En medio de un boom tecnológico, un juninense decidió volver el tiempo atrás y recuperar antiguas grabadoras cinta, las cuales restaura para utilizar en su estudio RecBox y registrar música de manera analógica como hace 50 años.
Se trata de Jordán Muffarotto quien, en la era digital, volvió a grabar a la vieja escuela, con equipos que supieron usar grandes artistas del rock nacional para producir sus fonogramas y que adquirió de los reconocidos estudios ION y del Abasto al Pasto.
“Desde chico me gusta la música y me genera curiosidad todo lo que hay detrás del sonido. En 2010 comencé de a poco a armar un estudio usando como plataforma de grabación una PC de escritorio con las herramientas actuales”, expresó Muffarotto a Democracia.
“Después de más de 10 años de experiencia grabando varias bandas de nuestra ciudad y alrededores, y siempre con la intención de ir progresando en la calidad de grabación, me puse a pensar que los discos de rock que a mí me gustaban como sonaban estaban grabados de forma analógica con grabadoras de cinta y no en una computadora como venía haciendo”, indicó.
Si bien las herramientas actuales de grabación ofrecen infinitas posibilidades de edición, “fui en búsqueda del ese sonido que a mí me gustaba”, explicó.
La tarea de volver a grabar como hace 50 años no fue un proceso fácil. “En primer lugar tuve que conseguir el equipamiento que consiste en una consola Soundcraft de 52 canales que pertenecía a Lito Vitale e Iván Cosentino del año 1993 diseñada para grabar a cinta, seguida de tres grabadoras de los años 70”, sostuvo.
“Dos de las grabadoras (modelo 3M M79 de 24 canales y mastering respectivamente) estuvieron resguardadas en un depósito del reconocido estudio ION con la cual se grabaron grandes discos de aquella época. La tercera es una Ampex mm1200 completamente restaurada a nueva que formó parte de estudio del Abasto al Pasto en General Rodríguez donde se grabaron muchísimos discos del rock nacional”, manifestó.
Una vez con las máquinas en su poder, empezó con un proceso de restauración y limpieza que le demandó varios años y contó con el servicio de técnicos especializados, como Mauricio Gómez y Tomás Rojas quienes “me ayudaron y sin los cuales hubiera sido imposible tener las máquinas funcionando”, destacó.
Este “oficio no se encuentra en internet”
Al intentar operar las máquinas como se hacía en la década de 1970, Muffarotto reconoció que se encontró con poco acceso a la información. “Los técnicos que mantenían estas máquinas en aquella época muchos han fallecido y otros tienen hoy entre 70 y 80 años y su oficio no se encuentra en internet”, explicó.
Para ello “fui creando una red de contactos que me permitió acceder a un micromundo donde todos se conocen y aprendí el oficio de mucha gente muy dispuesta a compartir su conocimiento y muy feliz de que nuevas generaciones se interesen”, expresó.
Por otro lado, “un detalle no menor que diferencia el mundo actual de cómo se hacían las cosas antes, es el hecho que aquellas máquinas fueron pensadas para durar toda la vida y para ello se brindaban extensos manuales de usuario y de mantenimiento con toda la información necesaria para poder extender su vida útil”, informó.
También, “tuve la suerte de hablar con varios ingenieros que me compartieron anécdotas e información de cómo eran las dinámicas de grabación y como era el flujo de trabajo dentro de un estudio profesional lo que me hizo pensar la gran diferencia de como se concibe hoy en día una producción musical”, subrayó.
Un sonido único
Para Muffarotto, los discos grabados a la vieja escuela tienen un sonido único y hay dos factores que los diferencian del digital.
“Desde el punto de vista técnico, la grabación a cinta brinda una captación del sonido muy diferente a las grabaciones digitales realizadas en una computadora. El sonido podría definirlo como más natural y comprimido con más similitudes a cómo funciona el oído humano, también analógico”, sostuvo.
Y continuó: “Desde el punto de vista humano, la grabación a cinta es en cierta forma la excusa para que toda la banda esté presente al momento de grabar y muy bien ensayada.
La sinergia de varios integrantes reunidos en un mismo lugar compartiendo un momento artístico y participando activamente en la toma de decisiones, potencian los resultados de las canciones grabadas”.
“Hoy en día los estudios de grabaciones grandes con espacios para albergar a una banda completa continúan desapareciendo y van siendo reemplazados por estudios más pequeños o directamente estudios hogareños conocidos como home studio”, afirmó.
“Desde mi punto de vista si bien se pueden lograr excelentes grabaciones hechas en una notebook en cuanto a calidad de audio, lo que vamos perdiendo como sociedad son las relaciones humanas que en la música son fundamentales. Hoy un músico puede grabar de manera solitaria en su casa un disco completo ejecutando todos los instrumentos y sin necesitar un compañero”, aseveró.
“Hay 10 máquinas funcionando en el país”
A diferencia de lo que sucedió con el disco en vinilo que tuvo un renacimiento y captó nuevo interés en muchos audiófilos para su uso hogareño, “las grabadoras de cinta de gran tamaño, como las que tengo la suerte de poseer, cuentan con un problema de escasez que no tiene vuelta atrás”, manifestó el responsable del estudio juninense RecBox.
“En este momento, que yo sepa, no hay más de 10 máquinas funcionando en todo el país y traer de afuera en barco una grabadora de 280 kilos no es algo viable económicamente”, informó.
“En otros lugares del mundo se dieron cuenta antes que nosotros del valor potencial de estas máquinas y la mayoría fueron desguazadas y vendidas por partes o para repuestos tanto a Europa como Estados Unidos donde sí hay una activa tendencia de revalorizarlas. Ello queda demostrado con el hecho que existen dos empresas, una americana y una francesa, que siguen fabricando cintas nuevas y apostando al formato”, concluyó.
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