Emprender en la Argentina nunca fue fácil, ya que suele ser el rubro donde más se percibe el impacto de la inflación y menos espaldas tiene para hacerle frente a la situación. Crecer en este contexto puede ser dificultoso. Sin embargo, los emprendedores tienden estrategias para seguir produciendo y analizan cómo seguir de cara al futuro. Desde Democracia dialogamos con cinco emprendedoras de la Región de distintos rubros sobre sus proyectos, sus historias y cómo enfrentan el día a día.
Así, entre las mayores problemáticas que enfrentan los emprendedores están los aumentos de los insumos que encarecen la producción. Gloriana es una marca de carteras, mochilas, billeteras y bolsos de Daniela Mayol, que se produce y vende en General Arenales. Su proyecto inició en 2018 cuando comenzó a capacitarse en marroquinería.
Actualmente, a la hora de reponer la materia prima para seguir diseñando carteras, Mayol, busca precios y alternativas. “Una vez a la semana entro a mirar los precios de los proveedores, para chequear si aumentaron. Tengo que estar muy pendiente de cada artículo, porque si no, en el momento de reponer, no voy a llegar con el presupuesto. La idea es poder anticiparme, hacer una compra grande para adelantarme a futuros aumentos”, expresó Mayol.
Para asegurarse la producción, Daniela compra materias primas para que la inflación no impacte de lleno en el valor final de sus carteras. También busca alternativas, sin descuidar la calidad. “Estoy mirando otras opciones de unos pins que utilizo que llevan mi logo personalizado. Aumentaron bastante, entonces estoy buscando alternativas, como el sellado en el material”, detalló.
En su caso, los materiales los adquiere en el barrio porteño de Boedo, para lo cual envía a un viajante. “Tengo una comisión bastante grande y no puedo hacer una compra por pequeñas cantidades. Si no estoy al tanto de los precios, cuando voy a comprar y no calculé, tengo que comprar menos unidades y no me conviene. Porque cuando haces la cuenta, tenés que aumentar el precio de los artículos y hay que pensar un costo al que los clientes puedan acceder”, reflexionó.
Mayol produce sus carteras junto a su madre quien la ayuda y vende por redes sociales o en el local que tiene junto a su hermana en la ciudad de Arenales. Asimismo, participa en ferias de la zona a la que es invitada junto a su marca, Gloriana. En cuanto a las ventas, Mayol, explicó que sus mayores compras se dan en fechas puntuales como el día de la Madre, el día del amigo, del maestro o las fiestas.
Los que recién empiezan
Emprender en este contexto es todo un desafío, y ese es el caso de Yesica Laval de Sol Deco de Lincoln que hace tres meses se lanzó con su emprendimiento de cestería nórdica.
“Hace tres años empecé con capacitaciones y a producir, pero hace unos meses dejé mi trabajo formal para dedicarme cien por ciento a esto. Me costó muchísimo, soy mamá de cuatro adolescentes, el apoyo de ellos fue fundamental en mi decisión”, comentó Laval.
Desde entonces confecciona platos de sitio, materas, posavasos, cestas, lámparas y otros objetos para la decoración del hogar. Vende en ferias, como en las que se realizan de
“La Feria en tu Plaza” en Lincoln y a través de las redes sociales. “Es muy gratificante ver la respuesta de las personas. Que les gusta, compran, hacen pedidos y recomiendan”, afirmó Laval. El proceso llevó su tiempo de organización y planificación, en el cual sus hijos ayudaron. “Cuando te ponés a hacer números el panorama asusta, pero sigo apostando porque amo hacer esto y me llena. Por ahora pude emprender, volver a comprar insumos de lo que vendí y mantener a mi familia”, agregó.
Desde que Laval comenzó a la fecha, los valores de los materiales se dispararon varias veces. “Muchas veces es frustrante, porque cuando arranqué a capacitarme, la bobina soga que utilizo salía $2.500, hoy la bobina la estoy pagando $20 mil, una locura. Hoy en día emprender es muy complicado”, mencionó Yesica, quien a pesar del contexto se permite soñar con un futuro local propio y poder comprarse una máquina de coser industrial para aumentar y agilizar la producción. “Los invito a que conozcan un poco más de este pequeño sueño. Yo siempre pienso en positivo, en que estas cosas no me van a opacar, en que hay que seguir apostando”, finalizó.
Otro proyecto reciente, con dos años de vida, es Pertuttideco, que nace de la pasión de dos primas por la decoración en Junín. Solange Corti y Silvina Díaz decidieron emprender juntas y comenzaron a hacer cortinas, manteles, servilletas y repasadores. “Las dos tenemos nuestros trabajos, pero queríamos canalizar nuestro gusto, progresar y empezamos comprando telas en Once, en Buenos Aires. Al principio uno de los dormitorios de nuestros hijos se transformó en taller”, explicó Corti.
De la mano de las redes sociales, la venta online, el boca en boca “y las ferias, como la que hicimos con el Club de Emprendedores, fuimos creciendo. Ahora compramos insumos directamente en la fábrica. En este panorama siempre estamos rebuscándonos, mirando las herramientas que se brindan como créditos o microcréditos de distintos bancos. Desde lo financiero, si uno busca, encuentra que hay soluciones para potenciar y sostener los proyectos”, señaló Corti.
