó: ahora está en España. La persona en cuestión es Laura Monasterio”.

“Después tuve el placer de trabajar y compartir muchos años con Sergio Malizia, que estuvimos en el consultorio y en la Clínica de Rehabilitación. Luego se suma mi hija (Guillermina), que se recibió de kinesióloga y trabajó conmigo en el consultorio y en el Hospital”, resaltó.

Sobre la importancia del trabajo colectivo consideró: “Lo bueno es el trabajo en equipo donde no está solo tu mirada, sino también la de tus colegas y de otras disciplinas”.

Abordando el caso de Junín como localidad para vivir opinó: “Es mi lugar en el mundo, aun contradiciendo a muchos que reniegan de este lugar. A esta edad uno ha visto mucha evolución y crecimiento, y lo que hace Junín en nuestro caso es que tenga esa todavía, sensación de que uno vive rodeado de gente conocida y con afecto”. 

Siguiendo con el desarrollo de su mirada, manifestó: “Acá podés manejarte con mucha confianza con la gente del barrio. Uno ve reflejado en las otras personas el cariño”. 

“Soy muy agradecido a mi profesión, a mis viejos que me dieron la posibilidad de estudiar, al Hospital que me abrió las puertas y yo colaboré con mi parte trabajando”, cerró.

Tras una vida de trabajo, que se extiende hasta la actualidad, ya que, sigue ligado a la profesión a través del consultorio privado, en el presente, Cachi, disfruta de su tiempo libre, de ver crecer a sus hijos en sus respectivas profesiones y de sus nietos que son la alegría y el motivo de seguir adelante.

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