Rayito de Luz es un merendero ubicado en calle Francia 1635, en el seno del barrio Los Almendros. Fue Rosa Negrete quien, hace 5 años, abrió sus puertas por primera vez para que, cada día, y pese a los desafíos y obstáculos, los chicos de la zona vuelvan a su casa con la panza llena.
Rosa es una referente y un sostén muy importante para muchas familias. Recuerda haber pasado necesidades en su infancia, sabe lo que se siente, y lucha para que nadie más deba atravesarlas. Su trabajo es continuo, como así también el acompañamiento de los vecinos, y considera que seguirá adelante con su proyecto, que ya es parte de su vida, “bastante tiempo más”.
En diálogo con Democracia, detalló el trabajo silencioso detrás de cada jornada, los alcances de su iniciativa, y sus anhelos personales.
Homenaje
La primera sede de Rayito de Luz fue la casa de sus padres, ubicada también en el barrio Los Almendros. “Yo nunca viví en este barrio, venía a visitarlos y ví las necesidades”, explicó Rosa, que ya tenía en su cabeza la idea de abrir un merendero. Es que, previamente, había sido voluntaria durante 7 años en la ONG Pensar Junín, y gracias a ello ya recorría la ciudad en contacto con los vecinos y sus necesidades.
El lugar elegido para el proyecto era un espacio que había construido su padre para pasar el tiempo libre. Tres meses después de su fallecimiento, Rosa decidió ocuparlo con una noble causa, y abrir allí el merendero. “En honor a mi papá le puse el nombre, porque él es un rayito de luz para mí”, explicó.
Tenía el espacio, iniciativa, y muchas ganas de ayudar; sólo restaba el trabajo para poner todo en condiciones. Fueron días de preparativos en los que mucha gente ayudó, y ese espacio acogedor pronto pudo albergar a muchos niños.
“Preparamos todo, repartimos folletos por el barrio, y el primer lunes ya teníamos 40 chicos sentados en la mesa”, recordó Rosa.
Más adelante, ante la falta de espacio y por iniciativa de los vecinos, la sede de la sociedad de fomento del barrio fue cedida para el merendero, y es allí donde actualmente se desarrollan las actividades, en calle Francia 1635.
Un lugar de contención
Rayito de Luz fue, inicialmente, un merendero. Sin embargo, como en otros tantos espacios, la pandemia obligó a medidas de emergencia, y Rosa decidió también entregar viandas. Hoy, además de la merienda diaria, los chicos tienen la posibilidad de cenar en el merendero, dos veces por semana.
“Está todo muy difícil, se nos complica extender la cena a todos los días”, lamentó la referente que, calcula, recibe alrededor de 50 niños de todas las edades cada tarde.
Cabe destacar que el merendero no es sólo un espacio donde se come, sino, fundamentalmente, un espacio recreativo y un lugar de encuentro; eso es por lo que Rosa también lucha a diario. “Antes de la pandemia teníamos apoyo escolar y actividades como yoga”, destacó, y señaló que aún no han podido retomar plenamente dichas iniciativas, además de las clases de fútbol semanales que sí se realizan.
“Más allá de la taza de leche o el plato de comidas, Rayito de Luz es un lugar de contención”, afirmó Rosa.
Asimismo, también enfatizó en la responsabilidad que implica estar al frente del espacio, donde todas las tardes muchos niños y niñas la visitan. “Tengo que acompañarlos y atenderlos, debo estar muy atenta”, señaló, y afirmó que “son chicos que están mucho tiempo en la calle”, pero que son siempre bienvenidos en Rayito de Luz.
“Siempre recibí al que quiso venir, no tuve problemas con eso”, agregó.
Desafíos
Cada tarde, pase lo que pase, Rosa llega al merendero a las 17 y abre las puertas, a la espera de los chicos. Hay días en los que, incluso, no se va a su casa hasta pasadas las 11 de la noche, pero con la certeza de que muchos tienen la panza llena gracias al esfuerzo del merendero. “Lucho todos los días desde Rayito de Luz, lo hago por los chicos”, enfatizó la referente.
A pesar de los desafíos continuos que debe afrontar, explicó que nunca pensó en abandonar, porque lo hace “desde el corazón”. Indudablemente, de su entrega diaria no obtiene ningún rédito económico a cambio, pero la satisfacción es mucha.
Cada día en la vida de Rosa es un desafío. Muy temprano por la mañana busca la materia prima y la comida para la merienda. Un día sirven chocolatada y mate cocido, y otro, arroz con leche y mate cocido, además de las facturas o bizcochos que les donan desde la panadería La Baguette. Para las cenas también recibe colaboración, y señaló que La Parmesana le provee pastas cada lunes.
“Durante 5 años la luché sola, día a día”, afirmó. Para conseguir las donaciones lo hace todo: visita los medios de comunicación, difunde sus pedidos en redes sociales, y mantiene un estrecho vínculo con muchos vecinos de la ciudad.
“No tengo a nadie que me respalde, yo trabajo sola”, explicó Rosa, que destacó que evita los compromisos políticos y abre sus puertas a quien desee ayudar y sumar.
Referente
Es indudable que, en estos 5 años de trabajo diario, Rosa se ha erigido como una referente para muchos vecinos de Los Almendros. Por ende, su tarea en el merendero no es la única que la mantiene ocupada y, en muchas ocasiones, también atiende los reclamos y pedidos de las familias y vecinos de Los Almendros.
“Muchos me contactan para pedir un kilo de azúcar, un paquete de fideos o, incluso, una heladera o una cama”, explicó Rosa, que recientemente consiguió una silla de ruedas para el abuelo de algunos chicos que asisten a Rayito de Luz. Por su parte, el merendero también cuenta con un “roperito” para quienes lo necesiten.
“Lo que me pidan, yo trato por cualquier medio de conseguirlo”, destacó.
Sin embargo, rara vez está sola en Rayito de Luz. Según explicó, otras madres prestan su ayuda y atienden a los niños junto a ella, en una tarea cuyo único propósito es atender las necesidades.
Tiempo propio
Rosa es una persona muy activa. Previo a la apertura del merendero, fue voluntaria en la ONG Pensar Junín, donde colaboró fundamentalmente en las iniciativas del “roperito” y con talleres de manualidades, como bijouterie y atrapasueños.
Desde hace tiempo, dedica muchas horas a diario para dar de comer a los chicos, conseguir donaciones y atender los pedidos. Pero, además, desde muy temprano en la mañana, trabaja en el edificio en donde vive y, hasta hace un mes, atendió un café-bar que abrió junto a su hermana, puesto del que tuvo que prescindir por falta de tiempo.
Lucha por su proyecto, le dedica “las horas que sean necesarias” y, con tenacidad, reafirma que seguirá adelante mucho tiempo más, porque lo juzga necesario y porque lo disfruta.
“Para mis quehaceres o actividades intento organizar mis horarios, pero Rayito de Luz es mi prioridad”, señaló la referente, que enfatizó: “Me encanta hacer lo que hago, mi vida es ese merendero”.
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