Su gran dilema es este contexto, para ellas, es la mano de obra. “Es la cuarta pata de esta mesa que nos está faltando. El capital humano es el que más nos cuesta conseguir y sostener. Los talleres están todos ocupados por empresas locales y encontramos la solución en la gente mayor, abuelas, tías, que tienen este oficio. Así, encontramos la forma de hacer lo que nos gusta y ayudar a esas personas que quieren trabajar”, sumó Solange. Si bien emplean adultos mayores para la confección, aún siguen buscando mano de obra que quiera sumarse.
Con las elecciones, desde Pertutti decidieron comprar materias primas anticipadamente: “Tratamos de capitalizarnos en mercadería. Notamos que los clientes se apuran a comprar y que se aceleraron las ventas. Los clientes, por lo general, quieren fijar precio y eso hizo que nos subamos a esa velocidad”.
Entre los planes a futuro del emprendimiento, la idea es mantener el nivel de producción. “Nos asusta un poco la cuestión. Si crecemos ya tendríamos que pasar a otro nivel como Pyme y todavía no tenemos las cosas muy claras. Nos da miedo ampliarnos, tenemos incertidumbre. Sabemos que nuestro negocio funciona, que podemos crecer, pero muchas veces crecer más implica endeudarse más también. Ya estamos en un estado donde tenemos que evaluar los pros y los contras de seguir creciendo o quedarnos así”, añadió Corti.
El aumento de la capacidad productiva
En una situación similar se encuentra Rey Serafín, en Ferré, distrito de General Arenales. Esta marca de ropa y objetos para bebés hasta 12 meses, hoy se encuentra con su lista de clientes cerrada y solo vende por mayor. Hace cinco años, Carolina Pérez arrancaba con su proyecto en un cuarto de su casa. “Soy diseñadora textil y arranqué con algo muy chiquito. No tenía capital para invertir y comencé haciendo cajas de bienvenida, ajuares de nacimiento, por encargo y vendía en ferias. Tuve muy buena recepción de la gente”, recordó Pérez. En su primera feria vendió todo, una señal de cómo serían los próximos años.
Al principio compraba pocos materiales, hasta que aumentó la demanda. “Tenía mucha demanda de locales, entonces empecé a vender al por mayor. Para eso, se sumó mi marido y una chica que me ayudaba. Ahora ya tenemos un taller y tengo cinco empleados trabajando. Somos un equipo de siete personas”, detalló Pérez. Para distribuir, cuentan con un vendedor que visita a los clientes que tienen en la provincia de Buenos Aires, y en otras partes como Entre Ríos y La Pampa.
La situación para ellos, a veces es cuesta arriba. “Primero porque en nuestro rubro tenemos siempre que comprar insumos por adelantado y tienen un proceso de fabricación, porque se trabajan las futuras temporadas. Es sumamente difícil y lo que me estuvo pasando es que, por ejemplo, los proveedores me sostenían el precio por un día, y al estar lejos de Capital Federal, eso nos complica porque mañana puede ser otro valor”, enunció la diseñadora.
Rey Serafín tiene ajuares, ropa para primera puesta, gorritos, bodys, ranitas, mantas, toallones, baberos, cambiadores y bandanas. “La idea a futuro es hacer una colección completa de indumentaria, por ahora estamos haciendo tiradas cortas, pero no colecciones completas. Además, queremos hacer ropa hasta los seis años de edad”, añadió. Para estas metas necesitarían sumar, según manifestó la emprendedora, más personal, “pero nos da mucha inestabilidad la situación, entonces a veces lo mejor es mantenerse como estamos. Ahora no estamos tomando nuevos clientes, ya cerramos la plaza hasta que se baje alguno o tenga más capacidad productiva. La posibilidad de crecimiento está, pero la inestabilidad no ayuda”, sentenció Pérez.
El rol de las ferias locales
Los cinco emprendimientos comparten algo: todos comenzaron vendiendo en ferias impulsadas por los municipios. Actualmente, las de productores, artesanos y emprendedores tienen un rol vital para aquellos que se lanzan a producir con sus propias manos y necesitan vender sus creaciones. En estos espacios, muchos proyectos encuentran un lugar para crecer, como es el caso de Doña Marta, en Chacabuco, una marca de pastelería de Cintia Chari.
La emprendedora de 52 años, viene de la familia responsable de “Fábrica Pastas Modelo”. En 2019 tomó valor y se lanzó a la pastelería. A su emprendimiento lo llamó Doña Marta, en honor a su mamá pastelera. Torta, alfajores, mesas dulces, cajas de regalos y tartas dulces, ayudada por su hija, Chari toma pedidos por redes sociales, por teléfono y ofrece sus delicias en ferias y fiestas regionales. Para producir, compra los insumos no perecederos en grandes cantidades, pero otros no los puede comprar con anticipación como la crema de leche.
Este año, Doña Marta recibió una mención por su alfajor oreo en el Desafío Mafrey que se realiza anualmente, y en septiembre participó de la Fiesta del Alfajor en Rawson por segundo año consecutivo, esta vez con una mayor producción y más variedades. A Chari se la puede encontrar, además, en las Ferias Impulsar que organizan desde el municipio de Chacabuco. “La idea es seguir creciendo con los alfajores, comprar alguna maquinaria para bañar alfajores, producir un poco más y poder tener alfajores todo el año”.
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