Desde su juventud, honró la memoria de su abuelo, el doctor Benito De Miguel, y se abocó a la política. Militó en el MID por más de dos décadas, fue dirigente de Racing, e integró importantes instituciones y órganos de gobierno.
Nacido en noviembre del 43, próximo a cumplir sus 80 años, destaca la importancia de “tener la cabeza intacta” para trabajar en proyectos y nuevas iniciativas como lo hace. En una extensa entrevista con Democracia, el referente político y exfuncionario recorrió su historia, los hitos personales y los desafíos a los que se enfrentó en sus gestiones, entre pugnas políticas e, incluso, detenciones ilegales.
Carrera con prioridades
Tras graduarse en 1960 del Colegio Nacional, eligió la Ingeniería Civil. Resistió las rispideces con su padre, que lo quería médico o abogado, y se especializó en la rama de transportes.
“No sólo me gustó, sino que me apasionó”, destacó Benito, que acostumbró ser un estudiante brillante, abanderado durante la secundaria, pero también un deportista predilecto.
“Siempre pequé de soberbio, creía que podía hacer cualquier cosa”, admitió, al recordar que, de chico, su prioridad era jugar en las inferiores de Sarmiento y, de grande, aunque su habilidad futbolística le abrió puertas, prefirió enfocarse en su carrera de ingeniero.
Como deportista, cualidades no le faltaban. Era un defensor central corpulento, tenía el número 2 en la espalda, y su actitud y buen juego lo llevaron a debutar, a sus 17 años, en la primera local del Verde.
Lo quiso San Lorenzo y vistió su casaca, rechazó el ofrecimiento de Zubeldía para ser “pincharrata” y hasta tenía posibilidades de jugar en el extranjero. Pero, cuando fue convocado para el plantel profesional de Sarmiento, decidió poner fin a su incipiente carrera futbolística.
“Cometí un grave error al no tomármelo en serio, no quería dejar la carrera y decidí dejar de jugar”, afirma hoy De Miguel, muy crítico con la decisión de aquel joven que supo ser hace casi 60 años, porque, finalmente, no rindió sus últimas materias para recibirse de ingeniero.
No veía la suerte ni ponderaba las oportunidades; para él fue un orden natural que hoy se lamenta de no haber aprovechado. “No valoré lo que significaba haber llegado a la primera, lo que era el leitmotiv de muchos de mis compañeros y amigos”, agregó.
Un desarrollista comprometido
En su sangre siempre corrió la pasión por la política, y para descubrirlo sólo necesitó un contacto casual con Alfredo Allende, exministro de trabajo de Frondizi.
“Quedé en reunirme con él y me hizo una emboscada: me recibió con las personalidades del estado mayor frondizista”, afirmó Benito que, de ese modo, se sumó al Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) en el 72. “Era la primera vez que me afiliaba a un partido político”, señaló, y el espacio del depuesto presidente junto al articulador Rogelio Frigerio fue la vía para el comienzo de su vida en la política.
Es que el MID se estaba reconstruyendo, y De Miguel era un joven que mostró potencial. “Me vieron como un organizador”, explicó, y así hizo carrera en el armado político, para luego asumir como secretario general del partido a nivel provincial, cuando se gestaba el último golpe cívico-militar.
“No hice política de confrontación electoral, mi vocación siempre fue la de armador político”, señaló, y así rindió homenaje a los recuerdos de su infancia, cuando Solano Lima, importante dirigente peronista, visitaba su casa como cualquier otro familiar; o cuando veía cómo su abuelo, el doctor Benito De Miguel, definía las candidaturas los fines de semana.
A eso, él lo llama “la lamparita política”, que formaba parte de sus genes y se encendió cuando conoció el mundo desarrollista en carne propia.
Su memoria y verdad
Como secretario general del MID provincial, tejió una relación de amistad con Horacio Rodríguez Larreta, padre del actual jefe de gobierno porteño y, en ese entonces, líder del MID de Capital Federal.
Los unía su pasión por la política, pero también por el fútbol. Acérrimos hinchas de Racing, decidieron volcarse a la gestión deportiva. El 3 de enero del 77, De Miguel asumió como gerente general del club.
Pero la exposición era mucha, y no duró más de 21 días en el poder cuando, en una visita esporádica a Junín, uno de los grupos de tareas militares lo capturó y mantuvo cautivo por 2 meses.
Según relató, su hijo Paulino había sido operado en la ciudad y, cuando llegó a visitarlo, se enteró de un lamentable procedimiento en que capturaron a 14 personas, muchas cercanas a él.
“Me enojé mucho y fui a hablar con el intendente”, recordó. Horas más tarde, tras una reunión en el Club Social a la que había asistido con su hijo, 3 autos lo encerraron y capturaron.
