Roberto Cánepa Leiva es un hombre íntimamente vinculado a las letras en Junín, desde hace años. En diálogo con Democracia, recordó su formación personal, sus primeros pasos académicos en La Plata, qué significó el Taller Literario de Junín, el desarrollo de nuestra ciudad y su relación con el distinguido autor Jorge Luis Borges.
“Llegamos a Junín en 1942, plena Segunda Guerra Mundial. Mi padre trabajaba en la Oil América, empresa americana de comunicaciones internacionales. Se había desempeñado en Lima, en Santiago de Chile y luego en Mendoza, donde conoce a mi madre: una sanjuanina maravillosa que me enseñó a leer y escribir”, introdujo.
Sobre lo que fueron sus primeros pasos formativos en nuestra ciudad, comentó que “a los siete años me anotaron en la Escuela Normal-Nacional que funcionaba en la vieja calle San Martín, hoy Lebensohn. En el 50 se inauguran los edificios modernos que dan a San Martín”, describió sobre aquella época.
En la misma línea, relegando adjetivación histórica para darle lugar a la opinión, expuso: “Ahí sí que teníamos docentes: teníamos que estar impecables en cuanto a imagen y conducta”.
En 1954, finalizó sus estudios secundarios y continuó con su formación académica en La Plata. Allí, eligió la carrera de Derecho para adquirir herramientas en el mundo jurídico. Al respecto, contó: “Fui un excelente alumno. Termino procuración y me paso a letras que me tiraba muchísimo y uno de los gestores de ese paso fue el padre Obdulio Malchiodi”.
“Estaba estudiando Derecho y Horacio José de la Cámara, profesor querido del Colegio Nacional, me había metido en Asterisco: un lugar donde confluían narradores, poetas y literarios”, compartió sobre sus primeros pasos en el mundo literario de jerarquía.
“Mi primer error fue salir de la Escuela Normal y el segundo fue no prestarle atención al título de Procurador porque pude haberme matriculado acá”, evaluó sobre su trayectoria tras más de ocho décadas de experiencia.
Taller Literario
Gran lector de Borges, Alexis Smith y Bioy Casares, en poesía le gustaba mucho Roberto Themis Speroni y el británico John Keats. Sin dudas autores que lo han influenciado como escritor y como creador de primer taller literario que surgió en nuestra ciudad hace más de cuarenta y cinco años.
“Durante los cinco años que duró el bachillerato, cursé en el centro Santo Tomás de Aquino que funcionaba en un subsuelo de la Parroquia San Ignacio de Loyola. Ahí aprendí lo que es ser orador”, reconoció en torno a sus propias virtudes.
Sobre lo que fue una de sus pasiones, indicó: “Los domingos lo primero que hacía era ver los suplementos literarios de La Nación. Un día encuentro publicado un poema que fue un regalo de La Cámara. Creo que no hubo otro autor de Junín que auspiciaran en la parte literaria”.
“El 9 de mayo de 1978 fundé el primer Taller de Literatura de Junín y la región, en pleno proceso de la dictadura, y jamás me tocaron. Eso que se veían con lupa procesos de ese tipo”, enmarcó.
Y contó: “A raíz de eso, cobré ínfulas y me empecé a cartear con los mejores escritores argentinos. Fundado el Taller de Junín, comencé a traer a los mejores escritores del país al Club Social pagándolos de mi bolsillo, siendo la última María Ester Vázquez que me pidió 500 dólares”.
“El Taller Literario de Junín nunca dejó de funcionar porque lo tomaron tres profesores y lo mantuvieron: Giménez, Daniel Druguieri y Claudio Portiglia. Sin ellos no hubiera sido posible”, enfatizó.
Vale recordar, que el primer domicilio del taller fue Mayor López 383 y funcionó allí hasta que el doctor Juan José Azpelicueta, por entonces juez federal y presidente del Club Social le ofreció las instalaciones de la entidad para que funcione lo que fue el primer taller literario de Junín y la región, también por inspiración de Siria Spoletti, quien proveniente de Italia había dado una conferencia en el Instituto del Profesorado Junín, donde Cánepa Leiva daba clases.
Actualmente el Taller Literario de Junín, que funciona en la sede del Club Social, los martes y jueves de 17 a 19, realiza el curso de Lectura Analítica, siempre a cargo de Cánepa Leiva. Hoy, más vigente que nunca, sigue acumulando años de prestigio y desarrollo a nivel local.
