María del Carmen Lettieri Faré, conocida popularmente como “Marita”, es docente y se especializó en la enseñanza de la lengua italiana, habiéndose desenvuelto en las instituciones más importantes a nivel local y fue becada por un organismo italiano para perfeccionarse allí.
De tal forma, puede reconocerse que, tras cinco décadas trabajando en la enseñanza del idioma italiano, se convirtió en una palabra autorizada en la materia.
En un diálogo con Democracia, Lettieri recordó cómo fue su infancia juninense, el hacerse un lugar en el mundo profesional de nuestra ciudad, el hecho de vivir en Italia para hacerse la ciudadanía y resaltó el lugar ocupado por sus tres hijos y seis nietos.
Infancia
Una vida ligada a nuestra ciudad, en distintos puntos, con gratos recuerdos de una infancia que se distancia mucho al presente, y no solo por el paso del tiempo, sino por la manera en que se vivía.
“Crecí en el barrio Las Morochas, donde el rey del deporte era el Club Argentino. Jugábamos en la vereda, estábamos en la calle y la vida pasaba fuera de la casa. Es el barrio de los turcos, nosotros de eso no tenemos nada, pero me encantó”, repasó.
Acerca del seno familiar contó: “Mi padre era militar y no estaba con nosotras. Mi madre tenía una peluquería y nos crió con todas las libertades y eso nos favoreció en la vida”.
Tras iniciar su educación en la Escuela N°1, continuó con su formación en el Normal y, simultáneamente a ello, inició un proceso de estudio de distintos idiomas.
“A mamá le gustaba el francés, entonces me mandó a los siete años. Estudié durante nueve años y terminé cuando tenía 16”.
Sin embargo, su relación con el idioma italiano, que es su actual fuerte y fuente de sabiduría, comenzó después y a través de una curiosa inquietud de una amiga.
“Empecé a estudiar por un curso de cuatro meses y no paré más. Lo llevamos en la sangre, todos somos de descendencia italiana. Mi abuelo era italiano”, contextualizó.
Italiano
Si bien es especialista en la lengua italiana, lo que atraviesa a Marita es la docencia en primer lugar. Al respecto, resaltó que “cuando uno aprende una lengua no aprende solo el idioma y la gramática, aprende la vida del país de donde uno aprende el idioma”.
“He tenido la suerte de haber viajado muchísimas veces. Lo mío es enseñar y transferir la experiencia: no te enseño cómo se pide un café, sino como es ambientarse, contactarse, los sentimientos, las costumbres”, explicó.
Sobre lo que fueron sus comienzos en la profesión, recordó: “Estudié muchísimo italiano y me viene a buscar Lino Mario Gradin, que era gente consular, cuando se enferma una profe. Estuve muchos años en la Dante de Junín y ahora estoy como directora en Casares. También en la Unnoba en la parte de extensión cultural”.
“He tenido la suerte del reconocimiento en la Dante de Roma, por lo que he ido tres veces. Entro con mucha familiaridad y confianza. Tengo gente amiga. Fui a capacitarme para tomar exámenes internacionales”, puntualizó.
No solo desde un lado turístico o docente se vinculó, sino también al momento de hacer la ciudadanía. “Después de muchos años parecía imposible que no tuviera la ciudadanía.
Creo que la experiencia que me reservaba la vida era un poco mejor”, destacó.
Respecto al fenómeno de ser una ciudadana europea, opinó: “El italiano no hablaba bien nuestro idioma. Hoy hemos recuperado esa identidad de nuestros abuelos. Muchas personas no tienen todos los elementos para hacerla porque los abuelos no hablaban y era muy dolorosos para ellos”.
En su caso, Marita viajó junto a su hermana Cheli, para poder hacer los diversos trámites y compartir el hecho de vivir juntas en el viejo continente.
“Estuvimos seis meses y fue una experiencia única. Vivir como se vive allá, fue fantástico”, inició el relato sobre tal experiencia, y reflexionó: “Vivir fuera del país no es fácil para nadie, por el tema de la cultura y los afectos más cercanos”.
Pese a ello, rescató: “Vivir allá es no pensar en la estabilidad económica, en los medios de transporte puntuales. Es una vida ordenada, distinta. No estamos acostumbrados a frecuentar los mercados, lo cual es muy atractivo. Allá cada diez kilómetros tenés un pueblo”.
