A raíz de la sequía que provocó la bajante del río Salado, los acantilados -de unos 2 metros de altura- ganan presencia en las costas de la zona sudeste de la Laguna de Gómez, donde, además, han quedado expuestos embarcaciones, hélices y anclas que estaban hundidas.
Al igual que ocurrió en la laguna Mar Chiquita, se secó el vertedero en la de Gómez, donde están las compuertas, que dejó de escurrir agua y el río que encadena los espejos, con dirección a El Carpincho, no tiene correntada y el caudal quedó estancado.
Lo mismo sucede con el canal que conecta el reservorio de Agustina, con el puente Morote y la desembocadura en la altura de la Ruta 7, en Saforcada, que quedó literalmente sin agua, al igual que ocurre en otras cuencas.
En un contexto árido y desolado, hoy se puede caminar tranquilamente por donde antes se amarraban los botes y lanchas, y por gran parte de la superficie del cauce, como por la zona del nuevo espigón de la Laguna de Gómez.
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