Matilde Aguiar es oriunda de la provincia de Santa Fe y se formó académicamente en la Universidad Nacional de Rosario. Tras quedar embarazada, llegó un llamado de un espacio médico para contar con sus servicios e iniciar su lazo con Junín.
En diálogo con Democracia, Aguiar recordó cómo fue su camino universitario, el hacerse un lugar en el mundo profesional de nuestra ciudad y el hecho de ser madre y médica.
De tal forma, puede reconocerse que, tras casi dos décadas en Junín, se convirtió en una juninense por adopción, al igual que su familia.
Infancia
“Mis padres, ambos, son sanjuaninos. Mi papá es Aguiar, pero no de los Aguiar de Junín, sino de San Juan. Era ingeniero electromecánico. Lo contrataron de la destilería YPF de San Lorenzo, Santa Fe, y se mudaron ahí antes de que naciera”, contextualizó sobre los orígenes familiares.
Y agregó: “Mi madre, de apellido Muñoz, es abogada. Estudió en Córdoba porque en San Juan no había carrera”.
En tal sentido, fue San Juan el punto de encuentro entre los padres y, Santa Fe, la provincia donde nacería Matilde Aguiar después. Precisamente, allí se formó académicamente.
“Estudié en la Universidad Nacional de Rosario, viajando todos los días: no me mudé a Rosario porque, cuando privatizaron YPF, le agarró un ACV a mi padre. Hice toda la carrera viajando. Me recibí y entré en la Fundación Villavicencio, de las más importantes de Rosario”, contó.
Sobre lo que es su especialidad, y los orígenes de tal elección, expresó que fue allí donde “hice la especialidad de diagnóstico por imágenes. En el último año, previo a recibirme, me embarazo y me llaman de La Pequeña Familia y nos vinimos a Junín, con mi marido, por trabajo”.
Además de la elección por trabajo, también un hecho de inseguridad sufrido en Rosario potenció tal decisión. Al respecto, comentó que “estaba asustada, entonces, fue una buena oportunidad para cambiar. Mi hijo cumplió el año de vida en Junín”.
Más allá del importante hecho de trasladarse a nuestra ciudad, donde se volvería una referente años después de su llegada, también es importante compartir acerca de lo que motivó a Matilde Aguiar a iniciarse en el mundo de la Ciencia Natural, en la medicina específicamente cuando era una adolescente.
“Elegí medicina porque siempre me gustó la parte biológica, el ser humano y su composición. Es una carrera que me llamaba la atención y me generaba cierta inquietud: entender el porqué de ciertas cosas”, explicó.
Dos hechos atravesaban la realidad de Aguiar: el acompañamiento familiar para elegir lo que más le gustase y la importancia de, efectivamente, seguir con una carrera universitaria entendiendo a la educación como una herramienta de formación.
“Tenía que estudiar, no importaba qué. Lo más importante era el título, no importaba qué. No se discutía. Ellos querían eso, no que me pusiera a trabajar en ese momento. Era la única herramienta importante que me querían dejar: el título”, desarrolló.
Luego del primer paso de terminar con Medicina, continuó con la especialización, la que hoy la convirtió en una referencia local y palabra autorizada.
Respecto al interés en el diagnóstico por imágenes compartió que “me gustó desde que la empecé a cursar. Hice un año de radiología e iba voluntariamente a las clases teóricas y prácticas, sin asistencia en estas últimas porque iba el que quería”.
“De hecho, iba a otras prácticas para seguir aprendiendo, fue como cursarla dos veces: la que me tocó y después como oyente. De esa forma, me hicieron quererla y tenerla como una primera especialidad a elegir al terminar la carrera”, detalló.
Respecto a lo que hace íntegramente al diagnóstico por imágenes señaló que “hay muchas especialidades que hacen también imágenes, pero nosotros somos especialistas en imagenología: placas, resonancia, tomografía, todos los estudios relacionados a imágenes”.
Y aclaró: “La ecografía es la única rama donde el profesional dialoga directo con el paciente, después lo tenemos que hacer a través de los técnicos. Yo analizo y después intervenimos a través de ellos”.
Desarrollo
Tras recibirse en la UNR, realizar la especialización y quedar embarazada, se produjeron dos momentos simultáneos decisivos en la vida de Aguiar: trasladarse a Junín y comenzar con su carrera profesional.