Visión de Junín
Previo a abordar el caso de nuestra ciudad, Cánepa Leiva contextualizó: “Una ciudad es el testimonio de una época y la misma se caracteriza por una sociedad. Aquella en la que crecí no tiene nada que ver con esta”.
Desde su perspectiva, consideró que antes “había más respeto, en todo orden: los jóvenes respetábamos a los mayores, cosa que hoy no ocurre (hablando genéricamente)”.
“Era un Junín en el que se podía sentir en la vereda en las noches de verano a conversar. Hoy el único que se sienta hasta las diez de la noche soy yo y mi ánimo, acompañado de Delfina que es mi perra a la que considero una hija”.
“Aquello que viví fue un paraíso. Me sigo vistiendo como lo hacía siempre: porque tengo la ropa y me gusta. Hasta la vestimenta se ha deteriorado”, remató.
Y criticó: “Las relaciones eran más sanas. La diversión de la familia era el Cinematógrafo y el Guaraní, en calle España”.
En contraposición, comentó que “hoy las familias no tienen adónde ir” y compartió: “Me he refugiado en el Club Social, aunque no es el de antes: cuando terminaban de cenar iban a beber un café ahí. Ahora solo abren hasta las 3 de la tarde, nadie concurre y se alquilan los salones (salvo que estoy yo en el primer piso y en el tercero una profesora de danza clásica)”.
Sobre el fenómeno de la sociedad, Cánepa Leiva manifestó: “Hoy la gente se maneja con temor con respecto a muchas cosas: la inseguridad ha alcanzado a Junín y, por mucha policía que haya, no se crea que usted puede andar impunemente por cualquier parte”.
Ante la pregunta: “¿Todo tiempo pasado fue mejor?”, respondió: “No en todo sentido. Desde el punto de vista técnico y científico no. Humanamente considerado, creo que fue mejor porque le hemos perdido el rumbo al homo sapiens”.
Relación con Borges
Además de su desarrollo profesional, algo que lo destaca a Cánepa Leiva ha sido su vínculo con Jorge Luis Borges, referencia de la literatura nacional y mundial, con innumerables premios y reconocimientos que lo testifican.
De hecho, producto de la relación y un importante trabajo articulado con otras partes, Cánepa Leiva fue el protagonista de la visita del reconocido autor internacional a nuestra ciudad: “Aquel día comenzó leyendo un poema que había terminado hacía poco: ´Vuelvo a Junín donde no estuve nunca´, haciendo alusión al Borges abuelo comandante del fuerte de San Ignacio”, explicó.
“Lo traemos por el aniversario de fundación del Instituto. Carmen Garay me quería muchísimo porque había sido mi profesora de religión y me dice que Borges quería conocer la calle del abuelo. Teníamos la invitación del club Los Indios”, inició la anécdota.
“Borges llega a la mañana y pregunta si era lejos el lugar y se me ocurre decirle que era cerca. Silvia Iparraguirre trae el auto, que era un Fiat 600, y no entrábamos. Él dice de ir caminando y se agarró de mi brazo”, siguió.
Y continuó: “Me preguntaba a cada rato qué calle atravesábamos y qué rememoraban hasta que por fin llegando a Borges, me pidió que se la describiera y me vi en figurillas y apelé a mis conocimientos de la historia local”.
Tras pasar por Los Indios y saludar a todos los presentes, llegó la hora de ir a misa. ”Le pregunto si iba a concurrir y me dijo: ´No, prefiero quedarme porque es muy difícil creer en tres dioses que es uno solo´, rememoró Leiva.
“Carmen Garay me pide que me quede con él en la clase de profesores y fue un lujo que no valoré acabadamente. Si a Borges la conversación no le interesaba conversaba con monosílabos y una actitud perdida. No era fácil conversar con él”, detalló.
“Le pregunté si sería imprudente que leyera un poema que había escrito y me permitió. Tras hacerlo, me puso una mano en el brazo y me dijo: me recuerda a John Keats”, describió.
De tal forma, siguieron los encuentros entre Cánepa Leiva y Borges, hasta el punto de compartir un “porridge”. “Lo preparó la madre: típico inglés de avena, leche y azúcar”, explicó.
“Ahí empezó el milagro con Borges. La madre siempre escribía en nombre de él. Hasta que falleció y tomó las riendas María Kodama y se terminó todo”, concluyó con pesar en sus palabras.
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