Hiram Lanza nació en Uruguay hacia 1880. A los 18 años de edad viajó a Johannesburgo, en ese entonces perteneciente a la República de Transvaal, actualmente parte de Sudáfrica, donde su padre tenía un importante negocio de mueblería y tapicería.
En esa región había tenido lugar la primera guerra bóer entre el Imperio británico y los colonos de origen neerlandés llamados afrikáneres o bóeres, desde diciembre de 1880 hasta marzo de 1881. El descubrimiento de oro en la zona terminó por desencadenar una segunda guerra en octubre de 1899, en la que Lanza quedó involucrado del lado de los ingleses. Tras algunos combates, fue capturado por los bóeres quienes lo llevaron a un campo de prisioneros en la isla Santa Elena.
El conflicto terminó en mayo de 1902 con la victoria del Imperio británico y la consecuente extinción de los dos estados independientes que los bóeres habían fundado a mediados del siglo XIX: el Estado Libre de Orange y la República de Transvaal. Lanza fue liberado y trasladado a Europa, donde se dedicó a la gastronomía, creciendo hasta convertirse en un destacado chef en grandes hoteles.
Posteriormente pudo regresar a Uruguay y finalmente se trasladó a la Argentina, radicándose en Junín en 1910. En nuestra ciudad comenzó adquiriendo un maizal abandonado de tres hectáreas. Con conocimiento, trabajo y perseverancia, logró convertir aquella pequeña quinta en un verdadero paraíso con granja y vivero. Su progreso le permitió ir adquiriendo quintas adyacentes, y en menos de dos décadas alcanzó una superficie de dieciséis hectáreas.
Desarrolló especies frutales, ornamentales y para explotación forestal. Introdujo variedades propias del suelo y del clima: rosales de Francia y de Luxemburgo, bulbos de Holanda, manzanos y perales de Australia y frutales de América del Norte. Su predio de labores se convirtió en el “Jardín Modelo”, donde también experimentó con diferentes variedades de plantas, aclimatando especies de numerosos países.
Gracias a Lanza, muchas estancias y jardines locales pudieron exhibir vistosas variedades exóticas aclimatadas en el Jardín Modelo.
Lanza tenía una estrecha relación con los ingenieros agrónomos del Ferrocarril Pacífico, de quienes recibía semillas y plantas para su estudio en la zona. El Jardín Modelo funcionaba también como una especie de granja experimental de la empresa ferroviaria.
La casa de ventas de Hiram Lanza se encontraba en ese entonces en Roque Sáenz Peña 434, donde tenía innumerables especies tanto en semillas como en plantas, entre ellas más de treinta variedades de vid. Clientes de toda la región podían encontrar allí plantas frutales y decorativas, además de una enorme oferta de flores.
Lanza se casó con María Campastro, con quien tuvo ocho hijos. A mediados de la década de 1930 inauguró su nuevo edificio en Sáenz Peña 424.
En 1936 la Casa Lanza participó en la Exposición Industrial de Junín, obteniendo una medalla de plata como premio estímulo.
Reseña centenaria
El Álbum del Centenario de Junín, publicado en 1928, incluyó una página sobre la Semillería y Florería Lanza y su Jardín Modelo. La reseña, que describe a Hiram Lanza como “un verdadero perito en plantaciones”, dice lo siguiente: “Muy satisfactorio es presentar en esta obra la presente página dedicada al Jardín 'Modelo' del Sr. Lanza, porque por diversos motivos constituye no solamente una nota interesante sino también es útil en extremo. ¿Quién no admira la belleza inmaculada de las flores y la grandiosa hermosura que ostentan los montes, sublimando la campaña juninense con sus variadas plantaciones de árboles de mil clases diferentes?”
“A este respecto, nuestro partido está considerado como uno de los puntos del país que mayor número de plantas posee dentro del grupo de forestales y de adorno.”
“En plantas frutales no tiene grandes extensiones dedicadas a este fin, pero existen plantaciones importantes y numerosas que día a día se multiplican ofreciendo resultados cada vez más halagüeños y que constituyen el prefacio de futuras plantaciones industriales, llamadas a dar el más lisonjero de los éxitos, por los ensayos efectuados, que demuestran la bondad del suelo y del clima de Junín, atemperado para la mayoría de las plantas más productivas. Así, pues, no es lisonja localista asegurar que la campaña de Junín muy en breve podrá contar en su haber una riqueza más como es la explotación de la fruta.”
“Haciendo honor a la verdad, es necesario darle a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Así también es conveniente reconocer en el Álbum del Centenario a los vecinos progresistas y capacitados que contribuyen al engrandecimiento local. Uno pues, de los que verdaderamente han hecho grandes méritos por el desarrollo y difusión de las plantaciones, es el simpático vecino Don Hiram Lanza. Él ha demostrado que con buena voluntad, aunque haya poco capital, se puede llegar a mucho.”
“Mencionaremos en este lugar que el señor Lanza es un enamorado de su profesión y que siente un verdadero placer cuando encuentra ocasión de dar consejos y enseñanzas a todas las personas que lo soliciten, tanto si son clientes del Jardín como si no lo fueran, pues su carácter de ameno caseur [se refiere a la palabra del idioma francés ‘causeur’ que significa ‘conversador’] permite hacer de su bonhomía un trato agradable y útil.”
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