Gastón Caviglia, además de ser juninense y un hombre de familia, es un reconocido abogado que logró consolidar una destacada trayectoria como abogado a nivel local. En diálogo con Democracia, recordó su infancia por distintos barrios de nuestra ciudad, sus inicios en la profesión y resaltó el lugar ocupado por su familia.
Acerca de la “fórmula” para ser un buen abogado inició: “Primero, hay que adquirir una solvencia teórica, lo que te permite estar orientado para el lado donde puede estar la solución. Otra de las aristas es tener antigüedad en el ejercicio profesional, lo que te da determinados tips y aptitudes que se adquieren con el ejercicio a través del tiempo. Lo tercero es la honestidad con el cliente y con uno mismo respecto a la información que se brinda frente al conflicto y las posibles soluciones. Seguramente es más complejo que estas tres patas, pero son esenciales”.
Infancia
Con una infancia en distintos barrios, propio de la mudanza de sus padres, Caviglia fue acumulando vivencias y, en especial, diversas amistades.
“Nací en una casa en la calle Lebensohn antes de llegar a Vicente López y Planes. Luego nos mudamos a Cabrera y 25 de Mayo, entre otros. Fui cambiando de lugar, pero manteniendo las amistades de los barrios”, introdujo.
Además de su crecimiento en distintos barrios, también tuvo una educación en distintos lugares. De tal forma, se inició en la Escuela N°24, en primer orden, y tuvo una continuidad y finalización de estudios secundarios en el colegio Marianista.
Sobre su infancia rememoró: “Jugábamos mucho en la vereda, hacíamos chozas con la poda de los árboles, carritos bolilleros, autos que armábamos para dar vuelta manzana.
Mis padres eran socios del Club Social y pasábamos mucho tiempo ahí porque no había otros puntos de encuentro que no sea el club o la vereda del barrio”.
De tal forma, transitó su adolescencia hasta que, a los 18 años, decidió seguir con su vida y formación en Buenos Aires.
Comienzos
“Camino se hace al andar”, sostiene un famoso refrán que se utiliza para revalorizar los procesos en la vida. El caso Caviglia lo demuestra a la perfección. Sin embargo, todo camino, tiene un comienzo.
Acerca de la elección por el mundo de la abogacía manifestó: “Mi madre me recordó siempre que a partir de los 12 años yo decía que iba a ser abogado. De joven tuve esa inclinación y nunca me cambié para otra cosa”.
En tal sentido, recordó sus inicios en la profesión y comentó que “venía trabajando ad-honorem en un estudio jurídico del padre de un compañero que era de Capital. Cuando me recibo en julio del 1986, un amigo me comentó que el Dr. Héctor Lebensohn estaba buscando un abogado para su estudio y me convenció para que vaya a la entrevista”.
“Me tomaron para el estudio y cambió mi proyecto de quedarme en Buenos Aires. Mis padres y mi novia, que es mi actual mujer, me tiraron para Junín y me quedé. Estuve un año y pico y me surgió una propuesta para entrar al Poder Judicial y acepté ese desafío”, continuó.
De tal forma, comenzó a escribir su trayectoria en nuestra ciudad. “Trabajé con el Dr. Roggero que era juez de menores y estuve poco más de tres años. Fue un gran aprendizaje, pero no era lo mío”, recordó.
Y comentó: “Me sentía como muy limitado en el ámbito de la profesión. Si bien valoro la experiencia, quería ejercer la profesión en forma libre y ampliar el campo de acción profesional”.
Tras ello, llegó la oportunidad que se extendería hasta el día de hoy: el Banco Nación. “Soy jefe de la representación legal en Junín que es el más grande de la región. Renuncié a Tribunales e ingresé al Banco Nación en 1992”, detalló.
Sobre lo que es su día a día informó: “Tengo dos colaboradores a cargo y tres personas administrativas. Intervenimos en lo que se les plantea a 15 sucursales en las que tenemos competencia: reclamos administrativos y judiciales de deudas y la parte laboral con empleados. Somos abogados para todas las cuestiones del Banco”.
No se agota allí su desarrollo, ya que, también se desenvolvió en el ámbito privado montando su propio estudio, el que puede mechar con sus hijos.
“Por la tarde, tengo mi estudio jurídico donde se incorporó mi hijo mayor Ramiro que tuvo una breve experiencia en Buenos Aires. También nos ha dado una mano Octavio que es el más chico y también eligió esta profesión”, expresó.
Respecto a lo que ha sido y es su carrera dijo: “Me gusta lo que hago y me apasiona. He forjado una buena trayectoria, desempeño y me siento reconocido por mis superiores de Buenos Aires y mis pares de otras partes del país”.
