Los payasos de hospital desempeñan un papel sumamente valioso en el bienestar emocional y psicológico de los pacientes hospitalizados, especialmente de los niños. Su labor va más allá de hacer reír; implica traer alegría, distracción y confort a un entorno que puede ser desafiante y estresante para los pacientes y sus familias. La conformación de este grupo de juninenses alegres está por cumplir sus 13 años y, al día de hoy, ya cuenta con aproximadamente quince integrantes.
Sacarles una sonrisa a niños o adultos, esa es la misión del grupo de payasos hospitalarios La Risa Sana, que todos los sábados se hace presente en el Hospital Interzonal de Junín, en donde cuentan con el apoyo para llevar a cabo esta iniciativa.
Se trata de un voluntariado que, desde julio de 2011, interviene en el HIGA buscando desdramatizar la situación por la que atraviesan las personas internadas, como también sus familiares y todo el personal del nosocomio. Para la tarea, los integrantes se capacitan todos los años en temas de técnicas de clown como temas de bioseguridad.
“Por el voluntariado pasaron varios participantes. No es pago y uno lo hace de corazón”, explicó a Democracia Roberto Cirbián, fundador del grupo hace 13 años. “Todo empezó por inquietud mía”, agregó. "La devolución que nos da la gente, esa sonrisa que nos brinda un niño internado, es lo que nos encanta recibir una vez que ya estamos en los pasillos del hospital", expresó Cirbián.
Asimismo, destacó que "uno cuando está pasando por momentos difíciles, en nuestro caso cuando vamos al hospital y cuando alguien está internado en el hospital, es importante cambiar el humor en ese momento y está comprobado científicamente que dentro de nuestro cuerpo se mueven algunas endorfinas que hace que uno se sienta un poco mejor".
"Nuestro grupo se llama La Risa Sana por algunas cuestiones que tienen que ver con la alegría, con la risa, que fueron prohibidas en otras épocas en el mundo, porque no querían que la gente esté tan sana".
El crecimiento del grupo
Comenzó a raíz de una situación personal de Roberto, el fallecimiento de una de sus hijas "luego del año de hacer parte del duelo, me acerqué al hospital a ver si podía leer libros a los niños. Me dijeron que prepare un proyecto, lo presenté y me lo aprobaron. Así que comencé a ir toda la semana a leer libros hasta que un día, charlando con una madre, surgió la idea de ir como payaso, llevando globos, con una nariz. Y así se fue sumando gente".
Por su parte Hernán comentó que "lo contacté a Roberto por causalidad de la vida. Todos somos comerciantes, padres, hijos, hermanos y por ahí, tenía la curiosidad de hacer algo más. Me crucé con él, y ahí hicimos un par de reuniones, después capacitaciones, y después, un día me puse la máscara, la ropa de payaso y la felicidad fue plena".
Además, Hernán destacó que "te puedo contar lo que uno se nutre de todo lo que le devuelve, aunque parezca que, al revés, uno da un montón de cosas, pero recibe muchísimo más y te vas pleno a tu casa. Es increíble, pero es así, te puedo asegurar".
En tanto, Sandra comentó que "también comencé con Roberto, tenemos algo de amistad de corazón. Yo también en mi época antigua perdí un bebé y la resiliencia es lo que te lleva a hacer las cosas distintas".
La devolución
En ese sentido, Sandra destacó que "lo lindo es dar lo que vos tenés, que muchas veces son tus tiempos. Cuando vos te ponés la máscara más pequeña que existe, te ponés esa nariz y pasas a dejar de ser Sandra a convertirte en el personaje, en mi caso mi nombre es Estrella, y te olvidás del mundo actual". Además, destacó que "el payaso no sabe lo que es perder, nunca te va a decir que no a nada, él sabe todo, y al mismo tiempo el equipo nuestro va evolucionando con cuidados intensivos de higiene, la gente que entra nueva también tenemos capacitaciones".
En tanto, Cirbián remarcó que "la devolución que nos da la gente, esa sonrisa de un niño que está internado, esa palabra de gratitud que para con nosotros tienen los pacientes o que tienen los médicos que ya nos esperan, o las enfermeras. Eso para nosotros es el verdadero negocio y eso es lo que nos llevamos".
Y añadió que "muchas veces nosotros vamos al hospital cansados y con preocupaciones propias. Pero una vez que nos ponemos la nariz y que nos personificamos, una vez que ya estamos en las salas, tanto de niños como de adultos, ya nos transformamos y todo eso malo que podíamos traer se nos transforma".
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