Al día siguiente, Frondizi ya estaba notificado del caso y pedía garantías de su vida a Suárez Mason, comandante de los centros clandestinos de detención en la Provincia. Del centro penitenciario local lo llevaron a San Nicolás, donde le informaron que había sido puesto a disposición del Poder Ejecutivo.
“Saltaba de la alegría porque con eso reconocían que nos tenían ellos. Hasta entonces, estaba abierta la posibilidad de que nos hicieran desaparecer”, explicó Benito. Figuraba en los registros, y tenía la esperanza de recuperar su vida y su familia. Dos meses después de su detención, el 24 de marzo, fue liberado.
En retrospectiva, atribuye aquel terrible hecho a la exposición que le daba la política y el club, sumado a una operación de prensa de diarios locales y nacionales, que lo asociaban a los Montoneros.
Pasaron 46 años del hecho que marcó a fuego su vida. Su historia no fue la misma que la de otros miles de jóvenes, pero mantiene viva la memoria.
“El destino de la represión ilegal no resiste el menor análisis, era gusto por jugar con la vida humana”, sentenció Benito, que considera que “el objetivo de fondo era desindustrializar el país, eliminar los sindicatos y desterrar el peronismo” y lamenta que, a diferencia de la postura de Frondizi, “la actitud del MID haya sido, por acción u omisión, de apoyo hacia los golpes cívico-militares”.
De Miguel, sangre de política y gestión
Su abuelo, el doctor Benito de Miguel, fue médico y político. En la ciudad, su legado abarca desde la fundación de importantes instituciones, como el Sanatorio Junín, el Tiro Federal y el Banco de Junín, hasta el ejercicio como intendente en 6 oportunidades. Además, fue legislador a nivel nacional y provincial y llegó a candidato a la vicepresidencia.
Antes de su fallecimiento, en 1966, Benito tuvo la oportunidad de compartir con él momentos de su adolescencia y juventud, que quedaron marcados a fuego en su historia personal. “No me la contaron, a mi abuelo lo conocí y viví mucho junto a él”, destacó.
En cuanto a lo futbolístico, el vínculo familiar también fue determinante. Su tío materno lo hizo hincha de la academia, pero su apellido es también verde, porque su padre, Gorgonio, fue presidente del club por 9 años y su hermano, José Luis, lo fue por 5. “Sarmiento estuvo presente en mi casa desde que tengo uso de razón”, explicó.
Hace ya mucho tiempo, formó su familia. Sus 3 hijos, hoy adultos, fueron fruto de su matrimonio con María Delia Domínguez, la docente que fue su compañera de vida. “Era el amor de mi vida, fue una mujer muy linda y con una capacidad intelectual increíble”, expresó De Miguel.
Extensa carrera
Su carrera en el plano empresarial fue paralela a la política. Además de la cúpula del MID provincial, también estuvo en lo más alto de la Unión Industrial Argentina (UIA), participó en el sector de higiene urbana, fue subsecretario administrativo de Sedronar entre 2004 y 2011, y ofició como subsecretario de deportes por un año durante el gobierno de Kirchner.
“Perfumo era muy amigo mío, lo nombraron secretario de deportes y me llamó para que lo asesorara en la política deportiva”, explicó.
A sus 52 años, en el año 95, Benito dejó la presidencia del MID para unirse a la organización “Sociedad Internacional para el Desarrollo”, parte de las Naciones Unidas, donde participó por alrededor de 12 años en diferentes partes del mundo.
Asimismo, durante gran parte de su carrera también fue asesor parlamentario en la cámara de Diputados y gerente de permisos automotores de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), durante el gobierno de Duhalde.
“Nunca dejé de hacer política, al MID lo llevo en el corazón”, aclaró, no obstante, el referente que, próximo a cumplir 80 años, trabaja en nuevos proyectos y participa activamente del espacio público.
A modo de balance de su vida política y profesional, se mostró “satisfecho” y remarcó: “Cada vez que tuve que confrontar y correr riesgos no reculé ni miré costos”.
Junín, un motor de desarrollo regional
Conocedor de la ciudad, es un historiador que, en su relato, recorre cada calle, institución y acontecimiento con detalle. Junín lo vió crecer y desarrollar su potencial, pero más allá del particular afecto que le guarda, Benito llamó a valorar la importancia que tiene como centro de desarrollo.
En dicho sentido, destacó que, desde 1900 en adelante y, sobre todo, con la instalación de la red ferroviaria y los talleres, “Junín era un diamante en bruto y tenía unas posibilidades increíbles”. Por ello, considera que “hay que tomar conciencia de eso ahora” porque todo lo que aconteció en la ciudad siempre se vivió “como si fuera un mandato de Dios”.
“Me da vergüenza no haberlo visto antes. Cuando andaba en bici desde chico por la zona no se me ocurría pensar en la magnitud e importancia que tenían los talleres ferroviarios”, expresó.
Su ciudad, a la que vuelve periódicamente para participar de diferentes iniciativas, es donde converge su historia personal y sus convicciones políticas.
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