Colegio de Abogados
Otra de las facetas en la vida jurídica de Caviglia lo une al Colegio de Abogados de nuestra ciudad, donde fue presidente. Al respecto, valoró: “Fue una experiencia muy valiosa y que llegó con alta dosis de casualidad porque no lo busqué”.
“Siendo presidente del Club Social de Junín otros abogados me piden las instalaciones para usarla y reunirse de cara a las elecciones. También me piden que esté y haga actos de presencia que pensaron que era importante para ellos”, introdujo sobre la manera en que devino este paso en su vida.
“El precandidato a presidente de esa lista me dijo que quería hacerme ingresar al consejo en dos años que terminaba mi presidencia en el Club Social y se abría esa posibilidad.
Le dije que sí para salir del paso. A los dos años, quien era presidente, el Dr. De Miguel, que me había dicho la propuesta, me dijo que cumpliera mi palabra e ingrese al consejo directivo como secretario, que era un cargo importante porque forma parte de la gestión día a día del Colegio”, siguió.
Y agregó: “Cuando De Miguel termina su mandato de cuatro años, tanto él como su entorno, me dicen si no quería postularme. Inicialmente dije que no porque tenía seis años de gestiones que uno le saca tiempo a la familia, descanso y a su trabajo. Pasó un tiempo, volvimos a hablar y me convencieron de que aceptara. No hubo una lista única y me eligieron”.
Por ello, enfatizó que en el “Consejo Directivo me acompañó Sergio Vecchi, vice primero, y Carlos Yapur, vice segundo, que no está más entre nosotros. Formamos un equipo que ha sido muy trabajador y de positiva labor”.
Al momento de hacer un balance sobre lo que fue su gestión sintetizó: “Se confeccionó el libro de 50 años, se agrandó el salón de actos que es un lujo para Junín y la abogacía de la provincia de Buenos Aires, se trabajó mucho en la parte social y deportiva, en la comisión de jubilados y jóvenes, entre otras cosas”.
Visión de Junín
Con toda una vida ligada a nuestra ciudad, salvo los años en los que se formó académicamente en Buenos Aires, Caviglia abordó la evolución de Junín y opinó: “Es una ciudad atractiva para vivir. Lo he observado siempre con la parte gerencial del Banco que los trasladan cada 4 años y muchos de ellos, después, vuelven y se radican en Junín”.
Y enumeró las cualidades que resalta a nivel local: “Es una ciudad que tiene un centro cívico; la universidad que mueve mucho; tres espejos de agua; dos rutas nacionales, la 7 y la 188; un tren. También está muy cerca de Buenos Aires, La Plata y Rosario”.
Asimismo, dentro de una perspectiva constructiva, criticó: “Se ha instalado un alto índice de inseguridad. Los gobiernos comunales tienen que hacer foco en controlar esa situación. Igual nada que ver a lo que es el Conurbano”.
“Si hubiera más trabajo y más cultura laboral que trajeron nuestros antepasados, va a contribuir a reducir esos índices. No solo la persecución, sino también la intensificación de la cultura laboral”, opinó.
No solo a lo general hizo referencia, sino también a lo que compete a su área. “Junín, dentro del departamento judicial del interior, se destaca. Hay buenos abogados y funcionarios judiciales”, comentó.
Familia
Por último, y no por eso menos importante, Caviglia abordó el lugar ocupado por su gran pilar personal: la familia. Al respecto, comenzó diciendo que “esta pequeña historia de sueños, ilusiones y realidades no hubiera sido posible sin mi familia, especialmente de mi esposa Viviana Aloni y mis hijos Ramiro, Francisco y Octavio”.
“Es lo primero. Para mí, todo lo otro, si bien es importante, comparado con la familia, termina siendo algo que es circunstancial: importante, pero no determinante. Si bien he tenido una vida intensa, nunca descuidé la familia”, consideró.
También señaló: “No soy invasivo ni les dije lo que tenían que hacer. Les dije que tenían que elegir una carrera que los hicieran felices y el primero y el tercero eligieron derecho”. Y realizó un breve repaso por la vida de cada uno de sus hijos: “Ramiro es el más grande, es abogado y trabaja conmigo”.
“A Octavio le faltan cuatro materias para recibirse y su idea es quedarse en Capital por un tiempo para hacer más experiencia. Me ha ayudado en las vacaciones en el estudio con ciertas tareas”, indicó.
Y cerró: “Francisco eligió ser programador y realiza proyectos. Decidió irse a Italia, a tramitar la ciudadanía, y trabaja para dos empresas de Argentina”.
En la actualidad, con una importante trayectoria en curso, Caviglia sigue nutriendo su experiencia en el mundo de las leyes, mientras acompaña a sus hijos desde un lado afectivo y profesional.
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