En tal sentido, comenzó a dar sus primeros pasos en la clínica La Pequeña Familia, donde estuvo más de una década trabajando.
Luego, decidió continuar trabajando y desarrollándose en otro importante espacio local como es el Sanatorio y, según reconoció está “conforme y tranquila”.
“Son muy abiertos a la hora de innovar en la aparatología: uno es escuchado. Por ejemplo, cuando llegué dije que determinado ecógrafo no me gustaba y, al mes, ya estaba el ecógrafo que había indicado. Súper abiertos y te hacen sentir cómodos”, resaltó.
Volviendo a su figura, al momento de definirse, Aguiar, dijo: “Soy una mujer que no se mete con nadie: voy y trabajo. Si lo puedo resolver, lo resuelvo y sino no lo hago”.
Y fue clara al definir su filosofía: “Cuando comienzo en un lugar, entro y trabajo. No estoy mirando otros lugares y no me gusta estar trabajando en varios lugares en simultáneo.
Tiene que ver con una cuestión personal”, afirmó.
Sin embargo, Aguiar entiende que la formación y actualización tiene que ser constante. Por ello, nunca deja de estar en movimiento y en permanente adquisición de conocimientos.
“Ahora estoy haciendo un curso de un año, sobre resonancias de recto y ano. He hecho muchos cursos ginecológicos, de mama, siempre con exámenes y certificaciones”, informó.
En la misma línea, con el fin de clarificar aún más la importancia de estas capacitaciones, explicó que “con la nitidez que tienen los ecógrafos, nos obligan a buscar cosas que antes no se veían, entonces es importante estar trabajando con elementos de última generación y estar a la altura”
“He tenido la suerte de trabajar en instituciones más importantes a nivel local con aparatología de última generación”, sintetizó.
Familia
Además de una profesional, Aguiar se desarrolla día a día como madre, siendo otro gran placer, y responsabilidad, con la que porta desde hace catorce años, cuando lo tuvo a Juan Ignacio (14) y, años después, a su segundo hijo, Felipe (8).
Sobre lo que puede ser un día cualquiera en su vida, compartió: “Me levanto 6.30, lo llevo al más grande que va a la secundaria a las 7.15 y después estoy a las 7.20 en el Sanatorio y me quedo todo el día. Luego retiro al de la tarde, que sale a las 17”.
“Primero están mis hijos, después está el resto. Son lo primero que me mueve la cabeza”, enfatizó y valoró: “Me gusto cuando me veo: lo que soy para ellos, mi trabajo, me gusta mi situación. Estoy feliz con todo lo que tengo y todo lo que logré: mis hijos, mi pareja, mi trabajo”.
Y resaltó: “Paso más de nueve horas afuera de casa, es importantísimo el acompañamiento de la familia”.
Aguiar recordó la complejidad que significó cada paso dado porque nadie le regaló nada: comienzos en la UNR, especialidad, la decisión de comenzar en Junín, el desarrollo de su familia juninense y la permanente formación.
“Uno cuando persevera, encuentra”, definió a modo de síntesis de todo el recorrido que hizo.
Visión de Junín
Al momento de abordar lo que significa nuestra ciudad, lo hizo en dos sentidos: social y profesional.
Sobre la parte médica, y profesional, expuso: “Junín es un lugar que no está lejos de grandes ciudades, de la capital de la Argentina, y por ende, al estar cerca, uno obliga a la institución y al profesional, y hablo por mí, a tener que actualizarme para brindar el mejor servicio”.
“Cada uno tiene su opinión, yo me obligo a estar cerca y actualizada. La medicina hoy varía mucho en cuanto a las actualizaciones, pero termina dependiendo de cada uno en qué ámbito especializarse”, agregó.
Por otra parte, pero continuando con su desarrollo sobre Junín, señaló: “Me parece una ciudad linda para vivir en familia porque es acogedora. Es una ciudad limpia y le ponen infraestructura”.
Más allá de tal percepción aclaró: “No soy muy callejera, tengo un circuito predeterminado. De casa me voy al trabajo, de ahí a la escuela de los chicos, al súper y vuelvo a casa”.
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