Familia
Además de la ciudadanía lograda, el importante bagaje docente, un galardón que se destaca en la vida personal de Marita Lettieri es su familia: compuesta de sus tres hijos (todos juninenses y profesionales) y sus seis nietos, con quienes pasa el mayor tiempo de calidad.
En torno a sus hijos, con orgullo, compartió: “Mis hijos son propietarios del café ´Carrero´, no es un restaurante igual a los demás, por la ambientación y la cocina. Pretenden que sea íntimo y que las personas se puedan encontrar y compartir. Hemos perdido la palabra convidar, compartir”.
“Mi hija es pediatra y a fin de mes se va a Italia a terminar la ciudadanía he intentar una propuesta de trabajo allá. Me produce nostalgia y risa, todo junto”, comentó y aseguró: “Sé que va a lograr cosas que si yo hubiera sido más joven hubiera hecho”.
En tal perspectiva, agregó que “me siento identificada con ella, y te digo la verdad, la aliento porque lo he vivido y he estado. Ahora es más fácil que para nuestros abuelos: en 14 horas estamos allá a través de un aéreo”.
Tras la experiencia vivida recientemente por Marita en Italia, ahora es el momento de que su hija Agustina vaya a desenvolverse en tal cultura y en el mundo profesional de la salud.
Visión de Junín
Pese a su bagaje fuera del país, y conocer ciudades ostentosas y de lujo, Marita tiene los pies sobre la tierra y es una de esas personas que recuerda de dónde viene para tener en claro hacia dónde se dirige.
“Soy muy juninense, me encanta, amo mi ciudad. Es un lugar hermoso, siempre tenemos para disfrutar los parques, la laguna, las plazas”, inició y comparó: “Cuando era chica, a las plazas no se iba. Hoy, la gente las aprovecha y les da el valor que tiene que tener. Antes íbamos caminando al colegio, pero ahora hay muchos más autos”.
“Desde chica, mi madre me mandó a estudiar francés, en la Alianza Francesa, y las calles estaban poco iluminadas. Veo más iluminación”, distinguió.
Y valoró: “Ahora ha cambiado mucho y para bien. Hay más estructura, antes era mucho más chata”.
Finalmente, para concluir, decidió hacerlo con un mensaje reflexivo y no solo como docente, sino como madre, abuela y ciudadana al afirmar que “hoy, la contra es que los chicos están mucho tiempo adentro. La comunicación y la incomunicación: pensá que ahora usamos todo el día el celular o la computadora y estamos mucho encerrados, cuando antes vivíamos afuera con las puertas y ventanas abiertas”.
Comentario sobre vivir afuera del país
Desde hace mucho tiempo, se ha instaurado una premisa que augura que el hecho de irse de la Argentina a Europa es sinónimo de progreso/prosperidad, el cual muchas veces lo es y muchas veces no. El caso de Marita posibilita abordar el tema desde un lugar “objetivo”.
“Irse es abrir una posibilidad que te puede ir bien o no. No creamos que es el paraíso: se siente la falta de la familia, de los amigos, de todo. Si tienen la oportunidad de probar, no está mal. Tampoco está mal volver y seguir apostando acá”, reflexionó.
Y continuó: “Lo tomo en la referencia como mi hija: ella puede irse a trabajar, perfeccionarse y conocer otras cosas, y después volver. Creo que es el paso inverso de nuestras familias: no es fácil ni tan complicado: tenés mucha seguridad y otros elementos a tu disposición que ayudan”.
No solo su hija, sino que también, a nivel local, tenemos una larga lista de jóvenes juninenses que deciden emigrar para tener la vivencia de cómo es estar lejos de “casa”, eligiendo distintos rumbos de todo el mundo.
Para cerrar con el tópico, decidió hacerlo con un mensaje reflexivo y de afecto. Al respecto, señaló que “Argentina es mi país, nuestra tierra, mi familia, todo. Uno tiene lazos familiares y siembra una vida y un país. Hoy estamos con los jóvenes que se van, pero vinieron nuestros abuelos para acá. Uno siempre vuelve porque los afectos son tan necesarios para la vida de un ser humano”.
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